Ediciones Beta publica el libro Los más grandes tenores de ópera de Nino Dentici
Los más grandes
Por Albert Ferrer Flamarich | @AlbertFFlamari1
Los más grandes tenores de ópera. Nino Dentici. Ediciones Beta. Bilbao, 2021. 334 págs. ISBN: 978-84-17634-83-4
Los más grandes tenores de ópera es un libro del crítico y divulgador musical Nino Dentici, activo sobretodo en el País Vasco, que sin ser un diccionario, ni una enciclopedia, ni una historia del canto, se acerca a una historia de cantantes y destila un planteamiento velado común a las tres primeras opciones en la recopilación de un abanico de figuras muy amplio, abrumador, que cita más de doscientos tenores y desarrolla, en particular, a 187. Se estructura a partir del aparejamiento de voces que comenta centrándose en sus periplos vitales, con incisos personales dentro, de una exposición curricular de corte wikipedista sin apostar convincentemente por el estilo y virtudes como intérpretes que, a lo sumo, aparecen esbozadas en una «nota» conclusiva sobre cada uno. En este sentido, se aleja de lo ofrecido, por ejemplo, de la disección y amplia documentación del casi ilocalizable 50 años de lírica en España de Joaquín Martín de Sagarmínaga, uno de los analistas vocales de mayor enjundia y precisión en este campo.
Y es que la voluntad de este volumen es servir de punto de partida para el operófilo, de fuente de consulta básica y de aportación elemental tal y como reconoce el autor al ir «encaminado a realizar una lista de artistas a los que se compare unos con otros» (pág. 24), siguiendo el modelo del clásico Voces paralelas, que el tenor Lauri-Volpi publicó en 1955, en español en 1974 y del que hay, por cierto, una reedición de 2017 a cargo del sello vasco Biblioteca Musical da se. Por este motivo y por su afán explícito de ser accesible, no presenta ninguna nota al pie de página ni un listado bibliográfico final que acredite las matrices documentales de las que se ha nutrido, facilitando una lectura ágil servida en una edición utilitaria, con ausencia total de imágenes e ilustraciones enmarcada por una austeridad gráfica compensada por un cuerpo de letra grande, espaciosa y cómodamente legible.
Cerrado por un capítulo sobre las 25 mejores voces de tenor de los siglos XX-XXI según su criterio, de todo lo compilado por Dentici no es significativo si «están todos los que son o si son todos los que están» o si su selección concluye con los tenores que hasta 2010 habían triunfado internacionalmente. Lo destacable y no para bien es la irregularidad, ambigüedad e incluso la esterilidad de algunas informaciones como queda patente en lo expuesto sobre Aragall (y no Aragal, pág. 268-269), Pavarotti (pág. 254-257), el poco justificado aparejamiento de Rockwell Blake con Jonas Kaufmann (pág. 320) o que de Kunde (pág. 290), Araiza y Vargas (pág. 291) no pueda ofrecer un retrato vocal más musical más preciso, habida cuenta de la cantidad de reseñas y críticas actuales sobre ellos.
No menos arbitrarias y erróneas son afirmaciones del calibre «en la actualidad, hay dos músicos que sobresalen en lo que fue el Imperio Austro-húngaro son Szimanowski y el húngaro Penderecki»: ni Penderecki era húngaro, si no polaco, ni su programación y estudios han tomado una especial relevancia en España. Además, en español se escribe Szymanovsky. Otra: «el comentario directo de un colega de profesión es uno de los elementos más importantes a la hora de enjuiciar al artista» (pág. 325). Se podrían escribir libros sobre los comentarios envidiosos y juicios de escaso fundamento técnico y artístico emitidos por muchos cantantes a lo largo de la historia. Algunos de los cuales fueron excelentes en su arte, pero escasamente hábiles para verter opiniones fundamentadas; en parte y sucede aún hoy día, por no haberse leído ni un tratado de canto que asentara determinados conocimientos recibidos por tradicional oral y con unos planes de estudio muy distintos a los actuales.
Por otro lado es cuestionable titular un capítulo con «realismo teatral» para referirse a la ópera moderna y hablar de un período posterior al verismo llamado realista, cuando ese mismo periodo es descrito como una etapa de pluralismo estético (pág. 304). Del mismo modo, repite un equívoco histórico y propio de diletante cuando se refiere al bel canto como estilo del primer tercio del siglo XX. No, bel canto es desde, por lo menos, el origen de la ópera. Igualmente, usar el término ópera literaria frente al de ópera teatral o que uno se iguale al otro sin definir las características de ambos, denota una falta de precisión léxica y conceptual patente en otros enunciados, como el de la página 172, cuando calificar la voz de Anselmi de «tenor lírico de tono dulce», queriéndose referir a timbre. El tono es otro parámetro del sonido; y la percepción de su dulzura puede ser tan discutible como inexistente. Dicha vaguedad e imprecisión en las particularidades canoras es perceptible en una adjetivación que, a priori, resulta aplicable a la mayoría de la pléyade de voces incluidas en esta selección. En cambio sí comenta jugosamente aspectos musicales de Rubini, también atiende la ópera hispano-americana en un fugaz episodio y detalla las voces que triunfaron en el barroco francés.
Todo ello subraya la falta de una revisión más rigurosa patente incluso en erratas orto-tipográficas como la de la página 27 en los términos Mezzo, Bajos y Bajo, escritos con la inicial en mayúscula. Tampoco se trata del compositor Baltasar Sarnoni si no Saldoni (pág. 329). Así que, en resumen y sin proseguir con más detalles que convertirían esta reseña en una masacre expeditiva innecesaria, cabe ponderar las buenas intenciones del sello y del autor en su afán divulgativo al publicar un título que puede servir de orientación informativa si se toman las cautelas necesarias. Algo de lo que, afortunadamente, escapa el anterior libro escrito por Dentici, dedicado a Rigoletto de Verdi, que reseñaré en un futuro próximo debido a su interés y su sustancialidad discursiva.
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