Tras analizar las posibles causas de la protesta de un grupo de espectadores que acudió ayer, 20 de septiembre, a la representación prevista de Un ballo in maschera, que finalmente tuvo que cancelarse, el Teatro Real acaba de emitir un comunicado en el que «lamenta mucho lo sucedido y expresa su comprensión con todos los espectadores que no se han sentido seguros en sus butacas, aunque se cumpliera escrupulosamente con la normativa sanitaria vigente en la actualidad, comprobada por la Policía que se ha desplazado anoche al Teatro». Según explica el escrito del coliseo madrileño, el teatro considera que en todo momento actuó conforme a unos estrictos criterios de salubridad. ¿A qué se debe entonces que el público del último piso se sintiera disconforme con las distancias de seguridad? «Quizás el origen de la disconformidad de una parte del público con la distribución de sus localidades en la sala se deba a los cambios en el protocolo de seguridad sanitaria adoptado para las funciones de Un ballo in maschera, que no son los mismos que se aplicaron en las representaciones de La traviata en julio: se ha eliminado el precintado de las sillas y la obligatoriedad de dejar dos butacas vacías al lado de otras dos ocupadas, ya que ha variado también la normativa sanitaria de la Comunidad de Madrid», explica el texto.
En las funciones de La traviata no se habían puesto a la venta las localidades previamente bloqueadas y en Un ballo in maschera se ha dejado venta libre hasta completar el 65% del aforo total de la sala, cuando el máximo autorizado por la Comunidad de Madrid era ayer de un 75%. Así, el público que ha comprado sus entradas ha podido elegir libremente sus localidades en la sala, sin límite por zonas, estando contemplada por el teatro, dentro de la normativa sanitaria vigente, la posibilidad de que los espectadores se sentaran en butacas consecutivas –tal como pasa en los transportes públicos- protegidos por su mascarilla y en una sala en que están en silencio escuchando la ópera.
«Quizás este hecho haya sido el desencadenante de las protestas, ya que el público esperaba encontrar la sala con una distribución de las butacas similar a la de las funciones de julio, pero el protocolo sanitario de entonces y el de ahora es distinto, como lo ha sido en el escenario, en el que se está ofreciendo ya una producción operística completa, con escenografía, figurines, y los solistas, coro y bailarines con una mayor movilidad en el escenario», explica la entidad, que esta mañana ha organizado una sesión informativa con la prensa, en la que ha reiterado su compromiso con la seguridad sanitaria del público, artistas y trabajadores, «en el que lleva trabajando con ahínco, responsabilidad y mucha energía, desde el mes de abril, con un Comité Médico proprio y el seguimiento escrupuloso de la normativa del Gobierno de España y de la Comunidad de Madrid. Después del incidente de anoche el Teatro Real adoptará todas las medidas necesarias para que los espectadores se sientan más seguros, reforzando igualmente su comunicación con el público», concluye.
Fotos: Javier del Real / Teatro Real
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