"Salomé" (Richard Strauss) Teatro Real, Madrid, 11 de abril de 2010. Nina Stemme, Doris Soffel, Gerhard Siegel, Wolfgang Koch, Tomislav Muzek, Jennifer Holloway, James Cresswell, David Rubiera, Pavel Kudinov. Dirección Musical: Jesús López Cobos. Producción: Robert Carsen
UNA GRAN "SALOMÉ" EN UNA PRODUCCIÓN ABSURDA Y MUY PROTESTADA
Una "Salomé" muy disfrutable la que se ha presenciado en el Teatro Real. Ha cosechado un gran éxito en la faceta canora y de la dirección orquestal. La producción escénica fue sonoramente abucheada. Fabulosa con todas las letras, la "Salomé" de Nina Stemme. Voz bella, homogénea, timbrada, bien emitida y proyectada, manejada con gran clase y musicalidad por una soprano que, al mismo tiempo que ofrece sonidos con metal y supera sin problemas la suntuosa orquestación Straussiana, canta estupendamente, con morbidez, realiza "smorzature", pianos, filados, además de intérprete comprometida dramáticamente y hacer personaje. ¡Brava! Fantástica la Herodias de la veterana Doris Soffel, voz amplia, carnosa, caudalosa, con sonidos percutientes de los que llenan el teatro. Igualmente notable el Herodes de Gerhard Siegel, con su material vocal penetrante y dominador absoluto de Sprechgesang. Más flojo Wolfgang Koch como Jochanaan, emisión dura, engolada y nasal. Agudo sin expansión y "squillo", necesario en este papel. Deficiente Muzek, con la voz empotrada en la gola, como Narraboth. López Cobos, como es habitual, ha rendido mejor en este repertorio que en ópera italiana. A pesar de que la orquesta no posee el mínimo refinamiento tímbrico (tan esencial en Strauss), la debilidad de la cuerda, la poca claridad en las texturas y momentos en que ha predominado el estruendo, ha logrado un trabajo plausible, con una tensión teatral (de menos a más) y un solvente acabado. El regista Robert Carsen tiene una sólida fama y prestigio. En el Teatro Real ha conseguido merecidos éxitos en Diálogos de carmelitas o "Katia Kabanova". En esta ocasión, sin embargo, ha sido muy protestado. En mi opinión, con toda la razón. Ya sabemos que ha declarado que había que ofrecer "cosas nuevas". Da igual si no tienen justificación ni sentido. Ambientar "Salomé" en el sótano de un hotel-casino de Las Vegas, me parece absurdo e inexplicable. No se sostiene, además de ir contra la obra y sus autores. Toda la fascinante orquestación Straussiana que ambienta y describe una cálida noche de luna llena en Judea, se va al garete. Ya sabemos que las intenciones del autor parece que no importan. A mí sí.
De chiste, el desierto de Nevada al fondo cuando aparece Jochanaan (que debería venir del supuesto aljibe), grotesco por no decir directamente desagradable, el desnudo sin venir a cuento en la danza de los siete velos, de ancianos y señores entrados en carnes. Por no hablar de que Salomé se marche al final tan pimpante hacia el desierto, mientras se suponen que matan a su madre. Indignante ver como una señora soprano está cantando una de las escenas más impresionantes para soprano de la historia del género, mientras en gran parte de ella, unos señores y señoras juegan a los bolos con la cabeza del bautista. Deleznable. Al acabar la función pensé que con estos tres protagonistas (Stemme, Siegel y Soffel-al fin voces de ópera, voces de teatro), la Filarmónica de Viena (o la orquesta del Palau de Les Arts, para no irnos lejos) y la producción de Petr Weigl de Berlín (la del DVD Malfitano-Sinopoli) hubiéramos presenciado algo histórico.
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