Por Aurelio M. Seco
Sinfonía en re menor y Obertura de Los esclavos felices de Juan Crisóstomo de Arriaga. TRITÓ. Orquesta de Cadaqués. Director: Sir Neville Marriner. 1996.
Encontrar una versión satisfactoria de la Sinfonía en re menor de Juan Crisóstomo de Arriaga es tan difícil como hallar unas notas al programa o edición crítica que explique claramente la obra. Hay tanta desorientación al respecto que, incluso hoy, importantes entidades musicales, directores y musicólogos de renombre hablan y escriben sobre ella sin verdadero conocimiento de causa.
En el extenso artículo que publicamos en Codalario Premium sobre Arriaga, creo que hemos contribuido a aclarar algunos aspectos oscuros entorno a la vida y obra del compositor y, en concreto, de esta bellísima sinfonía, escrita sin ningún tipo de duda en la tonalidad de re menor, dentro un estilo que, con todo lo inspirado que estuviera en la música Mozart -como no puede ser de otra forma-, también respira del zeitgeist de la época de Schubert. Esto lo dice Joaquín Pérez de Arriaga con frecuencia y a nosotros nos parece lógico pensarlo. Y si Juan Crisóstomo de Arriaga ha pasado a la historia como “El Mozart español” porque cuajó el invento de uno de sus familiares para revalorizar su figura, ésta se percibe hoy entre una cierta bruma provocada por la falta de estudios rigurosos. Qué difícil es enderezar lo que no se ha hecho del todo bien, aún con buenas intenciones. En fin, que la vida de este músico genial, que no llegó a cumplir los 20 años por pocos días, se encuentra todavía sumida en la subjetividad de quien afronta a su modo las cosas. Necesitamos un estudio de referencia, en manos de un investigador productivo, pero también riguroso.
Entre los aspectos equívocos que más nos han sorprendido destacamos dos, el que tiene que ver con el título de la obra y el análisis de su estructura, que ha tenido consecuencias en el diseño de las ediciones críticas que se han realizado. Nos parece que la denominación correcta es la de Sinfonía en re menor, aunque sea frecuente encontrarse con la frase “a gran orquesta” acompañando. Esto nos sorprende, ya que no es más que una mala traducción del original francés “à grand orchestre”, que aparece escrita a mano en la partitura autógrafa de la obra, en la que no está del todo claro qué escribió Arriaga y qué no. Si se quiere y como mucho, Sinfonía en re menor “para gran orquesta”, hasta que sepamos a ciencia cierta si dicha prolongación forma parte del título escrito por Arriaga o es un añadido de alguien que quería poner en más valor todavía una obra que, seguramente, no fue escrita para más de 40 músicos. Desde luego, es un error escribir Sinfonía en re, sin más, porque se puede entender que es re mayor, o Sinfonía en re “A gran orquesta”, denominación que encontramos demasiadas veces.
También nos resulta curiosa la manera en la que se ha venido analizando y editando su estructura. Si atendemos a la edición elaborada por la Fundación Vizcaína Aguirre, cuya forma general respetan músicos como Jordi Savall o Paul Dombrecht en sus grabaciones de la obra, parece claro pensar que, en el primer movimiento de la sinfonía existen tres temas y no dos, como se suele asegurar. Dos temas en re menor (A1 y A2) y un segundo (B) en fa mayor. El tema A2 es de naturaleza modulante (de re menor a fa mayor), lo que puede llevar a la confusión de considerarlo simplemente un puente (¿Quizás un ‘puente temático’?), pero su estructura no dice que estemos ante un puente sin más, sobre todo si observamos cómo, en la recapitulación, vuelve a aparecer entero y por completo en re menor.
Por el contrario, si echamos un vistazo a la versión grabada por Neville Marriner para Tritó en 1996, observamos con sorpresa que desaparece dicho tema de la recapitulación, e incluso el tema A parece tener menos importancia en la exposición, al no estar repetido. Desde este punto de vista, nuestro segundo tema A en re menor parecería menos consistente pero, en cualquier caso, un puente bastante imaginativo.
Es evidente que hace falta un consenso en lo que se refiere a la versión definitiva de la partitura. Consideramos que la estructura de la obra está más clara en la manera de exponer los temas y su duración en la edición de la Fundación Vizcaína Aguirre, aunque sea evidente, ya desde su comienzo, que está equivocada en la tonalidad de la obra. La publicación de una segunda versión de la sinfonía, grabada en 2013 por la propia Tritó, junto a Marriner y la Orquesta de Cadaqués, parecen haber nacido con la intención de rectificar el modelo formal de 1996, en nuestra opinión, con acierto.
