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Crítica: Recital de la pianista china Zee Zee en el Festival Rafael Orozco de Córdoba

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Autor: Codalario
8 de noviembre de 2024

Crítica del recital de la pianista china Zee Zee en el Festival Rafael Orozco de Córdoba

Zee Zee en el Festival Rafael Orozco de Córdoba

Limitada expresividad

Por José Antonio Cantón
Córdoba, 6-XI-2024. Conservatorio Superior de Música ‘Rafael Orozco’. XXII Festival de Piano ‘Rafael Orozco’. Recital de piano de ZEE-ZEE (Zhang Zuo). Obras de Franz Liszt y Franz Schubert.

   Con un programa de elevado virtuosismo dedicado a Schubert y Liszt, dos de las más grandes figuras del romanticismo musical, se ha presentado la pianista china Zhang Zuo, mejor conocida por el seudónimo de Zee-Zee, en el Festival de Piano ‘Rafael Orozco’. El exquisito melodismo del primer compositor atrajo de inmediato la atención del segundo en su propósito de difundir en sus recitales por Europa el extraordinario repertorio liederístico del músico austriaco, que trascendía propiamente la dimensión del canto, para situarse en uno de sus especialistas más importantes del siglo XIX. La transcripción de dos canciones, Der Müller und der Bach y Libesbostchaft han servido a Zee-Zee para presentar conjuntamente a los dos músicos y predisponer al auditorio desde el lirismo que encierran sus pentagramas. En cuanto a la primera hay que decir que fue su intervención más cuidada en expresividad, favorecida por la belleza del aria junto al arroyo describiendo desde el teclado las palabras del poeta Wilhelm Müller, que escogió Schubert para componer su ciclo La bella molinera, D 795 que, junto al ciclo titulado Winterreise, se erige en una de las cimas de este género lírico. Respecto de la segunda, mantuvo la línea marcada en la anterior transcripción, acentuando el sentido de mensaje amoroso que el poeta Ludwig Rellstab quiso plasmar en sus versos, y que el compositor eligió para su famosa colección póstuma de lieder El canto del cisne (Schwanengesang), la tercera obra maestra en este género de Franz Schubert.

   Para adentrarse en el exquisito pianismo de éste, interpretó a continuación su Sonata en do menor, D 958 que abre la trilogía que de esta forma musical compuso unos meses antes de fallecer en el otoño del año 1828. La austeridad que pide en el Allegro inicial quedó en una escasa manifestación testimonial, sólo diferenciada por un mejor sentido en el cromatismo de la mano izquierda en la parte de su desarrollo. En el Adagio no llegó a alcanzar ese carácter meditativo que al principio pide este movimiento, para tampoco sustanciar ese dramatismo que le sigue conforme se presiente la necesidad de llegar a su conclusión. Destacó en la misión contrastante del trío del tercer tiempo facilitada por el carácter intimista dado a su discurso. La intensidad que pide el Allegro final en su variedad quedó como un ejercicio de estudio más que como una recreación propiamente dicha, sin llegar a trascender sus cambios rítmicos que prácticamente sin un respiro se sucedían a lo largo de su desarrollo salvo en el final, que expuso como deseando terminar la ejecución de la obra.

   Liszt ocupó íntegramente la segunda parte del recital con tres episodios de la colección Años de peregrinación. El primero fue el descriptivo El valle de Obermann, sexta pieza del ciclo dedicado a Suiza en el que estuvo más centrada en la precisión de mecanismo que en el sentido poemático que requiere esta pieza. En relación a los Juegos de agua de la Villa d´Este hay que indicar que consiguió un destacado grado impresionista favorecido por la agilidad de su mano derecha, llegando a una mejor determinación de la resonancia de los registros agudos que se manifestaron con cierta sequedad percusiva a lo largo de la primera parte del programa, hasta llegar a su conclusión con un positivo grado de ritual concentración. El final de su actuación fue ocupada por la conocida Tarantella, S.162-3 del tríptico dicado a Venecia y Nápoles que compuso Liszt en 1859 como suplemento de su peregrinar pianístico por Italia.

   Ante la satisfacción del público, que llenaba el auditorio del Conservatorio de Córdoba, Zee-Zee ofreció una página característica de Robert Schumann, el Intermezzo de su Carnaval de Viena, op.26 con el que alcanzó la expresividad más determinante de su recital, dando la sensación de que con su ejecución se liberaba de las tensiones lisztianas que no terminaron de facilitar la manifestación de sus mejores capacidades de recreación musical.

Foto: Festival Rafael Orozco

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