Crítica: Víctor Pablo Pérez al frente de la Sinfónica del Vallés

UN MAESTRO DE VERDAD

Por Albert Ferrer Flamarich
Pärt: Cantus in memory of Benjamin Britten. Shostakovich: Concierto para piano y trompeta núm. 1, en do menor, op.35. Tchaikovsky: Sinfonía núm.6, en Si menor, op. 74, “Patética”. Natalia Sokolovskaia, piano. Carlos Megías, trompeta. Orquesta Sinfónica del Vallés. Víctor Pablo Pérez, director. Palau de la Música Catalana. 7-2-15.

   Las visitas de Víctor Pablo Pérez a la OSV son garantía de un trabajo que va mucho más allá del buen oficio y la experiencia. Como escribió un crítico catalán ya retirado y referente mío, Víctor Pablo es de aquellos concertadores que hay que escuchar con los ojos porque su gesto informa de lo que pasa, pasará o debería pasar propiciando reflexiones aleccionadoras. Sin batuta, con un gesto entendedor como pocos, es un artista fiel que defiende su propuesta con argumentos sólidos, poco discutibles y unos resultados que merecen más que admiración.

   La lectura expresiva y apasionada de una sinfonía que entiende muy bien como la Patética fue otra muestra. Construida de inicio a fin con tensión y apuntando a la fatalidad, equilibró los elementos expositivo y expansivo presentando la neurosis sin histeria. El oleaje romántico y el dominio orquestal tenía, por ejemplo, en los segundos planos la riqueza textural y la densidad sonora de los auténticos maestros. Además dotó al segundo tema y clímax del Adagio lamentoso con tensión acumulativa y contrastó el emocionalmente bipolar segundo movimiento, entre la dulzura melódica del vals y el obstinado opresivo de la sección central.

   Solo el tercer movimiento lo planteó desde un presente desafectado y no con la afirmación obsesiva del cataclismo. Apuntaba más hacia el Scherzo de la Cuarta sinfonía que hacia la huída sarcástica e inexorable de la tragedia. Son opciones. Y la suya, sin caer en giros circenses, fue aplaudida prematuramente por la motricidad y el potencial cautivador.

   Previamente la sección de cuerdas y la ganadora del Concurso Ricard Viñas 2013, Natalia Sokolovskaia, abordaron el Concierto para piano y trompeta núm. 1 de Shostakóvich. Falto de mayor vuelo idiomático, dejó momentos memorables como el bellísimo tema de la trompeta y las cuerdas con sordina en el Lento. Con ellos, Carlos Megías, atril de la formación, asumía rol de solista. Su bis, Adiós a Granada en versión para trompeta también de Shostakóvich, convenció por la falta de manierismos, la afinación perfecta (incluso en los “floreos” con gradaciones dinámicas) y una línea melódica bien modelada. La pianista participó con parecida discreción y contención que en el Concierto. Por eso se la espera en una obra de exigencia diferente.

Pärt, otro horizonte

   A pesar de que el repertorio de la orquesta sufre una cierta limitación también incluye hallazgos como el Cantus in Memory of Benjamin Britten de Arvo Pärt. Una obra que, en el contexto, podía entenderse como un reverso del adagio de la Patética. Aplaudida pero poco entendida por el público, se abastece de principios sencillos de consonancia y una escala descendente que transita por las notas de un acorde desplegado en un crescendo acumulativo que llega a ser estéticamente puro, no emotivo. En casos así las notas en el programa son indispensables para abrir horizontes y explicar a los asistentes ideas básicas como la búsqueda de la atemporalidad, el ascetismo implícito y la filiación distante con tentativas de compositores precedentes como Sibelius.

   Por cierto, estamos en el año Sibelius y Nielsen (también es aniversario de Morera), ¿la OSV los programará la próxima temporada? Esperemos que entonces también mantengan los vínculos con entidades sin ánimo de lucro como el proyecto del Cor Clavé XXI, dedicado a la integración social de niños con familias desestructuradas, destinatarios de éste concierto.

Foto: JuanMa Pelaez