Existen bastantes trabajos discográficos que contienen esta sinfonía. El realizado por Jesús Arámbarri para Hispavox (1959), el de Jesús López Cobos para Ensayo (1974), la versión de Josep Pons para Capriccio con Concerto Köln (1993), las de Alvaro Casutto (1992, 2002 y 2006), la del español Juan José Mena con la Sinfónica de Bilbao (2000), Charles Mackerras en 1995, Andrés Orozco-Estrada con la Sinfónica de Euskadi en el 2009, Jorge Velazco (1986), Ronald Zollman (1996), Luigi Sagestrano (1993), Jordi Savall, Paul Dombrecht y, la que hoy nos ocupa, dirigida por Neville Marriner, al frente de la Orquesta de Cadaqués para la editorial Tritó.
Independientemente de las dudas que nos surgen al observar las decisiones que se han tomado respecto a la estructura de la obra, estamos ante una versión diferente, por el buen gusto con que ha sido planteada, que además era el primer trabajo discográfico que afrontaba Tritó como sello. Grabada el 22 de enero de 1996 en el Palacio de Festivales de Cantabria en Santander, con John Timperley como técnico de sonido, Neville Marriner obtiene con este cedé, una de las versiones de ejecución más elegante y seriamente planteadas que hemos escuchado. Llama la atención el ritmo impuesto por el director, algo más rápido de lo que nos encontraremos en otros lugares, pero dentro de un estilo limpio y riguroso, que aporta a la obra una cierta distinción que le va muy bien. Creemos que, bajo su dirección, el número de componentes de la orquesta consigue un resultado sonoro brillante. La calidad de su factura sonora llama la atención, sobre todo al comparar este trabajo con otros en los que los balances están descontrolados, y algunos que, amparados en una presunta versión 'historicista', adolecen de falta de musicalidad.
Marriner plantea la sinfonía dentro de un estilo equilibrado que nunca resulta insulso sino, más bien, refinado, de textura rigurosa, expresiva y sugerente. El director tiene muy claro lo que es importante y lo que no, y dota a la sonoridad de los violines de un protagonismo que se agradece, en el que no se pierden matices, sino que se expresan con una naturalidad muy difícil de conseguir. En el primer movimiento, cuando llega la recapitulación y no nos encontramos el tema A, encontramos una cierta falta de seguridad, como si la estructura elegida no ayudase del todo a la fluidez del estilo impuesto con brillantez por Marriner. Es una cuestión sutil de fondo que, en cualquier caso, no perjudica el tono general de un movimiento que está magníficamente expuesto.
Como hemos dicho, en el 2013 aparece otro trabajo discográfico, grabado en directo, editado por Tritó y dirigido por el propio Marriner en el que ya se corrigen los aspectos estructurales de edición señalados anteriormente. Sin embargo, desde un punto de vista estilístico, en la nueva versión encontramos algunos fragmentos demasiado rápidos (el cuarto movimiento nos parece algo precipitado), aunque siempre llevados por la elegancia de estilo de Marriner, que con estos dos cedés sin duda ha encontrado una manera personal y bella de situarse entre los directores que mejor han interpretado esta sinfonía.
Volvemos a la versión del 96 para centrarnos en el cuarto movimiento, que nos parece depurado, limpio y muy emotivo, de una belleza delicada, de una modestia reconfortante. Magnífico sin duda el tono expositivo de este fragmento con que Arriaga, puede que inspirándose en La trágica de Schubert, encuentra su propia manera de ser.
En la edición del disco se echan en falta unas notas al programa explicativas, sobre todo si tenemos en cuenta la capacidad profesional que viene demostrando Tritó en este terreno, una editorial que a lo largo de su trayectoria ha apostado por la calidad y seriedad de sus propuestas musicales. Es posible que para algún lector, la discutible edición crítica usada pueda restar puntos a la hora de adquirir la grabación -Siempre puede hacerse con la versión del 2013-. Nosotros consideramos la versión del 96 imprescindible, no sólo porque nos parece un documento interesantísimo a nivel musicológico, sino por el tono musical tan personal y cuidado con el que Marriner y la Orquesta de Cadaqués han logrado tonificar la Sinfonía en re menor y la Obertura de Los esclavos felices de Juan Crisóstomo de Arriaga. Creo que pocas veces se podrá oír el cuarto movimiento de esta sinfonía, una obra maestra, tocada con tanta serenidad, sentido de la elegancia y buen gusto.
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