El director de orquesta Teodor Currentzis, entrevistado por Enrique Montesdeoca como portada de Codalario en el mes de noviembre de 2024
TEODOR CURRENTZIS: «Lo que debilite el misterio de la música debe ser eliminado del hacer musical»
Una entrevista de Enrique Montesdeoca
Teodor Currentzis inició su gira por España a principios de octubre en el Auditorio Nacional de Música, y ofreció al público madrileño un concierto único que, cumpliendo con las expectativas, no dejó a nadie indiferente. Ocupado con la música de Shostakovich e inmerso en los poemas de Yvan Goll, Teodor Currentzis relata algunos de sus recuerdos de su estancia en Madrid, una ciudad que ama por diferentes razones, y a la que volverá en marzo de 2025. En nuestra conversación, expone sus ambiciones y su filosofía de los ensayos y de la confección de programas. También se sincera acerca de su problemática relación con el sistema musical de producción masiva y rutinaria, y ahonda en el fenómeno inconmensurable, misterioso que es la música, y el papel que juega la catarsis en su búsqueda del sentido y la verdad artística. Un Currentzis poético, reflexivo y ascético.
Sé que Madrid ha tenido mucha importancia en su carrera y formación. Me gustaría preguntarle cuál es su relación con esta ciudad.
Adoro Madrid. Es una relación muy especial la que tengo con esta ciudad, porque la visité frecuentemente y también viví una temporada, cuando Gerard Mortier estaba aquí. Es un periodo precioso de mi vida. También adoro al público madrileño y debo reconocerle que me llena de ilusión saber que vuelvo a esta ciudad.
De hecho, regresa usted en marzo de 2025 con dos conciertos: La novena de Bruckner y La segunda de Mahler. Dos obras colosales. Me pregunto cuál es su vínculo con estas y qué motivó su elección.
Estas son el tipo de obras que, a mi juicio, crearon una nueva era del sonido y de la profundización en las emociones del ser humano. Son obras muy importantes y, para mí, son el punto de partida en la cronología del posromanticismo y expresionismo, porque después de La novena de Bruckner llega el silencio de la modernidad. Después de La quinta de Mahler llega la última batalla de la complejidad. Sencillamente son obras muy importantes, tanto para la orquesta como para el director, y este último debe determinar cuál es el camino correcto para reflejar y traer a la luz estos temas. Mostrar qué «significa» esta música.
Sé que para usted la confección de programas es importante, y que piensa detenidamente sobre las obras que presenta y cómo las presenta. Anoche escuchamos Verdi, Tchaikovsky y Shostakovich y me pregunto si había algún hilo conductor entre las obras.
Es cierto, pero en esta ocasión no lo ha habido. La elección real, el objetivo del concierto, era poner en sonido la Quinta sinfonía de Shostakovich. Las otras dos obras fueron peticiones, especialmente la obertura de La forza del destino, pero accedí porque conceptualmente posee un lazo con Madrid. Siempre quise hacer esta obra en Madrid porque durante mi estancia en esta ciudad viví en la Plaza de Oriente, cerca de la casa de Verdi. ¡Casi en la puerta de al lado! Pasé mis días en Madrid allí, por lo que conozco las historias de Verdi y sus comportamientos en las fiestas… Esta obra, además, fue estrenada por primera vez en San Petersburgo, así que pensé «¿por qué no?». Tuvimos bastantes peticiones para tocar una obertura de Verdi, así que decidí que fuera esta por los motivos que acabo de comentar. En cualquier caso, la idea era venir y mostrar la Quinta sinfonía de Shostakovich.
«Después de La novena de Bruckner llega el silencio de la modernidad»
«Durante mi estancia en esta ciudad viví en la Plaza de Oriente, cerca de la casa de Verdi»
Ciertamente fue el núcleo del concierto. En tiempos recientes algunos músicos eligen deliberadamente no anunciar el programa que presentarán en los conciertos. ¿Está esto alineado con lo que a usted le gustaría hacer?
¡Por supuesto! De hecho, yo inicié esta tendencia hace quince años. En Rusia tenemos un abono especial en el que no anuncio las obras. La gente viene y escucha lo que hemos decidido tocar poco antes del concierto. Esto es importante, porque en lugar de crear concepciones previas y prejuicios que se deben obedecer, se presenta una oportunidad de hacer al público sentirse libre de mezclarse con la inspiración del momento. Esa es la concepción que subyace. Si hago ahora un programa para 2027 sería casi cómico. En el mundo en que vivimos se espera que sepamos cómo nos sentiremos, en qué estado emocional estaremos en mayo de 2027. Es imposible y no da buenos resultados. Es mejor decir: «de acuerdo, sé que llevaré a tal y tal solista y cerca de la fecha daremos más detalles». Evidentemente, los suscriptores, abonados y salas de conciertos temen que se repitan o solapen obras con otros conciertos cercanos y quieren evitar esto a toda costa. Es complicado. Por lo tanto, idealmente esta es la forma en que me gusta trabajar. No obstante, también planifico cosas a largo plazo, porque hace que emerja en mí una inspiración para lograr un objetivo o alcanzar una meta. Es un equilibrio: la planificación combinada con programas en los que sigo puramente mi intuición.
