El pianista Seong-Jin Cho debuta en la temporada de la Orquesta y Coro Nacionales de España bajo la dirección de David Afkham
La potencia de la música rusa en el Auditorio Nacional
Por David Santana | @DSantanaHL
Madrid. 23-X-2022. Auditorio Nacional de Madrid. Orquesta Nacional de España, David Afkham, director; Seong-Jin Cho, piano. Concierto para piano y orquesta n.º 3 en re menor, op. 30 de S. Rajmáninov y Sinfonía n.º 12 en re menor, op. 112 “El año 1917” de D. Shostakovich.
En esta temporada repleta de vanguardismo, los compases postrománticos de Rajmáninov y Shostakovich se convierten en algo que podríamos denominar un «concierto clásico», así como una oportunidad excelente para poner, tras las dos temporadas de postpandemia, a una orquesta de grandes dimensiones sobre el escenario del Auditorio Nacional. Todo un reclamo para los melómanos megalómanos.
Traer a un artista de fama internacional como es Seong-Jin Cho también es una apuesta segura. El interés que mueve el pianista se manifestó en un Auditorio Nacional repleto de gente excepto por las butacas más altas. Sin duda, el público madrileño tenía interés por escuchar qué era lo que conmovió al jurado del Concurso Internacional Chopin de Varsovia y que marcó el inicio de una carrera llena de éxitos para el coreano.
Seong-Jin Cho tuvo la oportunidad de demostrar todo su talento con un concierto de marcado carácter virtuosístico como es este Tercero de Rajmáninov. El tema inicial del primer movimiento lució esplendoroso dentro de su recato y modestia, un carácter difícil de ejecutar pero vital para lograr la expresión correcta de este movimiento. Sin embargo, el pianista coreano hizo ya en estos primeros compases toda una declaración de intenciones reteniendo ligeramente el tempo que había propuesto Afkham. Iniciaba así un conflicto con la orquesta que se prolongaría durante todo el concierto. No obstante, no sería el tempo donde más se notaría esa falta de cohesión, sino en el carácter, algo que se pudo apreciar claramente en el Intermezzo. Adagio: Tanto Afkham como Seong-Jin Cho buscaban esa melancolía que este movimiento lento transmite, pero llegaron a esta por dos discursos expresivos diferentes, los dos igual de válidos, pero inconciliables.
Con todo ello, la actuación de Seong-Jin Cho tuvo momentos fulgurantes, como la espectacular pirotecnia de la que hizo gala en la cadenza del primer movimiento que resultó en toda una clase magistral de potencia y colorido. Nuestra Orquesta Nacional también destacó por su sonido potente y la direccionalidad en el Finale. Alla breve —muy sutilmente atacado, por cierto— y por el brillante sonido de la sección de metales.
Si uno se hubiera quedado destemplado en el intermedio, lo que restaba de la velada vendría a disipar las dudas e inclinar la balanza hacia el aprobado, pues en la Sinfonía n.º 12 de Shostakovich pudimos escuchar el sonido al que la OCNE de David Afkham nos tiene acostumbrados. Destacamos la potencia de la orquesta, recompuesta ya y en todo su esplendor tras las reducciones de plantilla en el escenario de la temporada post-pandemia. El sonido estuvo muy bien construido desde los graves, con una sección de contrabajos envidiable se coronaba con la brillantez de unos metales sólidos y una percusión potente y precisa.
En el primer movimiento escuchamos un brillante crescendo siguiendo los motivos repetitivos de la percusión que nos pueden llegar a recordar a la Sinfonía Leningrado del mismo compositor. Las maderas nos ofrecieron unos solos expresivos y bien ajustados en el Adagio en el que también destacó el trombón solista. Nos llevó Afkham al segundo Allegro de forma sutil, dirigiendo la melodía con convicción hacia la fanfarria de carácter marcial que marca el final de este movimiento.
Fue imposible no aplaudir después de un final tan apabullante como el que nos ofreció esta Orquesta Nacional de España a plena potencia. Toda una declaración de intenciones de que hemos vuelto al gran sonido orquestal y al monumentalismo tan añorado en las temporadas pasadas.
Foto: Facebook OCNE
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