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Crítica: 'The rake's progress' de Stravinsky en la Ópera de Frankfurt

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Autor: José Amador Morales
18 de abril de 2017

Rake's progress coral

   Por José Amador Morales
Ópera de Frankfurt. 9 de Abril de 2017. Igor Stravinsky: The rake's progress. Alfred Reiter (Trulove), Elizabeth Reite (Anne Trulove), Theo Lebow (Tom Rakewell), Kihwan Sim (Nick Shadow), Barbara Zechmeister (Mamá oca), Tanja Ariane Baumgartner (Baba la turca), Peter Marsh (Sellem), Barnaby Rea (Guarda del manicomio). Coro y Orquesta de la Ópera de Frankfurt. Tito Ceccherini, dirección musical. Axel Weidauer, dirección escénica.

   El impacto que causó en Stravinsky la colección de grabados y pinturas del ilustrado William Hogarth titulada The rake’s progress fue el punto de partida para la composición de su ópera del mismo nombre. Una obra que destila como pocas el magnetismo de haber sido creada de un solo trazo, cuya inspiración y absoluta validez deben mucho al extraordinario libreto de W. H. Auden, sin duda imprescindible a la hora de entender la idiosincrasia de la misma. La feliz inclusión del personaje de Nick Shadow (inexistente en la colección de Hogarth) aporta una carga dramática a la historia sin la cual es difícil entender el éxito de este título stravinskiano al tiempo que lo entronca por derecho propio con la gran tradición lírica de personajes mefistofélicos creados por Meyerbeer, Gounod, Berlioz, Boito, etc. Stravinsky remata con esta ópera su extenso periodo neoclasicista, que se identifica fácilmente en el uso de una orquesta de formato reducido, incorporando incluso el clavicémbalo, y en la estructura de arias y recitativos. No obstante su música es, dentro de su indiscutible personalidad, definitivamente ecléctica, combinando guiños a la música de Mozart o Haydn con un registro atípico en el uso de los instrumentos, un tratamiento armónico libre (tonal fundamentalmente en las voces) aunque no exento de disonancias y su característico potencial rítmico. Es sorprendente cómo algunos números no están muy lejos del género de los musicales mientras que otros revelan una intensidad dramática no muy alejada del universo de Britten.

   La Frankfurt Ópera ha rescatado durante este mes de abril la producción de The rake’s progress de Stravinsky que ideara Axel Weidauer hace cinco años. La sala, fantástica respecto a la cercanía e inmediatez con el público (el máximo aprovechamiento del espacio permite que la última fila de cada piso no esté muy alejada del escenario) así como por una acústica muy natural y equilibrada, parece ideal para una obra de este tipo. No hay extravagancias ni insustanciales efectismos en la propuesta de Weidauer que desarrolla la historia en un entorno atemporal, si bien contemporáneo en determinados momentos, ofreciendo una lograda proporción entre los pasajes más trágicos, como la escena del manicomio diseñada con un acertado vacío escénico, y los más cercanos al humor negro, como la escena de la subasta. La licencia de cambiar al personaje de Baba la turca de mujer barbuda a mujer sin piernas resulta interesante, ofreciendo momentos tan divertidos como estéticamente interesantes.

   Ceccherini apostó por una versión de gran impacto rítmico, no exento de un conveniente lirismo en determinados momentos, a costa de un tratamiento orquestal tímbricamente interesante. Bajo su batuta la orquesta de la Ópera de Frankfurt se mostró compacta y maleable, de sonido un tanto mate, con aportaciones solistas magníficas, especialmente en lo que respecta a fagot y trompa.

   En cuanto a las voces, el trío protagonista, perteneciente al completo a la propia compañía francfortesa, se reveló homogéneo y notablemente entregado. Destacó por adecuación y medios la Anna de Elizabeth Reiter. A pesar de su timbre impersonal y liviano de partida, la soprano americana convenció en su recreación de la enamorada protagonista en base a una gran versatilidad que le permitió sortear con aparente facilidad el extremo registro que exige su gran monólogo “No word from Tom”. Por su parte, Kihwan Sim interpretó un consistente Nick Shadow, tanto vocal como en lo interpretativo. Con una materia prima un punto clara de partida, posee un importante volumen y generosa proyección, funcionando mejor en los diálogos y en recitativos que dotaba de un acertado histrionismo; tal vez en momentos como el célebre “I was never saner” se echó en falta más contundencia expresiva. Finalmente, el Tom de Theo Lebow se reveló algo ligero conforme el personaje progresa dramáticamente, pero en todo caso musical y cumplidor. Muy convincente la Tanja Ariane Baumgartner en Baba la turca y adecuado el resto del reparto.

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