En un documental usted dijo que la Novena sinfonía de Beethoven es como un «monumento no-monumental». Entiendo que, naturalmente, usted alude al hecho de que, en oposición a una escultura o un cuadro, la obra musical no reside a nivel material en unas coordenadas determinadas. No hay «original», y la partitura no es la obra, como bien sabemos. Con esta idea en mente, ¿cómo se aproxima a la música?
En general, la música es un misterio. Por lo tanto, lo que sea que debilite la cualidad de misterio a la música debe ser eliminado del hacer musical. Imagínese que unos alienígenas aterrizan en la Tierra y van a un concierto en el Auditorio Nacional. Ven a un grupo de personas creando extrañas frecuencias con maderas y metales, mientras que el otro grupo ríe y llora. No entenderían lo que es, y dirían: «¡qué misterio! Personas que bajo los encantamientos de unas frecuencias sonoras comienzan a hacer movimientos extraños y sucumben a un estado de éxtasis, ¡o bailan! En la Tierra se llama danza al parecer, pero: ¿por qué lo hacen? ¿Por qué pagan dinero por esto, por sonreír o llorar, en vez de ir a por comida? ¿Por qué no lo hacen de forma solitaria?».
También existe una diferencia esencial entre llorar de dolor y llorar por belleza. La primera es muy oscura y la segunda es purificante, catártica. La música es la materialización de una dimensión preciosa de la humanidad. Por desgracia, un idioma banal como el que hablamos ha sido creado por las formas más animales de nuestra especie para comunicar lo necesario. El resto, es un tesoro que captura la sabiduría sin palabras que es el Arte. Incluso en la poesía, que utiliza y se sirve de estas palabras, trascienden y se convierte en algo que supera el pragmatismo de su concepción original y se vuelve purificante para el alma.
«En Rusia tenemos un abono especial en el que no anuncio las obras»
«La música es un misterio»
«Existe una diferencia esencial entre llorar de dolor y llorar por belleza. La primera es muy oscura y la segunda es purificante, catártica»
Creo que es usted una persona en cierto sentido religiosa. ¿Juega esta religiosidad algún papel en su acercamiento a la música?
Realmente no estoy seguro de si soy religioso. Tengo fe y me considero un cristiano, aunque un mal cristiano. Tengo fe y creo en Jesucristo. Me parece que la religiosidad es algo diferente y que los cristianos no tienen realmente una religión. Esperaban por la luz en las catacumbas y entregaban flores a aquellos que fueron masacrados y sus familias. Estos eran los cristianos. Por eso digo que tengo fe y soy un mal cristiano: porque tengo muchos problemas en mi vida. No obstante, la cristiandad no es quién eres sino la libertad de tener claridad acerca de ti mismo y verte como parte del mundo. Esto crea un sabor espiritual muy concreto, una forma de estar en la vida que, por supuesto, afecta a la música, en la manera que esta es una forma de comunicación. De alguna forma afecta, ciertamente. Por el contrario, algunas veces me siento más cercano con el budismo o islam antes que con el cristianismo. Para mí no se trata de en quién o qué dices creer sino quién eres como individuo, y cómo esta fe que defiendes te afecta vitalmente en los niveles más cotidianos, incluyendo tu comunicación con otras personas. Para mí, Jesucristo no es el creador de una secta, compuesta de gente que obedece las mismas doctrinas, sino que es un camino. El que siga este camino, incluso aunque no lo reconozca como tal, es parte de este recorrido.
¿Qué es el éxito para Teodor Currentzis? O, expresado de otra forma, ¿cuándo considera usted que ha sido exitoso tras dirigir una obra?
Si tengo la sensación de que los asistentes, cuando salgan del concierto, han experimentado una catarsis. Quizá se renueva su amor por alguien, o sienten que deben pedir perdón, o quizá se sienten elevados gracias a una especie de energía purificante. Si esto sucede, puedo decir que mi concierto ha sido un éxito.
«Tengo fe y me considero un cristiano, aunque un mal cristiano»
«Algunas veces me siento más cercano con el budismo o islam antes que con el cristianismo»
«Si los asistentes han experimentados una catarsis, puedo decir que mi concierto ha sido un éxito.
Dada la importancia que tienen las emociones y la dimensión espiritual en su forma de entender el arte y la música, me pregunto si hay algún acercamiento, alguna forma de hacer música que le hiera, le perturbe o le inquiete.
La mayor parte de lo que se hace, por desgracia. La mayor parte de lo que se hace. Sabe, la música realmente no cabe en las salas de concierto. La música es para los océanos, los desiertos inescrutables, y aquellos lugares donde se encuentre la verdadera necesidad humana.
