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CD: 'From the Imperial Court', de Stile Antico

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Autor: Mario Guada
5 de junio de 2015

El fantástico conjunto británico nos propone este viaje por la música que algunos de los más grandes compositores del Renacimiento compusieron estando al servicio de los Habsburgo, firmando uno de los mejores discos vocales del pasado año.

GLORIOSA MÚSICA AL SERVICIO DE EMPERADORES

Por Mario Guada

From the Imperial Court. Music for the House of Hapsburg. Música de Josquin des Prez, Heinrich Isaac, Pierre de la Rue, Ludwig Senfl, Nicolas Gombert, Cristóbal de Morales, Thomas Crecquillon, Thomas Tallis, Jacob Clemens Non Papa y Alonso Lobo. Stile Antico. Harmonia Mundi | Production USA, 1 CD [HMU 807595], 2014. T.T.: 71:07.

   La música, especialmente la sacra, aunque también la profana, y sobre todo aquella creada antes de que el siglo XIX trajera consigo la emancipación del compositor como asalariado y miembro de la plantilla de una casa real o institución religiosa, nos ha legado una gran parte de obras compuestas con un fin específico, bien fuera de corte real o religioso. En cierto que las instituciones religiosas y las casas reales son las causantes de la práctica totalidad de la creación musical en siglos pretéritos. El Renacimiento es probablemente el caso más paradigmático. Es por ello que resulta bastante habitual encontrar registros discográficos que reparan en la creación amparada al auspicio de una casa real dada o de una institución clerical de este o aquel lugar.

   Dentro de las casas reales, sin duda la de los Habsburgo es uno de las más celebradas, puesto que por su importancia en toda Europa la hizo extenderse de manera impresionante por gran parte del territorio europeo, en el que reinó durante varios siglos –nada menos que desde el siglo XI hasta 1918 dependiendo de los territorios–. Esto la hace especialmente idónea para un registro discográfico de estas características, pues por sus distintas pasaron muchos de los mejores compositores del momento en la Europa del Renacimiento.

   Uno de los grandes exponentes de la Casa de los Habsburgo fue Maximilian I, emperador del Sacro Imperio Romano Germánico desde 1486 hasta 1519. Por su corte pasaron algunos de los grandes maestros del momento. Quizá el de mayor importancia fue Heinric Isaac [c. 1450-1517], uno de los grandes maestros franco-flamenco, sin duda a la altura de los grandes como Pierre de la Rue, Alexander Agricola, Jacob Obrecht e incluso en parte a la de Josquin Des Prez. De él se interpreta aquí su hermoso y monumental motete Virgo prudentissima a 6, claro ejemplo de la composición ex profeso para la corte, pues se creó en 1507 para el Reichstag que confirmaba a Maximilian I como emperador del Sacro Imperio.

   Otro de los grandes autores ya mencionados es Pierre de la Rue [1460-1518], quien fuera miembro de la Grande Chapelle de la corte borgoñona, que por aquel entonces mantenía la regencia de Felipe I de Castilla. Absalon fili mi a 4 es una obra sobre cuya autoría se lleva años transitando entre la figura de Des Prez y la de de la Rue. Finalmente parece que este último es el candidato más defendido para ser el autor de este subyugante y emocionante motete, uno de los mejores ejemplos de motetes sobre temas luctuosos y de lamentos de todo el Renacimiento, que parece haberse compuesto en 1506 con la muerte precisamente del propio Felipe I.

   Otro de los grandes compositores franco-flamencos que trabajó para Maximilian I fue Ludwig Senfl [c. 1486-c. 1543], compositor suizo de nacimiento y alumno de Isaac, que ayudó a desarrollar de manera fundamental algunos géneros vocales profanos como el lied. Para la muerte del emperador en 1519 compuso su maravilloso Quis dabit oculis a 4, con gran carga expresiva y una belleza desgarradora.

   Otro de las grandes figuras en la Casa de los Habsburgo es la del emperador Carlos –I de España y V de Alemania, como nos obligaban a repetir en la escuela–. En su afamada Grande Chapelle o Capilla Flamenca –como también se la conocía– trabajaron varios de los mejores talentos musicales. Uno de estos era Nicolas Gombert [c. 1495-c. 1560], que fue cantor de la capilla desde 1526 y maestro de los niños cantores desde 1529. Precisamente por abusar de uno de estos infantes fue condenado a galeras, aunque fue perdonado al componer para el emperador sus cantos del cisne, en probable referencia a sus últimas composiciones sobre el Magnificat. Aquí se interpreta su Magnificat primi toni a 4, magnífica pieza en la contrae y expande la polifonía a su antojo con gran maestría, con secciones a 3 y un esplendoroso final a 6. De él se registra su composición a 6 sobre la célebre chanson Mille regretz a 4, denominada como La canción del emperador por decirse que era la favorita de Carlos V. Gombert amplia de manera realmente hermosa las cuatro partes originales a seis, convirtiendo así la sencilla composición original en una magnífica obra de densa textura y un refinado contrapunto. La chanson original, obra del gran Josquin des Prez [c. 1440-1521], es un dechado de elegancia y delicadeza, en la que muestra su genialidad el construir una de las obras profanas más geniales de toda la historia de la música sobre un material realmente sencillo. Es por eso que demuestra que es probablemente el autor más grande de todos los franco-flamencos, al que sin duda admiraban y que fue inspiración para la gran parte de ellos.

