Crítica de José Antonio Cantón del concierto de la Sinfónica de la Región de Murcia bajo la dirección de Sylvain Gasançon
Visualizando el sonido
Por José Antonio Cantón
Murcia, 3-III-2023. Auditorio y Centro de Congresos ‘Víctor Villegas’. Orquesta Sinfónica de la Región de Murcia (ÖSRM). Director: Sylvain Gasançon. Obras de Georges Bizet, Claude Debussy e Ígor Stravinski.
Como si se tratara de una lección práctica sobre técnica de dirección musical habría que determinar la actuación del maestro francés Sylvain Gasançon (Metz, 1979) al frente de la ÖSRM, Su forma de transmitir y su cinética gestual trascienden los pentagramas en su ánimo de convertir en sonido las indicaciones que contienen, uno de las máximas a conseguir en su ejercicio artístico. Se percibió de inmediato y especialmente en una obra tan importante en este sentido como es Prélude à l'après-midi d'un faune, CD 87 de Claude Debussy en la que destacan la fluidez rítmica y la inestabilidad armónica como señas de identidad estética de su especial vibración.
El director quiso partir de esos automatismos que se le suponen establecidos y dispuestos en un instrumento orquestal y así funcionó para construir la primera parte de la obra, para la que necesitó incrementar el grado de atención de los instrumentistas de la ÖSRM para llegar a esa predisposición onírica que requiere el discurso de esta genial composición. Las sonoridades tanto particularmente, piénsese en la flauta, como colectivamente fueron adquiriendo sentido y forma hasta llegar a ese punto de tensión que se produce en la parte central de esta composición con ese efecto determinado por la aparición de nuevos motivos temáticos, que supo conjugar desde una plasticidad muy cuidada integrando dinámicas, armonías y líneas melódicas. Todo esto terminó dejando en el oyente la complaciente sensación de que se estaba ante un conductor cargado de razones técnicas y de sensible musicalidad.
Siguiendo con música francesa, Gasançon hizo una lectura precisa del impulso y clara definición que contiene la Segunda suite de L’Arlesienne, GB 121b escrita por Ernest Guiraud sobre temas de George Bizet, del que era discípulo y amanuense. La orquesta parecía como si se hubiera liberado del peso impresionista entrando en una factura más identificable gracias a sus continuos patrones tonales, produciéndose un notable ajuste en el ritmo y el sonido de conjunto, de modo especial en las trompas, que se percibían más ajustadas en soplido, lo que redundó en una mejor articulación y una más favorable prestancia global de la ÖSRM. El último movimiento, Farandole, sirvió para despejar cualquier duda respecto a cómo fue recuperando el director la expansión que viene a sucederse en esta popular suite.
El momento relevante de la velada vino propiciado por la Suite para orquesta El pájaro de fuego de Ígor Stravinski. El director asumió el reto que siempre supone la construcción de esta genialidad musical haciendo que aparecieran sus mejores cualidades, entre las que destaca la búsqueda constante de una solidez y empaque expresivos en la orquesta, siempre con la mayor atención posible al diapasón y administrando sus impulsos de manera muy precisa en cuanto a su dramatismo rítmico derivado de su naturaleza balletística. Orquesta y director aunaron criterios y esfuerzos concentrando la atención del auditorio que supo premiar el montaje de esta fantástica obra que necesita que se visualicen sus sonidos y con la que se pudo apreciar el buen momento por el que está pasando la ÖSRM, fruto de la calidad de sus componentes y el gran trabajo realizado durante años por su directora titular, así como, más concretamente, por la madurez de este director con sólidos criterios teóricos que sabe transmitir en una cinética clara y convincente para los músicos. La experiencia artística de la que hace gala es el mejor aval para constatar la consolidación de su carrera con segura y creciente proyección artística.
Foto: OSRM
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