La música es lo que sientes cuando tienes el primer encuentro con tu pareja y te enamoras. Son las despedidas que se escuchan en un funeral. Es algo importante, ¿no? Es algo que tiene que ver simultáneamente con la eternidad y con el hecho de que no somos eternos. No sé cómo se puede combinar esto con un sistema en el que la norma es el egocentrismo de artistas de fama mundial, que tocan para personas que en ocasiones asisten a los conciertos por una especie de tradición familiar. Este no es mi mundo, aunque, por otra parte, no hay otro modo.
Yo siento que mi energía es diferente. Por eso hay gente que me identifica con los rótulos estúpidos de «artista rock and roll» o «l’enfant terrible», porque en realidad no pueden encapsular de forma taxonómica mi energía. No pueden ponerla en este ataúd que es el sistema musical profesional de lo que yo llamo «de comida rápida”.
Horowitz lo llamó la «cadena de montaje» …
Sí, exacto.
Sé que es usted un ávido lector. ¿En qué se encuentra sumergido actualmente?
En este momento me encuentro estudiando las Canciones malayas de Yvan Goll. Yvan Goll es un gran poeta y estoy inmerso en él ahora mismo. Francamente, creo que es uno de los poetas más importantes del siglo XX y recomendaría a todo el mundo que lo leyera.
«Hay gente que me identifica con los rótulos estúpidos de «artista rock and roll» o «l’enfant terrible», porque en realidad no pueden encapsular de forma taxonómica mi energía»
«Yvan Goll es un gran poeta y recomendaría a todo el mundo lo leyera»
¿Qué papel desempeña la idea de perfección en sus grabaciones y conciertos? ¿Difiere?
La idea de perfección con la que tengo que lidiar y que manejo habitualmente en un estudio de grabación no suele tener que ver con una perfección de sincronicidad o entonación. Es una perfección aplicada a un periodo, un proceso. Un proceso que, además, lleva tiempo. Debe llevar tiempo. Por supuesto, los parámetros que he mencionado anteriormente, el ir juntos, la entonación, la claridad y transparencia son importantes, pero son un medio para lograr un acercamiento al espíritu de la música. En ocasiones, alcanzar esa perfección en el proceso incluye recluirse y aislarse en un monasterio para intentar encontrar la forma de hacer las cosas.
También tengo entendido que hablar y explicar con palabras sus ideas tiene una gran importancia en sus ensayos. ¿Le ayuda a conseguir que sus músicos estén en la misma tesitura que usted o inspirarles?
Algo así. Es cierto que hablo mucho, explico y trabajo en pasajes individuales hasta que los músicos llegan a mi idea, pero en ningún caso es para mí tan importante tener una idea como compartirla con los músicos. Decir: «esta es la única forma de hacerlo» es contrario a mis formas. Además, suelo responder a las preguntas con otras preguntas. Cuando se proporcionan respuestas, la tensión se desvanece. De alguna forma, Sócrates utilizaba las preguntas para dar valor a su verdad. Por ello, si me limito a decir: «hazlo así», probablemente ejecutarían de la forma que pido, pero eso no sería música tal y como yo la entiendo. Esto, además, va en relación con lo que explicaba anteriormente respecto a la importancia del proceso.
Creo que lo que hago es aislarme a la vez que estar en conexión con cada uno de los músicos. Intento huir de las comunicaciones y situaciones en las que todo se vuelve convencional. Se necesita algo de frescura aplicada a propósitos muy claros. Así trabajo y de esto van mis ensayos. Además, debo añadir, en relación a la pregunta anterior acerca de la perfección, que me parece que mucha gente malinterpreta mis objetivos, mis prioridades. En ocasiones es un problema de las compañías y discográficas, que intentan diferenciarme mercantilmente del resto.
«En ocasiones, alcanzar cierta perfección en el proceso incluye recluirse y aislarse en un monasterio para intentar encontrar la forma de hacer las cosas»
«Suelo responder a las preguntas con otras preguntas. Cuando se proporcionan respuestas, la tensión se desvanece»
Quería indagar en los proyectos aún inacabados de Teodor Currentzis. Mencionó usted que uno de sus sueños sería dirigir la Octava sinfonía de Mahler…
De momento no ha surgido la oportunidad. Es un proyecto colosal y no quiero forzarlo, pero sí hay muchas cosas a escala más pequeña que quiero dirigir. A veces soy preso de la famosa analogía de las obras musicales como buenas botellas de vino. Es tentador esperar y esperar hasta sentirse lo suficientemente preparado, pero uno también anhela tener la experiencia de probar el vino y no simplemente construir una preciosa y valiosa bodega. El equilibrio entre ser coleccionista y catador de vinos es difícil de calibrar.
Con tantas horas a sus espaldas en la carretera, en el avión, en el tren… ¿qué supone regresar a casa para usted?
Sabe, en una ocasión no dormí en mi cama durante seis meses. Partí en primavera y regresé en el otoño tardío. Ahí me sentí identificado con el tópico del Wanderer.
Seguramente dirija usted Schubert mejor después de esa experiencia…
(Ríe) ¡Desde luego!
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