Por Giuliana Dal Piaz
Toronto. 6-XII-2016. A Grand Tour of Italy - concierto de la Tafelmusik Baroque Orchestra - 1-4 de Diciembre, Trinity-St. Paul's Centre. George Weston Recital Hall, Toronto Centre for the Arts. Director - Rodolfo Richter, violín. Violines I - Patricia Ahern, Thomas Georgi, Christina Zacharias. Violines II - Christopher Verrette, Geneviève Gilardeau, Valerie Gordon, Elizabeth Loewen Andrews. Violas - Patrick G. Jordan, Stefano Marcocchi.. Chelos - Christina Mahler, Allen Whear .Contrabajo - Alison Mackay. Laúd/quitarra barroca - Lucas Harris. Clavecín/órgano barroco - Charlotte Nediger
Del 1 al 6 de diciembre, la Tafelmusik Baroque Orchestra presentó en Toronto el concierto "A grand tour of Italy". El director invitado para esta ocasión ha sido el renombrado violinista anglo-brasileño Rodolfo Richter. Richter nació en Curitiba, Brasil, en el seno de una familia de melómanos que provenía de la antigua Checoslovaquia (pero con apellido alemán). Estudió en un primer momento violonchelo y violín moderno porque en Curitiba no se daban cursos de música antigua. Trabajando por un tiempo en los Estados Unidos, entró en contacto con la música barroca y decidió por fin, tras la sugerencia de un colega, pedirle una audición a Mónica Huggett en Londres. Desde entonces, vive y trabaja en el Reino Unido y se ha vuelto uno de los más prestigiosos violinistas barrocos a nivel internacional. No ha olvidado, sin embargo, su lugar de nacimiento: en Curitiba ha creado y dirige cursos de música antigua así como el Festival de la Oficina de la Música. Toca a menudo con la Academia Montis Regalis (Italia), el "Bach Collegium San Diego" (Estados Unidos), la "Barokkanerne" (Noruega), "B'Rock" (Belgio), la "Orchestra of the Age of Enlightenment" y la "Academy of Ancient Music" (Gran Bretaña), siendo además miembro del "Palladian Ensemble".
Con Tafelmusik, el maestro Richter ha seleccionado para el programa del Grand Tour unos compositores poco conocidos - a excepción de Vivaldi y Corelli - cuyas obras abarcan un siglo, desde 1629 a 1727, y nacidos/formados en las principales ciudades "musicales" del norte y centro de Italia. En aquel momento, sin embargo, los músicos italianos eran muy solicitados por toda Europa y a menudo se quedaban de por vida en una capital o en una corte extranjera. Es el caso del florentino Giovan Battista Lulli que se estableció en Francia y hasta cambió su nombre al de Jean-Baptiste Lully.
Todas las piezas fueron escritas para violín solo o para conjuntos de violines, desde los 2 violines solistas de la Sonata a 4 de Bertali, a los 4 violines de Legrenzi y el núcleo central del "concerto grosso" de Valentini, hasta "concerti grossi" como el de Corelli.
El programa comprende músicas de Marco Uccellini (Aria sopra la Bergamasca), Antonio Vivaldi (Concierto n. 1 para violín en do mayor op. 9 "La Cetra"), Giovanni Legrenzi (Sonata para 4 violines y contínuo op. 10 "La Cetra" - 50 años anterior al homónimo concierto de Vivaldi), Giuseppe Valentini (Concerto grosso en La Menor, op. 7, n. 11), Arcangelo Corelli (Concerto grosso en Sol Menor, op. 6 n. 8 "Pastoral Navideña"), Dario Castello (Sonata 15 desde Sonate concertanti in stil moderno, libro secondo), Antonio Bertali (Sonata a 4), Biagio Marini (Passacaglia desde la Op. 22) y Giovan Battista Lulli (Chacona desde Phaetón).
Richter dio inicio al concierto con una pieza de ritmo contagioso y alegre (la irónica Aria de la Bergamasca) y el vivaz concierto vivaldiano La Cetra; con los demás autores, sin embargo, el programa fue adquiriendo mayor amplitud de respiro y "gravedad", por la presencia casi constante del bajo contínuo - confiado de vez en vez a los chelos, al laúd, al contrabajo y al órgano barroco -, que acompañó y subrayó las evoluciones de los violines protagónicos. Hasta la Passacaglia de Biagio Marini nunca aceleró su ritmo grave y acompasado, transformándose casi sin transición en la elegante pero igualmente acompasada Chacona de Lulli.
La selección del repertorio influyó mucho, por cierto, en la ejecución del ensemble, integrado esta vez únicamente por cuerdas, que apareció especialmente concentrado y atento. Pareció evidente que Rofoldo Richter es un director exigente y escasamente convencional, capaz de sacar lo mejor de los instrumentistas que tocan con él.
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