Crítica de José Antonio Cantón del concierto de la Sinfónica de la Región de Murcia bajo la dirección de Yaron Traub
Sones de inspiración africana
Por José Antonio Cantón
Murcia, 20-IV-2023. Auditorio y Centro de Congresos ‘Víctor Villegas’. Orquesta Sinfónica de la Región de Murcia (ÖSRM). Solistas: Brass for Africa. (Tonny Mwolese (trompeta), Sumayya Nabakooza (tuba), Allan Mukama (bombardino): Mouris Sekiranda (trombón), Confidence Mugisha (trompeta) e Ivan Kibuuka (percusión)), Director: Yaron Traub. Obras de Ricardo Mollá, Guy Barker & Alan Fernie y Franz Schubert.
La incursión de dos estrenos en el decimo segundo programa del Ciclo Sinfónico de la temporada del Auditorio de Murcia había levantado expectación por la novedad que supone siempre encontrarse con nuevas composiciones, la intervención del quinteto de metales y percusión Brass for Africa y la dirección de uno de los maestros más reconocidos por su elegante y segura eficacia de transmisión como es el israelí Yaron Traub, siempre una garantía en pódium.
El primer estreno, en este caso absoluto, fue el de la obra Kilimanjaro, encargada por la ÖSRM y escrita para un conjunto de metales y percusión, del compositor caudetano Ricardo Mollá, cuyo prestigio como intérprete le lleva a ser considerado como uno de los mejores trombonistas de su generación en España, cualidad que le ha permitido moverse con destacada soltura técnica en la creación de esta composición de claro carácter descriptivo escrita en tres movimientos, en los que el pulso interno de su polirritmia marca su principal intención estética inspirada en las tradiciones musicales de Tanzania y Kenia propias de las amplias regiones que circundan la montaña más alta del continente africano. Yaron Traub asumió su lenguaje con tal claridad de gesto que fue factor determinante para el virtuoso resultado obtenido por los miembros de la ÖSRM, muy identificados con la equilibrada y alternante dialéctica que propone el compositor entre la percusión y los instrumentos de metal generando una especial biensonancia en el primer movimiento, dedicado a presentar a Kofi, protagonista del relato que subyace en la obra y que se hace muy presente en el fiscorno que destaca en el Ritual massai que da título al segundo tiempo. La percusión se impuso en el tercero como sustento rítmico previo a alcanzar la cumbre del gran volcán dormido, imponiéndose, como si de una escalada se tratara, la estimulante cadencia obstinada que sustancia su final. El público se identificó plenamente con la actuación a resultas de los intensos y merecidos aplausos que fueron compartidos por compositor, director y orquesta.
Siguiendo con el continente africano, se presentó la obra Kisoboka (Todo es posible), nombre de un movimiento social centro-africano ocupado en sacar del subdesarrollo a grupos de población joven, idea que ha servido a los músicos británicos Guy Barker y Alan Fernie para componer una obra con tal título y ser presentada a través de las actuaciones de la Orquesta Sinfónica de la Región de Murcia, la Orquesta de Castilla y León y la Orquesta Sinfónica de Bilbao, que viene a confirmar la necesidad y bonanza de su proyecto educativo Brass for Africa que, a través de la música, descubre y rehabilita futuras generaciones de intérpretes de instrumentos de viento-metal, permitiendo que su vida cambie en sentido y dignidad. Es el caso de los componentes del quinteto que con dicho nombre actuaba en esta velada, que han generado el entusiasmo de un público entregado que así se manifestó también ante la descriptiva naturaleza sencilla y de fácil percepción de la ya referida pieza Kilimanjaro que abrió el concierto.
La monumental Sinfonía en do, D 944 “La Grande” de Franz Schubert ocupó su segunda parte, lo que propició una de las mejores actuaciones de la ÖSRM en la presente temporada. Yaron Traub, en un ejercicio de muy alto grado musical, desgranó cada uno de los cuatro movimientos que la integran de tal manera que técnica, sentimiento y expresividad funcionaron como un todo orgánico, hecho que sólo se puede admirar a los grandes maestros que llegan a entender la singular belleza de esta obra crucial en la evolución del sinfonismo romántico. Dirigió con seguridad el primer tiempo, distinguiendo la serenidad de su inicio, el alegre contraste subsiguiente y la triunfante coda. Cuidó desde el ritmo punteado del Andante con moto que no hubiera una presteza indeseada, con ocurre en otras versiones, engrandeciendo el efecto de la transición con el cambio a la tonalidad mayor, con un manifiesto estímulo en destacar la participación de las trompetas.
Siguiendo con un gran control del discurso sin el menor atisbo de rigidez, supo diferenciar las distintas emociones que se suceden en el Scherzo derivadas de su esquemática estructura de forma sonata acentuando el modo mayor en su trío central y propiciando un superior vuelo a los vientos antes de su final, para adentrarse en el alegre vivace que cierra la sinfonía con una orquesta entregada a la claridad de su exposición como agradecida respuesta al haber sido conducida por un maestro de alta escuela. Sin duda, la ÖSRM cuajaba una de las actuaciones más destacadas de la presente temporada.
Foto: Sinfónica de la Región de Murcia
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