
Crítica de Raúl Chamorro Mena del concierto ofrecido por Musicaeterna y Teodor Currentzis en el Auditorio Nacional de Música de Madrid, para La Filarmónica
Tan heterodoxo como memorable
Por Raúl Chamorro Mena
Madrid, 27-III-2025, Auditorio Nacional. Ciclo La Filarmónica. Sinfonía núm. 9, WAB 109 (Anton Bruckner). Musicaeterna. Dirección: Teodor Currentzis.
Sin poder, prácticamente, asimilar la conmoción de la impresionante Resurrección de Mahler escuchada el día 26 de marzo en el Auditorio nacional, el ciclo La Filarmónica nos proponía al día siguiente otra de las sinfonías más emblemáticas de la historia, la Novena e inacabada de Anton Bruckner, con los mismos intérpretes, Teodor Currentzis y su agrupación musicaeterna.
Si como se afirma, Bruckner dedicó su última obra al “amado Dios” a lo que sumamos su condición inequívoca de profundamente católico cabe calificar de “heterodoxa” la interpretación escuchada. Como dijo un sabio amigo mío al final del concierto, el último movimiento pareció una exaltación diábolica.
Grandiosidad y misterio desde postulados extremos y de una intensidad apabullante dominaron el principio de la sinfonía para, después del monumental fortísimo, contrastar con el hermosísimo tema de la canción o Gesangsperiode expuesto con una cantabilitá y efusión lírica difícilmente igualables. Si los diminuendos y dinámicas fueron de gran efecto, qué decir de los crescendi, tan numerosos en esta obra y los audaces rubati, en un juego de tensiones irresistible.
El scherzo resultó furibundo, pues la batuta -con plena respuesta de la orquesta- llevó al extremo de la exaltación, el ritmo frenético, agitadísimo, martilleante y febril, de tal forma, que daba la sensación de que iban a caer rotas las cuerdas de los músicos. Este pasaje tan dramático fue apropiadamente contrastado con el otro más lírico de este segundo movimiento, de forma que la repetición alcanzó una fuerza dramática desaforada. No pareció una llamada de la muerte, más bien el fin de toda la humanidad.
Antes de atacar el tercer y último movimiento, pues la visita de la parca impidió a al autor terminar la obra, Currentzis apartó el atril con la partitura, como si se “arremangara” y manifestara “Os váis enterar” culminando con ello la arquitectura con la que desarrolló su idea de la obra hacia un estremecedor clímax trágico, que transmitió más desasosiego y paroxismo que paz o serenidad.
Todo ello articulado sobre inquietantes silencios, impactantes clímax, espectaculares fanfarrias, con unos metales flamígeros, deslumbrantes, unas maderas espléndidas y una cuerda tanto aguda como grave, incandescente, que dejó sus instrumentos al rojo vivo y las cuerdas al borde de la rotura.
El público encauzó su catarsis mediante atronadoras ovaciones.
Dos conciertos memorables, que difícilmente podrán superarse en este 2025 dentro de la temporada musical madrileña.
Foto: Rafa Martín