LA SCALA: SOBRE SANT'AMBROGIO, EL LOGGIONE, LA TRAVIATA Y RICCARDO CHAILLY.
El día 7 de Diciembre se conmemora la festividad de Santo Ambrogio, patrón de la ciudad de Milán y constituye la tradicional apertura de la temporada del Teatro alla Scala. El mítico teatro, gran templo de la ópera italiana, se inuguró el día 3 de agosto de 1778 conforme al diseño de
Giuseppe Piermarini, con una representación de la ópera "
L'Europa Riconosciuta" de
Antonio Salieri. La mencionada fecha del 7 de diciembre es clave en el calendario operístico anual y para los artistas que tienen el privilegio de intervenir en ella, convergen dos particularidades o sensaciones. Por un lado, el inmenso orgullo y prestigio que otorga actuar sobre el escenario Scaligero en tan señalada fecha y por otro, el verse sometido a la inmensa exigencia del público -particularmente los tifosi del temido
loggione (la galería o "gallinero"), sobretodo si se trata de una ópera italiana la que se representa, lo que es lo más habitual para inaugurar la temporada. Efectivamente, ese público se considera "guardián" de las esencias del canto, la ópera italiana en general y la verdiana en particular y desde luego, que a lo largo de la historia se le pueden achacar injusticias, veleidades, caprichos y chauvinismo. En muchas ocasiones el alboroto está "cantado" (y nunca mejor dicho) con antelación. Un comportamiento, el de los sectores más duros de la llamada Sala Piermarini, equiparable, para que sirva de ejemplo, al de los más exigentes de la Plaza de las Ventas de Madrid (el tendido
del siete). En ambos casos se les pueden achacar excesos, intransigencias, filias y fobias caprichosas, pero resultan necesarios para mantener el nivel de exigencia máxima que deben tener la primera plaza del mundo en ópera (La Scala de Milán) y en el mundo taurino (Las Ventas de Madrid).
La ausencia de italianos entre los intérpretes o la aparición de cantantes con escaso bagaje, pero que llegan con gran apoyo mediático como si fueran estrellas, sin la debida sanción de la cátedra milanesa, han tenido normalmente como consecuencia prácticamente asegurada, encontrarse al loggione de uñas y "con la escopeta cargada". Así podríamos citar el debut de una jovencísima
Katia Ricciarelli con 26 años cantando
Suor Angelica en 1973. Llegó con una fama tremenda y muchos fans. Había ganado importantísimos concursos y paseado su belleza y arte canoro por la televisión. Claro, la estaban "esperando". Al concluir su gran aria "
Senza Mamma" sus seguidores desencadenaron una gran ovación, que superó en volumen y tiempo lo que consideraban justo y apropiado los sectores más exigentes, que respondieron con protestas y gritos que lograron acallar la ovación. Otros casos a citar y que hoy pueden considerarse sorprendentes, son, por ejemplo, los abucheos a
Carlos Kleiber
en su inconmensurable
Otello de 1976, que inauguraba temporada, los cuales, incluso, pueden escucharse en la grabación audio y vídeo disponible. Por no hablar de los escándalos con
Montserrat Caballé por la
Turandot que no cantó ese mismo año y por la
Bolena que sí cantó en 1982 y que provocaron la marcha de la diva española, dejando como sustituta a una joven
Cecilia Gasdia que fue encumbrada en exceso sólo por fastidiar a la gran soprano catalana. Tampoco todo un
Carlo Bergonzi se libró de las protestas en la Sala Piermarini por un Radamés o, no olvidemos, el escándalo de aquella
Traviata en los sesenta con
Mirella Freni y dirección de
Karajan. Los "viudos" de la
Callas no estaban dispuestos a aceptar otra Violetta posible y consiguieron que esta ópera no se representara en La Scala en 30 años. También fue noticia en su día la contestación a
Roberto Alagna al terminar el aria "
Celeste Aida" y que provocó una inadmisible reacción del tenor, que abandonó el escenario en plena función, teniendo que salir un sustituto (
Antonello Palombi) ataviado en vaqueros.
Grace Bumbry en una
Tosca,
Luciano Pavarotti en una
Favorita y un
Don Carlo,
Renée Fleming en
Lucrezia Borgia,
Cecilia Bartoli etc... también han sido blanco de las protestas del
loggione scaligero.