Crítica del concierto de la Orquesta Sinfónica de Castilla y León, bajo la dirección de Thierry Fischer y con la violinista Leticia Moreno como solista
Del equilibrio, el buen hacer, y la búsqueda de la magia sonora de Falla
Por Agustín Achúcarro
Valladolid. Temporada de la OSCyL. Auditorio de Valladolid, Sala sinfónica López Cobos. 26-IX-2024. Orquesta Sinfónica de Castilla y León. Dirección: Thierry Fischer. Solista. Leticia Moreno, violín. Obras: Suite nº1 de La Arlesiana de Bizet, Fantasía sobre temas de la ópera “Carmen”, para violín y orquesta, op. 25 de Sarasate, Kauyumari de Gabriela Ortiz y las Suites nº1 y nº2 de El Sombrero de tres picos de Manuel de Falla.
Comenzó la temporada de la Orquesta Sinfónica de Castilla y León con un cambio de última hora. Estaba prevista la interpretación del Concierto de Aranjuez de Rodrigo, y, según informó la OSCyL, debido a un problema familiar médico, el guitarrista Pepe Romero tuvo que ausentarse. En su lugar se programó la Fantasía sobre temas de la ópera «Carmen» para violín y orquesta de Sarasate, para la que se contó con la violinista Leticia Moreno.
Al día siguiente del concierto del que se hace este comentario, la actuación de la OSCyL estuvo dedicada a Monika Piszczelok, violinista de la orquesta durante 18 años, fallecida recientemente.
En la Suite nº1 de La Arlesiana, Thierry Fischer amalgamó los sonidos y buscó un continuo equilibrio, reseñando aquí la labor del saxo alto y su timbre tan característico. Más allá de eso, del gusto y el refinamiento, que no es poco, quizá se pudo aplicar más apasionamiento en el Preludio y una mayor energía en el Carillon conclusivo, algo que sí se dio cuando se incluyó en la inusual propina. Por el contrario, el Adagietto, con las cuerdas, mantuvo una proverbial carga emocional.
En cuanto a la Fantasía sobre temas de la ópera Carmen, no se puede perder de vista el hecho de que se programó de manera repentina, sin tiempo. La violinista Leticia Moreno fue una solista segura, de un sonido cuidadísimo, con pianos en los que el timbre nunca se pierde, con un arco flexible, y la orquesta estuvo ahí, en todo lo que se le requería, bien ajustada con la violín. Quedó una Carmen estética, dejándose en el olvido ese personaje y esa partitura, para nada unívocos, tan elegante como plena de colorido y de carácter. Quizá, la valoración de esta interpretación sería diferente, en caso de que se hubiera podido preparar la obra con más tiempo. Fuera de programa, Leticia Moreno interpretó la Nana de Falla junto a la pianista Irene Alfageme, en una interpretación excelsa por parte de ambas.
Kauyumari de Gabriela Ortiz, compositora en residencia de la OSCyL, parte de recursos llamativos, pero no novedosos. Obra estrenada en 2021 por la Filarmónica de los Ángeles bajo la batuta de Gustavo Dudamel. En su estreno, según escribe en el programa de mano María del Ser, la autora explicó que «la textura orquestal evoluciona hacia un complejo e incisivo patrón rítmico, hasta que la propia melodía se convierte en irreconocible, dando lugar a una sección coral que otorga a los instrumentos de viento, mientras se mantiene el acompañamiento rítmico». La obra precisó de un mayor despliegue de acentos y timbres, aunque resultó impactante y lograda en el crecimiento dinámico.
Terminó el concierto con las Suites nº1 y nº2 de El sobrero de tres picos de Manuel de Falla. Y Fischer volvió a imponer cualidades como el refinamiento, el equilibrio sinfónico y el control de la orquesta. En la Suite nº1, se aplicó ese sonido cuidado, elaborado, pero sin el sabor de la espontaneidad de lo popular. Se sumó una más emocional interpretación de la Suite nº2, en la que preponderó la energía del baile y un sonido algo exuberante, aunque sin llegar a captar totalmente los contrastes y la evocación de los ritmos de danza españoles, que Manuel de Falla no solamente recrea. Acertadas todas las intervenciones solistas, algo recurrente durante todo el concierto. La orquesta y director fueron rotundamente aplaudidos por el público.
Fotos: OSCyL
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