Acaba de debutar en La Scala de Milán, nada menos que con el papel de Alfredo, de La traviata [bajo la dirección de Myung-Whun Chung y con Leo Nucci y Marina Rebeka como compañeros de reparto], y se ha convertido en uno de los principales alicientes de la producción, en una de las temporadas más exigentes del mundo. Parece que el tenor Benjamin Bernheim ha irrumpido con fuerza en el contexto lírico europeo y ha venido para quedarse. Sus próximos compromisos son la Misa de Gloria de Puccini, en el Barbican Hall de Londres, bajo la dirección de Antonio Pappano y Manon de Massenet en la Ópera de Burdeos en abril.
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