Por Juan Carlos Galtier
Zaragoza. 15-I-17. Sala Mozart del Auditorio de Zaragoza. Sociedad Filarmónica. The Brahms Project. Josep Colomé, violín; Joquín Riquelme, viola; David Apellániz, chelo; Enrique Bagaría, piano. Cuartetos con piano nº 2 op. 26 y nº 3 Op. 60 de J. Brahms.
La Sociedad Filarmónica de Zaragoza demostró una vez más con este concierto ser el marco de referencia imprescindible para la música de cámara en la capital aragonesa. Donde en décadas pretéritas actuaron los De Larrocha, Zabaleta, Ayo o Yepes hoy están, por ejemplo, los Bagaría, Riquelme (viola de la Filarmónica de Berlín), Colomé o Apellániz que forman el conjunto que actuó en este concierto. Brahms Project, que llegaba a Zaragoza tras cosechar importantes éxitos en Barcelona y Galicia, nace del encuentro de cuatro de los mejores músicos españoles de su generación con importantísimas carreras tanto en el campo docente como en los escenarios pese a que solo uno de ellos acaba de cumplir los 40 años y no parece casual que los cuartetos con piano de Brahms estén en el nacimiento de este grupo ya que son auténticas joyas de la música de cámara de todos los tiempos.
El concierto comenzaba con el Cuarteto con piano nº 2 op. 26 y enseguida vimos las cartas con las que los músicos iban a jugar. La brillante técnica de los 4 intérpretes era puesta, con toda la modestia del mundo, al servicio de un cuidado trabajo común en el que todos se escuchan sin necesidad de mirarse demasiado y que al final conduce a una interpretación donde la claridad y el respeto por la forma derivan, sin saber cómo, en la emoción; como comentábamos el domingo tras el concierto con el estupendo clarinetista Francisco Antonio García, Brahms es así, todo en él está ordenado, es profundamente formal pero, sin esperarlo, te va llevando hasta un punto en que la emoción te embarga y notas cómo la música reina en estado puro. Los cuatro intérpretes destilaron a la perfección ese concepto algo más formal en el Cuarteto número 2 y algo más libre en el 3 que ocupó la segunda parte; así la música de Brahms sonó, no solo a la perfección, sino llevándonos a todos los presentes a sentir la profundidad sencilla de su música, limpia, formal, pero que siempre nos engancha. Los cuatro intérpretes tuvieron un rotundo éxito en Zaragoza que confirma que estamos ante uno de los proyectos camerísticos más destacados surgidos en España en esta década. En resumen un lujazo de tarde de música de cámara por el que solo cabe dar las gracias tanto a sus intérpretes como a sus organizadores.
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