Carlos González Abeledo escribe una semblanza del gran tenor italiano, que nació tal día como hoy de 1888.
Por Carlos González Abeledo
Rafaele Attilio Amadeo (Tito) Schipa nace el 27 de diciembre de 1888 en la localidad de Lecce, pequeña población sita en la costa adriática del sur de Italia, aunque en su partida de nacimiento oficial consta el 2 de enero de 1889, motivo por el que es esta fecha la que figura en gran parte de sus biografías como la de nacimiento. Desde niño mostró grandes aptitudes musicales, inclinándose por el canto y debutando en esta disciplina muy joven, a los 22 años, en el Teatro Fachinetti de Varcelli como Alfredo en La traviata.
Comenzó cantando con una pequeña compañía de ópera en teatros de provincias, hasta que en la temporada 1912-1913 debuta en los teatros Dal Verme de Milán y Verdi de Trieste. Por aquel tiempo alternaba papeles líricos y lírico-spintos, poco adecuados estos últimos para su voz. Graba en Milán su primer disco, y poco después consigue un contrato para cantar en el Colón de Buenos Aires el Gerard de la ópera Lakmé. De vuelta en Italia prosigue su carrera debutando en varios de los principales teatros italianos y en el verano de 2014 vuelve a Buenos Aires donde canta por primera vez el Des Grieux de la Manon, uno de los papeles que le dieron posteriormente mas fama.
Durante la temporada 1915-1916 debuta en La Scala de Milán también con el Des Grieux y en seguida inicia su relación con el Real de Madrid y con el Liceo de Barcelona, teatros con los que tiene una exitosa y continua colaboración hasta 1920. Protagoniza en 1917 el estreno mundial en Montecarlo de La rondine (Puccini) y en la temporada 1919-1920 da el salto a Norteamérica, donde canta en la Ópera Lírica de Chicago y posteriormente (1923) en el Metropolitan de Nueva York, teatro con el que mantiene una intensa actividad hasta la temporada 1940-1941.
En las décadas de los años 20 y 30, acomete numerosas grabaciones de arias y fragmentos operísticos, entre las que hemos de destacar la integral del Don Pasquale donizetiano, acompañado por Ernesto Badini (Don Pasquale), Adelaide Saraceni (Norina) y Afro Poli (Dr. Malatesta) con Carlo Sabajno al frente de los conjuntos de la Scala de Milán. Igualmente graba varios discos de canciones populares en los que interpreta tanto canciones napolitanas como españolas e incluso tangos, reminiscencia de sus viajes a Buenos Aires. En estos exitosos años protagonizó también varias películas, siendo la mas conocida la titulada Vivere (1937), film autobiográfico en el que interpreta entre otras la canción del mismo título, obra del compositor Cesare Andrea Bixio, posteriormente grabada por muchos otros tenores entre los que se encuentran Gigli, Bergonzi y Pavarotti, por citar sólo los mas conocidos. Alterna en estos años sus giras americanas con estancias en Roma, donde tenía su residencia oficial, y actuaciones en Milán, preferentemente.
Durante la Segunda Guerra Mundial es acusado de colaborar con la dictadura de Mussolini, actuando preferentemente en Italia. Terminada la guerra continuó con su carrera durante mas de diez años, alternando óperas y conciertos, con giras que le llevaron entre otros países a Rusia, acabando su ya larga carrera en Nueva York dando clases de canto a la vez que numerosos recitales. Murió en esta ciudad el 16 de diciembre de 1965, siendo sus restos trasladados por iniciativa del gobierno italiano a Lecce, en cuyo cementerio reposa, bajo una sencilla lápida.
Schipa destacó más que por su voz -ni el volumen ni la extensión eran grandes- por su arte y manera de cantar. Supo escoger enseguida el repertorio que mejor le iba a sus características vocales, como hemos dicho no extraordinarias. Aunque al principio de su carrera alcanzaba el si3, durante la mayor parte de la misma su voz no pasaba del sib3, pero la octava aguda hasta esa nota era consistente, no apreciándose diferencias ni en el color ni en la emisión con el resto de registros. Con una proyección de la voz ejemplar, era un maestro del saber decir, de las filaturas y esfumaturas, y estaba en posesión de una técnica prodigiosa del legato, del ataque, y del ritmo. Usaba a menudo el rubato con exquisita sabiduría, siendo al mismo tiempo muy respetuoso con la partitura. Y siempre muy musical y cercano.
Ejemplo típico del “tenore di grazia”, son modélicos su Ernesto (Don Pasquale), Nemorino (L´elisir d´amore), Edgardo (Lucia de Lammermoor), Elvino (La sonámbula), Des Grieux (Manon) y Werther. Con una sólida formación musical, hizo sus pinitos como compositor, escribiendo diversas canciones e incluso una opereta. Por todo ello siempre tendrá un hueco entre los mas grandes tenores de la primera mitad del siglo XX, al lado de Enrico Caruso, Miguel Fleta, Aureliano Pertile, Giacomo Lauri-Volpi y Beniamino Gigli.
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