Yo-Yo Ma y la pianista Kathryn Stott ofrecen un recital en el ciclo de Ibermúsica
Humano magisterio
Por Raúl Chamorro Mena
Madrid, 26-X-2022, Auditorio nacional. Ciclo Ibermúsica. Concierto extraordinario. Yo-Yo Ma, violonchelo y Kathryn Stott, piano. Obras de Felix Mendelsshon, Caroline Shaw, Jean Sibelius, Ernst Bloch, Antonín Dvorák, Errolyn Wallen, César Camargo Mariano, Violeta Parra, Astor Piazzolla, Harold Arlen y Ross Parker.
Un Auditorio Nacional prácticamente lleno recibía al ya mítico violonchelista Yo-Yo Ma acompañado por la magnífica pianista Kathryn Stott en un programa muy variado, aunque un tanto desequilibrado entre sus dos partes, con presencia importante de obras populares y contemporáneas, que forman parte del disco que han publicado ambos artistas.
Con ello, el gran artista nacido en París dotaba al evento de un tono sencillo, a la par que fraternal combinado con la capacidad de atraer a la mayor cantidad de público posible, lo cual consiguió, pues el Auditorio Nacional presentó una gran entrada.
Desde la Canción sin palabras para violonchelo y piano op. 109 de Mendelsshon, pudo escucharse el bello sonido, también algo mermado de volumen y presencia sonora, y la musicalidad en la exposición de la pieza, también cierto amaneramiento por esa manera de desvanecer el sonido parando el tiempo que prodigó durante todo el concierto.
En el aspecto interpretativo, pudo apreciarse durante todo el evento esa mezcla de humana comunicatividad y contenida sobriedad del artista franco americano, así como su plena compenetración con la pianista inglesa.
A continuación de esta primera pieza en la que ejerció una labor de acompañamiento, en segundo plano, el sonido del piano de Kathryn Stott surgió bello, amplio y colorido en la tradicional Scarborough fair con difíciles pizzicati con ambas manos para el chelo y en la también plena de ecos populares, en este caso del folklore americano de principios del XIX, Shenandoah arreglada por Caroline Shaw (nacida en 1982) para ambos intérpretes.
La calidez del sonido, musicalidad, capacidad cantable y comunicatividad del gran chelista comparecieron en ¿Fue un sueño?, cuarta canción de su Op. compuesta por Jean Sibelius para la soprano Ida Ekman. Esta obra fue dedicada al público por Yo-Yo Ma mediante un discurso leído en castellano, en el que recordó a las víctimas de la pandemia, guerras y demás sucesos trágicos, aludiendo al consuelo que siempre puede ofrecer la música.
Uno de los mejores momentos de la noche fue la interpretación de De la vida judía de Ernst Bloch (1885-1977), en la que el violonchelo, siempre comunicativo y sensible del artista franco-estadounidense, expresó el sentido contemplativo y evocador, el lamento sereno y el canto recogido e intenso de sus tres partes, oración, súplica y canto judío. Todo ello con abundante presencia de evanescentes pianissimi, vaporosas sfumature y una impecable compenetración con el teclado, tan concentrado como apropiadamente reflexivo, de Stott.
La capacidad cantable de chelo de Yo-Yo Ma lució en las 4 piezas románticas de Antonín Dvorák, de gran delicadeza pastoril y claros rasgos vocales, como destaca María del Ser en el artículo del programa de mano.
La segunda parte comenzó con Dervish de la compositora británica nacida en 1958 Errolyn Warren, pieza introducida en este caso por Kathryn Stott que se dirigió al público en inglés y le pidió, jocosamente, que no bailara. Un pasaje pianístico sobre la mano izquierda permitió a Yo Yo Ma delinear frases contrastadas y evocar el carácter místico de esta danza sufí, para terminar con una parte de ímpetu rítmico con ecos de jazz, en la que resultó un tanto superado por el brillante teclado de Stott.
El carácter danzable de Cristal de César Camargo y la popular canción de Violeta Parra Gracias a la vida, dieron paso a la última parte dedicada a Astor Piazzolla (1921-1992), que cerró con brillantez el concierto. En Libertango y El gran tango se puso de manfiesto, una vez más, la gran compenetración entre ambos intérpretes, pero el sonido del chelo resultó un tanto apagado y superado por el rutilante, nítido y bien aquilatado de la pianista. Sin embargo, Yo-Yo Ma encontró en Soledad una pieza apropiada para lucir su cantabilità y sedoso sonido, logrando frases de gran belleza.
Igualmente, el chelo delineó con primor la bellisima melodía de la canción de Harold Arlen Over the Rainbow que inmortalizó la gran Judy Garland en la película El mago de Oz (Victor Fleming, 1939).
Después y como segunda y última propina, Yo-Yo-Ma y Kathryn Stott ofrecieron la canción de Ross Parker We’ll meet again que, interpretada por Vera Lynn, alcanzó gran popularidad entre las tropas británicas en la Segunda Guerra Mundial.
Apuntar, que transcurrida la época pandémica en la que se instauró el miedo a toser para no resultar señalado o, incluso, invitado a abandonar la sala, el festival de toses ha regresado con toda su fuerza y desagradable sonoridad a los conciertos del Auditorio Nacional.
Foto: Rafa Martín / Ibermúsica
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