El director artístico del Teatro Real dedica al libretista y compositor Temistocle Solera un importante espacio en la presentación de la Temporada 2024-25 del Teatro Real
La presentación de la Temporada 2024-25 del Teatro Real ha dejado un relato curioso e interesante de Joan Matabosch, director artístico del coliseo madrileño. Bastante avanzada la presentación, Matabosch dedicó cierto tiempo a ponderar y glosar la importancia de la figura de Temistocle Solera, el conocido libretista de Giuseppe Verdi: «Quien estaba con esa fijación por el Risorgimento era, mucho más que el propio Verdi, que esto le gustaba según el momento... Quien realmente estaba detrás de esto era el libretista, Temistocle Solera, personaje alucinante de la época que fue a la vez, poeta; escribió para prensa italiana, fue columnista de El genio, el semanario de Víctor Balaguer; fue director de escena y orquesta, fue cantante. Se dice de él que salvo in extremis una representación de I due Foscari, en la que el barítono se puso enfermo y él, que estaba por allí pululando, acabó cantando la función él mismo; fue compositor; compositor de segunda fila, pero fue compositor. El Liceo le encargó una ópera como libretista y compositor, La hermana de Pelayo. Aparte de que estuvo intrigando por allí para que que lo nombraran compositor residente del teatro, y todo ello aprovechando los éxitos de su esposa, que era una soprano muy famosa de la época que se llamaba Teresa Rusmini, que era quien le habría un poco las puertas a Temistocle Solera.
Escribió libretos para Verdi pero también para el español Emilio Arrieta, de quien escribió los libretos de Ildegonda y La conquista di Granata. Fue empresario en Madrid. Fue el empresario del Teatro Real. Fue su director en 1851, ciertamente con muchos enfrentamintos con el Marqués de Salmanca y con una gestión parece que desastrosa en lo económico. Pero fue uno de los primeros empresario del Teatro Real, que se inaugura en 1850 y él lo dirige en 1851. Fue un aventurero. Fue espía. Fue nombrado consejero secreto de Isabel II. No se sabe cómo llegó al cargo de jefe de la policía de Egipto. Fue diplomático. Acabó su carrera como anticuario en París y, según se dice fue amante de algunas de las personalidades máximas del Estado en algunos de los sitios donde resicidió, y lo dejo ahí. En fin, todo un personajazo. Tenía, por otro lado, muy sólidas credenciales nacionalistas familiares, porque su padre había sido un abogado arrestado por oponerse públicamente a la ocupación austríaca de su país. El padre había sido condenado a muerte y luego se conmutó la pena por 20 años de prisión. Las autoridades parece que separaron al niño de su padre, lo llevaron a estudiar a Viena a un internado bajo el pretexto de que un tío suyo había sido oficial del ejercio austríaco. El caso es que acabó estudiando en el internado María Teresa, del que se escapó. Se fugó con la mujer del dueño de un circo, y así comenzó la carrera de Temistocle Solera. Es una biografía, y lo digo porque la temporada que viene es una oportunidad de oro, por si alguien se anima, es merecedora de una película, sino fuera porque si se cuenta la verdad todo va a parecer demasiado inverosimil. Pero la verdad es que la figura de Temistocle Solera merece que se la reivindique en España, y no solo en Madrid, porque estuvo realmente por toda España conspirando, triunfando o fracasando, pero por toda España haciendo sus intrigas, y era un hombre de grandísimo talento, del cual Verdi se fiaba muchísimo, después del exitazo conjunto que habían tenido con Nabucco», explica Matabosch en su apasionado relato de la biografía de Solera.
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