Vuelve la ópera al Teatro Real de Madrid, coliseo que se acaba de apuntarse un importante tanto en el contexto internacional, al convertirse en uno de los primeros del mundo en volver a acoger una función operística. Las estrictas medidas de seguridad impuestas por el teatro generaron ayer algún momento de confusión con el reparto de entradas, pero la ópera volvió al Real y, para el maltrecho mundo de la música, es una de las pocas buenas noticias en los últimos meses. Fue una Traviata de importancia histórica por las circunstancias vividas. «Durante estos cuatro meses, que se nos han hecho eternos, los decorados de Achille in Sciro han permanecido en el escenario como un testigo mudo de la situación, frustrando la recuperación patrimonial de una de las obras maestras del barroco español. Pero Achille in Sciro se estrenará en una de las próximas temporadas del Teatro Real, como también se estrenarán Lear de Reimann, La pasajera de Weinberg e Iris de Mascagni. Porque la vida sigue, y las puertas que ha abierto esta Traviata permanecerán también, esperanzadoramente abiertas, en el futuro. Es nuestra fundada esperanza», explicaban ayer Gregorio Marañón e Ignacio García-Belenguer, Presidente y Director General del Teatro Real en el texto del programa de mano de la función.
La producción se ha presentado como «semiescenificada», un trabajo de Leo Castaldi que se ha visto sometido a unas estrictas medidas de seguridad, pero que también ha dejado ver algunos elementos escénicos. Sobre el escenario Marina Rebeka fue Violeta, Alfredo fue Michael Fabiano y Giorgio Germont, Artur Rucinski. Les acompañaron sobre las tablas Sandra Ferrández, Marifé Nogales, Albert Casals, Isaac Galán, Tomeu Bibiloni, Stefano Palatchi, Emmanuel Faraldo, Elier Muñoz y Carlos García, todos bajo la dirección de Nicola Luisotti y con una orquesta más reducida de lo habitual que sólo permitió dar cabida en el foso a cuatro contrabajos. Los miembros del Coro Titular del Teatro Real, que permanecieron con mascarilla sobre el escenario, sólo se la quitaron para cantar.
Fotos: Javier del Real / Teatro Real
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