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Crítica: Rubén Gimeno y la Sinfónica del Vallés celebran a Shakespeare

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Autor: Albert Ferrer Flamarich
12 de abril de 2016

CELEBRANDO A SHAKESPEARE

Por Albert Ferrer Flamarich
Sabadell. 8/IV/16. Temporada de la Orquesta Sinfónica del Vallés (OSV). Rubén Gimeno, director. Joel Joan, narrador. Obras de Rota, Tchaikovsky y Prokofiev.

   En más de una ocasión he elogiado los programas de la OSV por las variantes y un considerable vuelco del formato estándar de concierto. El programa del pasado fin de semana llevaba el reclamo musical shakesperiano del Romeo y Julieta con la presencia de un narrador en la vertiente literaria y teatral. En este sentido al acertado recitar del actor Joel Joan a partir de cartas y poemas sobre el amor procedentes de diversos autores, solo le faltó mayor memorización para dotar de fluidez unos textos bien escogidos e intercalados. Así se notó en la suite escrita por Nino Rota, uno de los grandes compositores del siglo XX, para la película de Franco Zeffirelli de 1968. Éste fue un buen pórtico interpretado con delicadeza y cuidado en el que se acertó en la colocación de las tres trompetas sul palco de la fanfarria, consiguiendo el efecto de espaciado, dialéctica y simbolismo implícitos.

   En un concierto como éste no podía faltar la Obertura-fantasía de Tchaikovsky que fue la interpretación más regular de la noche. A pesar de subrayar colores y acentos de tragedia en las cuerdas graves, la introducción tuvo una sección de maderas poco cohesionada. Dentro de una lectura de tempo tendiente a rápido -no precipitado- y bien sostenido, pecó de rigidez y falta de fluidez. No fue hasta la reexposición con el regreso del tema de amor que se logró el vuelo lírico y la concentración predominantes también presentes en la segunda parte con la selección del ballet de Prokófiev.

   Aquí la vehemencia y agresividad de Montescos y Capuletos, el fraseo apasionado de Romeo y Julieta y el ejercicio de virtuosismo y motricidad, especialmente para la cuerda, en la “muerte de Tybalt” coparon el entusiasmo del auditorio. Queda al margen la bombástica coda difícil de concertar y texturizar, sobre todo con una acústica como la del Teatre Principal. Un teatro que, insisto, no debería de ser un emplazamiento tan recurrente en las convocatorias de la Simfònica en su ciudad. La gerencia de la formación y el Ayuntamiento han de encontrar soluciones inminentes para ampliar el número de programas y poderlos ofrecer en La farándula. Es necesario para una mayor captación de público y, especialmente, para programas como éste para gran orquesta.

   Este año he descalificado a menudo los programas de mano por su camino errático, parcial y poco útil. En esta ocasión hay que reconocer el acierto de la perspectiva y el contenido ilustrando claves históricas y estéticas de la fascinación shakesperiana durante el Romanticismo.

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