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[C]rítica: Yves Abel dirige «La fille du régiment» de Donizetti en el Comunale de Bolonia

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Autor: Magda Ruggeri Marchetti
12 de noviembre de 2018

La propuesta escénica es del español Emilio Sagi

El triunfo del virtuosismo vocal

   Por Magda Ruggeri Marchetti
Italia. Bolonia. 9-XI-2018. Teatro Comunale. La fille du régiment (Gaetano Donizetti / Jules-Henry Vernoy de Saint-Georges y Jean-François-Alfred Bayard). Hasmik Torosyan (Marie), Maxim Mironov (Tonio), Claudia Marchi (La Marchesa di Berkenfield), Daniela Mazzucato (La Duchessa di Crakentorp), Federico Longhi (Sulpice), Nicolò Ceriani (Hortensius), Tommaso Caramia (Un Caporale), Cosimo Gregucci (Un Paesano), Cristina Giardini (Maestro di musica). Orquesta y Coro del Teatro Comunale. Director musical: Yves Abel. Director de escena: Emilio Sagi.

   La fille du régiment se estrenó el 11 de febrero de 1840 en el Teatro de la Opéra-Comique de París. El libreto está constituido por números musicales ligados entre sí por diálogos hablados, como es típico en la opéra-comique. Este género sencillo, gracioso y ligero, tomó su nombre del teatro de París, donde triunfó, y se distingue de la opera buffa en que abundan las historias de jovencitas casadas con ancianos. Esta pieza recoge en cambio la herencia de Le comte Ory de Rossini y constituye el puente hacia la operetta de Offenbach.

   La historia de amor entre la vivandera Marie y el joven Tonio, que se alista en el ejército francés para seguirla, es ligera y agradable y tuvo un gran éxito también en el Teatro alla Scala de Milán en octubre de 1840. Para el regimiento Marie es más bien una ahijada, y se ocupa de ella sobre todo Sulpice, un sargento que ella considera como padre.

   El director de escena Emilio Sagi ambienta este montaje, producción del Teatro Comunale, en la Segunda Guerra Mundial, con una conseguida iluminación de Daniele Naldi y acertados escenografía y figurines de Julio Galan. El primer acto presenta una cafetería a menudo ocupada por el regimiento. Al fondo la escalera de entrada y pequeñas ventanas en lo alto que asoman a la calle. El segundo nos traslada a la elegante mansión de la marquesa, donde exige que vaya a vivir Marie para educarla, habiendo revelado ser su tia. Allí emerge el contraste entre la sencillez del pueblo y de los militares y la altivez de los nobles, caricaturizada por personajes grotescos, que contribuyen con sus gestos y sus expresiones a ridiculizar la situación.

   Todo el espectáculo tiende hacia la ligereza y el desenfado, mientras el humor hace más divertida una trama sencilla que ofrece a Donizetti la posibilidad de mezclar marchas militares con tonos sentimentales, haciéndonos disfrutar de sus hermosas arias y de una música de excepcional belleza.

   La soprano Hasmik Torosyan, graciosa y temperamental, muestra dotes de gran intérprete tanto desde el punto de vista actoral como vocal. Su voz limpia, su fraseo delicado y preciso, su dominio de la coloratura y el control de los recursos, le permiten pasar de las partes ligeras a las emocionantes arias sentimentales con extrema desenvoltura. Resulta particularmente brillante en algunas arias, que arrancaron las más sonoras ovaciones del público. El tenor Maxim Mironov, con su seguridad, su facilidad en las notas altas y su raro lirismo, suscitó el aplauso no sólo con la famosa aria de los nueve «do» del I acto, sino también con la todavía más difícil del II: «Pour me rapprocher de Marie».

   Todo el cast es de altura: Claudia Marchi es una mezzo de fuerte personalidad que aborda con soltura las agilidades que exige la partitura y borda una Marquesa de Berkenfield altanera y ridícula. Perfectas las pocas frases de Daniela Mazzucato como Duchessa de Crakentorp. Federico Longhi es un Sulpice muy convincente que domina el escenario con pericia y explota todas sus excelentes posibilidades vocales. Profesional y mesurado el Hortensius de Nicolò Ceriani, y más que correcto el resto del cast. Magníficos los dúos, los tríos, los concertati, y la redonda actuación del coro, dirigido por Andra Faidutti.

   Se consiguió transmitir la sensación de un perfecto ensamblaje vocal e instrumental, sin duda por mérito de la inteligente lectura del director de orquesta: Yves Abel es uno de los mejores de su generación, no solo en el repertorio operístico sino también en el concertístico, y sabe poner de relieve el contraste entre las partes sentimentales y las alegres y festivas. Su dirección vivaz y precisa hace emerger la gran vitalidad de esta maravillosa música, interpretando perfectamente el espíritu característico de la opéra-comique y consiguiendo un fraseo preciso y variado y un soberbio juego de timbres y acentos. Yves Abel arrancó de la orquesta del Teatro Comunale un sonido ligero y expresivo, un mosaico de estilos, alusiones y contrastes.

   Un divertido espectáculo, con unas prestaciones musicales y teatrales de alta categoría artística y profesional. El público, entusiasmado, aplaudió y ovacionó largamente a todo el equipo.

Foto: Rocco Casaluci

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