La décima edición del Mare Musicum-Festival de Música Antigua de Roquetas de Mar acoge un concierto de Tasto Solo
Encuentro con los inicios del motete
Por José Antonio Cantón
Roquetas de Mar, 11-VII-2022. Castillo de Santa Ana. X Mare Musicum-Festival de Música Antigua. Tasto Solo. Anne-Katrhyn Olsen (soprano), Pau Marcos (fídula), David Mayoral (percusión) y Guillermo Pérez (organetto y dirección). Motetes de la segunda mitad del siglo XIII.
Una escogida muestra de motetes, forma musical prevalente surgida del cambio de paradigma estético que supuso el paso del Ars Antiqua al Ars Nova en Europa durante la segunda mitad del siglo XIII han integrado el contenido del programa que ha presentado el grupo de música antigua Tasto Solo en la segunda jornada de la décima edición del Festival Mare Musicum de Roquetas de Mar. La magnífica impresión causada en su anterior y primera visita ha determinado que se haya repetido gustosamente su presencia en este relevante evento cultural que organiza cada vez con mayor éxito el Ayuntamiento esta importante localidad del Poniente Almeriense.
Nada mejor que el motete para comprender lo que supuso aquella importante evolución del arte de los sonidos, que significó el inicio de una larga etapa de cinco siglos en la que pervivió. Guillermo Pérez, todo un experto en el manejo del organetto desde una más que contrastada experiencia musical tanto técnica como artística, ha pergeñado un muy interesante programa donde se muestran unos ejemplos de gran belleza poética y musical encuadrados en cuatro bloques: el primero llevaba por título Ordinario, dado su contenido litúrgico fundamentalmente referido a los distinto ritos de la misa, entre los que destacó el Kyrie y el Sanctus, de anónima factura, extraídos del Codex Las Huelgas y archivos del Orfeó Catalá, respectivamente.
La extraordinaria voz de la soprano norteamericana Anne-Katrhyn Olsen, todo un portento de canto llano, realzado por su delicada colocación, muy diversificada dinámica, clara emisión, color de amplio espectro y perfecta afinación. Con estas cualidades creaba constantemente diversas mixturas con los instrumentos, de manera especial con el organillo, que era tratado con una curiosa expresividad cuasi-vocal, lo que redundaba en un efecto sonoro nuevo de singular belleza tímbrica, que se veía implementado por la incisiva acción imitativa de la fídula, que transitaba paralelamente con el pequeño órgano y la cantante, enriqueciéndose la expresividad del trío resultante.
El segundo grupo de obras, bajo el nombre de Estampidas, hacía referencia a ese tipo de danza medieval que incluso se realizaban en lugares sagrados como se deduce del anónimo Flavit auster recogido en el Codex del burgalés Monasterio Santa María la Real de Las Huelgas. Las otras dos piezas de este segundo apartado, que se encuentran en la Biblioteca Británica de Londres, dejaron la sensación de leves modificaciones estilísticas.
El esplendor vocal de la cantante, antes descrito sucintamente, quedó patente en el bloque de motetes propiamente dichos que ocupaba la tercera parte del programa, destacando sobre manera el primero, O Maria Virgo, un preciosa alabanza a la Virgen y Plus belle que flor, ambos también anónimos, recogidos en el monasterio regido por la congregación femenina de la Orden de San Bernardo sito en Burgos, ya mencionado. Las dos últimas obras, recogidas en el grupo dedicado a Secuencias, fueron interpretadas con gran sentido en esa misión adicional que tenían de implementar el canto propio de cada momento litúrgico a modo de tropo, volviendo a destacar la secuencia dedicada a María que culminaba la actuación de Tasto Solo, que refleja la natural delicadeza musical que aporta la dirección de Guillermo Pérez desde el organetto.
Lo más destacable de este grupo fue esa fusión entre el instrumento de tecla y la voz, que iba más allá de la conjunción necesaria, dado el sentimiento y sensualidad que ponían ambos intérpretes, sin olvidar la labor puntual de percusionista David Mayoral, que ha sabido aquilatar bien las enseñanzas recibidas por ese gran maestro de la percusión de música antigua, el siempre admirado y admirable Pedro Estevan. Como ha quedado apuntado más arriba, de gran sutileza fue la misión de Pau Marcos con su fídula en ese contrastado apoyo a las líneas melódicas del canto y a la particular sonoridad del organetto, que fue tocado en todo momento con una soltura de mecanismo en la mano derecha de Guillermo Pérez digna de la del mejor teclista imaginable. El público, puesto en pie, agradeció el compromiso de este grupo con la música antigua en su deseo de alcanzar y ofrecer su incomparable belleza, divulgando, en este caso, la casuística del motete con especial sentido didáctico complementado por una exquisita acción musical.
Foto: Blas Fuentes
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