Por Gonzalo Lahoz.
San Lorenzo de El Escorial. 28/06/15. Teatro Auditorio de San Lorenzo de El Escorial. Obras de Giménez, Barbieri, Moreno Torroba, Chueca, Sorozábal, entre otros. Ruth Iniesta (soprano). Alejandro González del Cerro (tenor). Germán Olvera (barítono). Orquesta Sinfónica Verum. Dirección musical: Manuel Coves.
En Codalario nos decidimos por el término Artista revelación para empezar a reconocer a las próximas figuras de la clásica de nuestro país a través de un nuevo galardón en nuestros premios anuales, como reconocimiento de unas cualidades artísticas que emergen y como anticipación de las futuras estrellas que seguro serán y que realmente ya son.
A 45º a la sombra y entre hedonísticos sonidos, el concepto “revelación” alcanzó nuevas cotas escuchando a la primera premiada en esta categoría. Si Ruth Iniesta es nuestra artista revelación de 2015 es por la manifestación casi divina que supone escucharla deshaciendo a su antojo cada aspecto musical y dramático de las zarzuelas que canta. Todas las verdades salen a la luz en su voz. Y entonces uno se pregunta si no habremos llegado ya tarde en su caso con aquello de “revelación”.
La Iniesta, y digo ya La Iniesta en una época en las que nos hemos olvidado de divinas, estupendas y superbas pero en la que seguimos conservando el artículo determinante para las grandes voces femeninas de la lírica, lleva la zarzuela en su voz, uno intuye que es consciente de ello por la forma en que mima la palabra y la música, convirtiéndose en la nueva valedora del género. Así lo demostró en cada una de sus intervenciones: Regaló una pieza poco escuchada pero habitual en su repertorio como es el Vals de la bujía, de Luces y sombras de Chueca, resultando toda una demostración de intenciones (“...no hay salones donde no llegue a brillar...”): lo que debería ser una aforística dicción para el común de los cantantes, cristalino tercio superior y coloratura medida, que dieron paso a varias pruebas para sacar lustre y tersidad a la zona media y notas más graves como el dúo junto al tenor Amor, mi raza sabe conquistar, de La leyenda del beso, En mi tierra extremeña de Luisa Fernanda y Torero quiero ser de El gato montés; así como un momento para su faceta más cómica en Este es el sitio, de El barberillo de Lavapiés, si bien la inclusión de este fragmento quedó algo deslucido por sus características y contexto, que muchos entre el público no supieron ubicar.
El súmmum lo alcanzó la Iniesta al entonar Me llaman la primorosa. Por dicción, por proyección, por emisión, por control del fiato y administración de la coloratura, pero sobre todo por musicalidad y sensibilidad, por conocer, cuidar y disfrutar aquello que canta. La ovación fue enorme, obligando a la soprano a salir a saludar tras haber abandonado ya el escenario.
La zarzuela ya le pertenece, o ella le pertenece a la zarzuela, como quiera verse. Tras varios años triunfando en su templo más universal, sería lo justo que ahora Iniesta busque también reconocerse ante el gran público con la ópera, con sus grandes protagonistas. Está en su derecho y suya será la decisión de cómo llegar al equilibrio deseado entre ambos géneros. Por ello lo único que es requerible a la zaragozana es tiempo. Todo el tiempo que necesite. Nosotros no tenemos prisa si la recompensa es escucharla por muchos años.
Acompañaron también en esta gala el tenor Alejandro González del Cerro, de aseada línea de canto, con algún cambio en letra (No puede ser) y por momentos con evidentes recursos expresivos, con una bella factura en Bella enamorada de El último romántico, y el barítono Germán Olvera, al que faltó en ocasiones mayor cuerpo y verdadero color en su tesitura.
A la Orquesta Sinfónica Verum, con un laborioso Manuel Coves al frente, habrá que darle más tiempo para que asienten conceptos, yo diría que básicos, que aún les quedan bastante lejos. Tiempo al tiempo, ya digo.
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