Crítica de Raúl Chamorro Mena del recital de la soprano francesa Sabine Devieilhe en el Ciclo de Lied del Centro Nacional de Difusión Musical [CNDM] y el Teatro de la Zarzuela, acompañada al piano por Mathieu Pordoy
Exquisitez y perfume francés
Por Raúl Chamorro Mena
Madrid, 11-XI-2024, Teatro de la Zarzuela. Ciclo de lied del CNDM. Sabine Devieilhe, soprano. Mathieu Pordoy, piano. Obras de Franz Liszt, Josef Hadar, Franz Schubert, Richard Strauss, Edvard Grieg, Lili Boulanger, Cécile Chaminade, Germaine Tailleferre, Francis Poulenc, Darius Milhaud, Marguerite Monnot y Maurice Ravel.
Para protagonizar el primer recital de la XXXI edición del Ciclo de lied, se ha elegido con acierto a una de las cantantes actuales de mayor interés, la francesa Sabine Devieilhe. Estamos ante una soprano ligera, especialista en coloratura, pero que su capacidad fraseadora, flexibilidad, técnica y control de dinámicas y acentos la convierten en una sobresaliente intérprete del recogido e intimista mundo de la canción.
Cabe calificar el variadísimo programa –combinación de piezas del siglo XIX y XX- como exquisito, tanto como el canto desplegado por la Devieilhe quien, además, nos permitió escuchar piezas poco conocidas de mujeres compositoras como Lili Boulanger, Cécile Chaminade y Germaine Tailleferre. Podría ponerse el reparo a la soprano, bien es verdad, del uso constante del libro con las partituras durante todo el evento.
Comprendimos perfectamente que los marineros y pescadores del Rhin se sintieran atraídos por el canto de Loreley, al escuchar la primorosa y cautivadora versión ofrecida por la Devieilhe –culminada por un hermoso filado después de una escala ascendente- del estupendo lied de dicho nombre compuesto por Franz Liszt sobre texto de Henrich Heine. Un despiste del pianista provocó un enorme desajuste en un momento de la pieza, lo cual incitó a los protagonistas del concierto a repetirla como tercera y última propina.
A continuación, un delicioso ciclo de nanas, en el que se combinaron encantadoras piezas anónimas, con pasajes de origen popular como «Erev shel shoshanim» de Josef Hadar a partir de un canto tradicional hebreo. No faltaron piezas de músicos consagrados en el repertorio liederístico como Franz Schubert, Richard Strauss y el propio Franz Liszt. En el repertorio alemán, el arte de la Devieilhe no resulta tan genuino, pero su canto legato, control de las dinámicas y expresión de recogimiento e introspección destacaron en «Du biz die Ruh» y «Nach und Traüme» de Franz Schubert.
En la segunda parte tres piezas de Richard Strauss se unieron a las dos que formaron parte del ciclo de nanas. La sensibilidad de la Devieilhe resaltó el misterio de Die Nacht en el primer capítulo, mientras en las tres del segundo evocadoras de la naturaleza, pertenecientes al opus 22 Madchenblumen-flores de muchacha, sobre textos de Felix Dahn, cabe destacar la ligereza y alegría de las dos primeras, Acianos y Amapolas, así como la clase del canto de la soprano francesa y la mayor emotividad dotada a Epheu-Hiedra.
En repertorio francés, el arte de Devieilhe resplandece como referencial, por estilo, morbidez, modos refinados, sensibilidad y capacidad para colorear y perfilar variados claroscuros. Todo ello se manifestó espléndidamente en el bloque, introducido por la cantante en un vacilante español, dedicado a mujeres compositoras francesas, como la malograda a tan temprana edad Lili Boulanger y sus piezas evocadoras del impresionismo francés, que recuerdan particularmente a Claude Debussy y su Pélleas. Se escucharon las canciones 1, 2 y 4 del ciclo Clairières dans le ciel, del que, finalmente, no se interpretó «Deux ancolies» a pesar de estar anunciada. La Devieilhe, a la que vi una espléndida Melisande en Munich el pasado mes de julio demostró su total afinidad, fina musicalidad y capacidad para colorear su exquisito canto con estas mélodies de Boulanger, así como en «Ma primère lettre» de Cécile Chaminade.
Los problemas de las relaciones sentimentales y amorosas desde el punto de vista de la mujer se encuentran en Six chansons françaises de Germaine Tailleferre de las que Devieilhe interpretó con la apropiada desenvoltura y ligereza la núm. 1, «Non, la fidelité», núm. 3 «Mon mari m’a diffamée» y núm. 6 «Les trois présents».
El canto de coloratura de tradición francesa y su dominio por parte de la soprano protagonista del recital estuvo representado por «Tay toy, babillarde arondelle» de Darius Milhaud.
Magnífico broche al programa el «Hymne á l’amour» de Marguerite Monnot, inmortalizado por Edith Piaf, del que la Devieilhe ofreció una emotiva interpretación, muy distinta que la de la gran cantante parisina, demostrando que la buena música permite variados y válidos acercamientos.
Los aires españoles llegaron como primera propina con Maurice Ravel y su vocalise-étude en forma de habanera, primorosamente delineado por la Devieilhe, al igual que la desenfadada y plena de ligereza pieza de opereta ofrecida a continuación. Para finalizar, como ya he subrayado, se repitió «Die Loreley» de Franz Liszt.
Versátil y correcto acompañante se mostró el pianista Mathieu Pordoy. Eficaz, pero sin especiales sutilezas ni detalles en sus dos piezas a solo: «En réve: Nocturne» de Liszt con efecto de apagado de las luces de sala, así como la improvisación homenaje a Edith Piaf de Poulenc.
Fotos: Rafa Martín
Compartir