   Un ejemplo excelente que aúna el encargo de una obra a medio camino entre lo real y lo religioso es el motete celebrativo Jubilate Deo omnis terra a 6, que Cristóbal de Morales [c. 1500-1553] compuso en 1538 por encargo de su patrón, el Papa Pablo III para conmemorar la paz firmada ese mismo año por Carlos V y François I. Un excelente motete bipartito, que una interesante mezcla de material exultante con más reflexivo, que utiliza como cantus firmus el incipit del canto Gaudeamus omnes in Domino.

   Otro motete festivo es Andreas Christi famulus a 8, compuesto por Thomas Crecquillon [c. 1505-1557] –gran maestro franco-flamenco que desarrolló buena parte de su carrera en la capilla de Carlos V– en 1546 para una reunión de la Orden del Toisón de Oro, de la que el emperador era miembro. Un motete extraordinario si nos atenemos a su compleja construcción, armónicamente muy rica y con recurrente uso de falsas relaciones.

   Carole magnus eras a 5 fue compuesto por otro de los mejores franco-flamencos, Jacob Clement [c. 1510-c. 1555], conocido como Clemens non Papa a raíz de aparecer mencionado en una edición de Tilman Susato como Clement non Papa, una obra para distinguirlo del Papa Clemente. Motete compuesto probablemente tres años después de la promulgación de la Pragmática Sanción de 1549, la cual determinaba que las 27 provincias de los Países Bajos pasaban a ser propiedad de su hijo Felipe II. Se trata de un texto latino pero con texto profano, aunque su construcción musical se corresponde de manera fiel a la de un motete sacro.

   Aunque lejos de las tierras de dominio Habsburgo, Inglaterra estuvo relacionada de manera directo con la dinastía, entro otras cosas porque Felipe II contrajo matrimonio en 1554 con Mary I. Es por eso que se añade aquí una obra del maestro inglés Thomas Tallis [c. 1505-1585], uno de los grandes compositores británicos de la historia. Su motete Loquebantur variis linguis a 7 no tiene una conexión directa con el monarca, aunque se defiende que es una de las pocas piezas que fueran compuestas para ser interpretadas en conjunto por la Capilla Flamenca y la Chapel Royal de la reina Mary. Pieza inusual por su plantilla, muestra la capacidad de Tallis para condensar una densa textura contrapuntística en una refinada tela polifónica claramente inteligible.

   Alonso Lobo [1555-1617] es sin duda uno de los grandes maestros entre la pléyade geniales polifonistas hispánicos de los siglos XV y XVI. Su delicado y fascinante motete Versa est in luctum a 6 fue compuesto en 1598 para las exequias de Felipe II, suponiendo sin duda su gran legado al monarca, que musicaliza uno de los textos luctuosos más hermosos sobre los que de manera recurrente pusieron música los maestros hispánicos.

   Se trata, pues, de un registro que aglutina algunas de las composiciones más hermosas de los siglos XV y XVI, lo que per se es ya razón suficiente para adquirirlo y escucharlo en momentos de reflexión, calma y sosiego. Pero es que además está interpretado por Stile Antico, ensemble británico que desde hace años se encuentra entre lo más granado de la interpretación de polifonía renacentista en el mundo. Su calidad vocal fuera de toda duda, su capacidad para acometer lecturas repletas de rigor, con una afinación, sonoridad y equilibrio dignos del mejor British sound, del que son garantes desde hace diez años, sin duda les coloca, por méritos propios, a la altura de los mejores conjuntos especializados a nivel mundial. Destaca especialmente su capacidad de conjunto, puesto que llevan prácticamente desde su fundación con la misma plantilla, lo que les convierte en un excelso ejemplo del feedback anhelado por cualquier conjunto de estas características. Además, lejos de esa visión estática y fría que algunos achacan a ciertos conjuntos británicos, estos jóvenes resultan tremendamente expresivos, vehementes, elocuentes y evocadores. Han sabido conseguir la alquimia perfecta para hacernos llegar composiciones de tan exquisita belleza y tan imponente hondura, como son estas, de la mejor manera imaginable.

   Por lo demás, el compacto es un ejemplo del savoir faire de Harmonia Mundi, que de manera realmente inteligente apostó por este joven conjunto hace ya diez años, y que ha ido editando todos sus discos desde entonces –su discografía actual consta de nueve álbumes, a cada cual mejor–. El álbum presenta un diseño maravilloso, elegante y vistoso, repleto de imágenes en color de algunos de los monarcas y cuadros relacionados con estos, obras de grandes artistas del Renacimiento europeo. Las notas al programa, obra del cantor Matthew O’Donovan, son realmente ilustrativas e interesantes. Además, la toma de sonido resulta absolutamente límpida, nítida y consigue un equilibrio admirable. Gran trabajo el de Brad Michel en este sentido, y por supuesto el de Robina G. Young como productora habitual de los discos bajo el subsello Production USA de la casa francesa.

   Estamos, a todas las luces, ante un disco esplendoroso. Cualquier apasionado de la polifonía renacentista debe tenerlo en sus anaqueles, porque encontrar tanta belleza compositiva y calidad interpretativa en un espacio tan pequeño es difícil actualmente. Un lujo 100%.

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