Tiago Rocha, contrabajo solista, y Mar Rodríguez, ayuda de solista, entrevistados en Codalario por Agustín Achúcarro para contextualizar el próximo concierto de la Sinfónica de Castilla y León, con Thierry Fischer al mando
Tiago Rocha: «La Manfred no es el característico Tchaikovsky»
Un reportaje de Agustín Achúcarro
Viernes y sábado son los días de esta semana en los que la Orquesta Sinfónica de Castilla y León dará sus conciertos de la temporada, en el Auditorio de Valladolid. Cita, pues, a partir de las 19:30h, con la Sinfonía nº4 en si bemol mayor, op. 60 de Beethoven y la Sinfonía Manfred, en si menor, op. 58 de Chaikovski, bajo la dirección de Thierry Fischer.
Siguiendo con la pauta de que sean los propios músicos de la OSCyL los que den sus impresiones en la previa del concierto, recurrimos a Tiago Rocha, contrabajo solista, y Mar Rodríguez, ayuda de solista. Ellos ponen en valor el instrumento que tocan. «Como sabemos todos- comienza Rodríguez- es el instrumento más grave y grande de la cuerda, y tiene el trabajo más desagradecido, al que menos se le escucha, porque no proyecta, o porque es el menos melódico, pero creo que es el más interesante y al que más chicha se le puede sacar. Cuando los directores trabajan con los graves, es cuando nos gusta más, y creo que se puede montar cualquier obra mucho mejor desde la base de la armonía de los graves, por eso opino que tenemos mucha más importancia de lo que mucha gente piensa», esgrime la contrabajista, mientras Rocha refrenda esta valoración. «Somos un instrumento armónico, entre comillas, la base de la orquesta, por ser tan grave y porque mantenemos mucho el ritmo. Y es muy importante el trabajo que hacen con nosotros los directores, pues nuestro sonido es como una ola que empuja a los músicos hasta la arena, que es el público». Y para conseguir todo eso es «muy importante que estemos muy juntos» y que «en los pizzicatos llevemos la misma respiración, el mismo timing, escuchando a nuestros compañeros solistas, sobre todo a los vientos». Un tema que zanjan ambos con una sonrisa abierta y una conclusión: «¡Al final, somos importantes!».
Todavía una cuestión más sobre las palabras en cursiva, que aparecen en los programas al lado de sus nombres. Un detalle que Mar Rodríguez deja claro. «Partimos de la base de que todo el mundo va igual de preparado, sea o no solista, ayuda de solista, primer tutti o segundo tutti. Hay que establecer roles dentro de la orquesta, y somos hormigas dentro del mismo hormiguero, en cada sección, como en cualquier trabajo, hay un responsable, y en este caso es Tiago. La Ayuda de solista está para cuando el solista falta, por enfermedad o el motivo que sea, y si se cuenta con el solista, para reforzar y apoyar». Rodríguez, el solista, asiente a lo que explica su compañera. «Es lo que dice Mar. Yo no tengo que tocar más que nadie, ni nadie más que yo, es un trabajo de grupo, en el que tengo la responsabilidad, en algunos momentos, de decidir qué arcos se deben hacer, hablar de ciertas cuestiones de articulación con el director, o solventar alguna duda de los compañeros. Intentar-continúa el contrabajo- liderar en algunos momentos para mover el tempo o cosas así, pero nada más» Además, Rocha reconoce que con la ayuda de su compañera todo «se torna fácil de hacer». «A ella siempre le puedo pedir una opinión sobre cosas que se pueden hacer o no, si cree que vamos por el buen camino o si hay que consultar al director», agrega el solista.
Dejada clara la importancia del contrabajo y su labor en la orquesta, ambos músicos exponen sus ideas sobre las dos obras que van a interpretar, empezando por la sinfonía de Beethoven, compositor del que Fischer tiene pensado dirigir todas con la OSCyL. Rocha considera que con la Sinfonía nº4 del de Bon, «están haciendo un trabajo de cámara, pendientes de lo que hacen los compañeros y de acompañarles». «Trabajamos mucho para tener una mejor conexión, algo en lo que insiste mucho Fischer, y creo que estudiamos líneas muy bonitas de hacer, lo que está en la partitura, evitando como dice Fischer, cosas impuestas por la tradición, como acentos que no existen». Sobre la sinfonía de Beethoven, Rocha concluye recordando que «en el cuarto movimiento llevamos un tempo bastante rápido, que nos obliga a dar muchas notas». Recoge el guante Rodríguez y, al hilo de lo expuesto por su compañero, añade lo siguiente: «Beethoven, Haydn, Mozart poseen un repertorio muy difícil». «En uno de estos ensayos un compañero nos decía: yo quiero ser contrabajo, pero luego te sale determinado pasaje y dices ¡huy!, qué complicado».
Rocha sigue la conversación con su opinión sobre la obra de Chaikovski. «Pienso que es muy densa, aunque tiene momentos de todo. Se nota que es Chaikovski, aunque sea muy diferente a lo que estamos acostumbrados de sus sinfonías. Siento que es una música distinta, no el característico Chaikovski de las sinfonías y los conciertos». «Manfred exige un trabajo diferente-argumenta la contrabajista- en el que pasan tantas cosas, y la densidad sonora es mayor, de hecho, somos ocho contrabajos, para favorecer la proyección del instrumento, pues este compositor diferenciaba mucho entre una f, 2f ,3f o 4f. Hay que intentar no apretar, no reventar al instrumento, que es lo que nos pide Fischer». Ideas que Rocha subraya. «Con más aire y menos presión, para que el sonido tenga una mayor proyección. Simplemente al apretar ya no podemos tener el mismo color, el mismo timbre y no vamos a sonar juntos».
En una última reflexión sobre la obra del compositor ruso, Rodríguez recuerda que «pasan muchas cosas, hay muchos temas», mientras que Rocha alude a «los muchos choques con trombones y tubas, luchando entre ellos».
No se puede terminar esta conversación sin hablar del director titular Thierry Fischer. La contrabajista pondera la labor que está haciendo. «Trabaja para establecer una jerarquía, una forma de hacer con la idea de que cuando él no esté sigamos en esa línea. Claro, luego, al fin y al cabo, cada director tiene su manera de dirigir. Se trata de mantener una línea de trabajo, y hay que seguir en ella, está insistiendo en muchas cosas de fondo, como los balances, cosa que se agradece».
Un concierto que ambos consideran que «va a ser muy sentimental», que «va a dejar un buen sabor de boca», pues los dos contrabajistas valoran que en este concierto «lo más satisfactorio es poder trabajar una obra a un nivel más camerístico, con la de Beethoven, y otra, la de Chaikovski, a nivel más sinfónico».
No falta tampoco un guiño al público por parte de Mar Rodríguez, a lo que se suma asintiendo Tiago Rocha. «Gracias por venir por, al terminar un concierto, poder escuchar su aplauso. El agradecimiento es mutuo».
Foto: OSCyL
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