Una entrevista Agustín Achúcarrro
Rubén Fernández Aguirre es el prototipo de pianista de cantantes, que ama su profesión hasta la médula y que disfruta compartiendo la voz de su piano con los cantantes. Se considera un privilegiado por poder trabajar en lo que le gusta y a base de mucha calidad y empeño se ha hecho un hueco en una compleja profesión que defiende con datos y argumentos. Fernández Aguirre se adentra en su forma de entender su profesión tras su participación en el Festival Internacional de Santander junto a la mezzo María José Montiel y antes de que comiencen las clases magistrales de María Bayo en el Palacio de la Magdalena, con la que colabora.
¿Se le podría definir como un enamorado del canto que toca el piano?
Yo creo que estaba predestinado a dedicarme a esto. Vengo del mundo coral, en el País Vasco hay una tradición fortísima, y mis padres siempre han cantado en coros al igual que mis hermanas y yo. De pequeño iba a ver a mi padre cantar en el Orfeón barakaldés y veía que había un pianista, le ayudaba a pasar las hojas, y enseguida vi que había una relación entre la voz y el piano que a mí me interesaba mucho. Así que paralelamente a la edad iba creciendo mi interés por el piano, cantaba en un coro, pero cuando había cosas con piano yo tocaba. Esto llegó hasta tal punto que estudié canto para intentar entender a los cantantes y llegaron a cogerme en el Coro europeo y un verano me fui de gira de baritenor. Llegó un momento de mi vida, cuando termine el superior de piano, que tenía claro que debía dedicarme a una profesión que fusionara voz y piano, y descubrí que eso era el pianista de cantantes (no le gusta el termino acompañante). Como en España no se defiende precisamente mucho esta profesión me fui a Viena a trabajar. Creo que soy un pianista de cantantes de una forma muy natural y que he tenido mucha suerte de hacer lo que yo quería. Pondré un ejemplo: en 2002 cuando hice el primer concierto con Carlos Álvarez, al ponderar mi trabajo ante mi madre, ella le respondió que era lo que había hecho toda mi vida al piano con mi padre, pues con él había tocado todas las romanzas posibles de zarzuela.
¿Cómo entiende la relación entre la voz y el piano?
Pienso que el protagonismo fundamental lo tiene la palabra y, evidentemente, quien tiene la palabra es la voz. Así que creo que el complemento ideal para expresar el texto es la voz, a lo que nos plegamos el cantante y el pianista, su mano izquierda, con su labor más de acordes, y su mano derecha, con las contramelodías que hay que saber meter. Así que yo veo que es más un triángulo musical que un dúo, aunque seamos dos personas. A mi me gusta mucho tener el papel de coprotagonista, creo que hay una estética que es una metáfora de la realidad, en la que el pianista toca de lado y el cantante está de frente al público. Luego, claro, todo está muy condicionado a nivel del color, pues la magia, lo bueno, es saber utilizar todo lo que tienes a tu alcance para que salgan colores. A mí me dijo Joaquín Achúcarro que es como si fuéramos dos médicos, en el que uno puede ser un cirujano y otro pediatra, dos mundos distintos que tienen como vínculo común la voz.
¿Cómo son realmente los cantantes?
Lo más complejo de un cantante es que lleva el instrumento dentro de su cuerpo y eso solo se puede comprender si se es cantante. Es algo que les da un límite mayor de permisibilidad, pues ellos terminan un concierto y nunca pueden dejar el instrumento. A unos les condiciona más que a otros, pero, vamos, son gente normal, que poseen mi instrumento preferido, que es la voz. Ellos son los únicos que pueden expresar una melodía a través de la palabra.
¿Cómo se plantea la preparación del recital? ¿De qué manera le influye el cantante con el que va a actuar?
Félix Lavilla, que es la persona con la que más he aprendido, que ha sido mi referente, me dijo que el secreto para ser un buen pianista de cantantes es haber tocado con mucha gente, para tener la capacidad de amoldarse a cada uno, al vivir situaciones distintas. Él tenía la duda vital de cómo hubiera sido si no se hubiera dedicado tanto a una gran cantante como Teresa Berganza.
No se trata tanto de escuchar al cantante como de entenderle, y si eso no pasa se enciende una lucecita que te dice que no debe ser así. A mí me gusta tocar con la tapa del piano abierta y luego ser yo el que hago lo que tengo que hacer para no tapar la voz. Además no es lo mismo tocar una canción escrita para voz y piano, en el que tu trabajo es pianístico, de matices de colores, que interpretar una transcripción de una ópera, que es una reducción de orquesta. En este caso yo no suelo conformarme con lo existente, escucho mucho la versión orquestal e intento complementarla armónicamente, para que suene mas corpórea. Claro, si la reducción la escribió Richard Strauss, entonces el tema es diferente.
Sabemos del protagonismo de la voz, ¿pero cuál es el del piano?
El pianista debe ser, no me gusta la palabra acompañante, un complemento de lujo, un soporte. Voz y piano somos una pareja musical.
Califíqueme con unas breves palabras a esta serie de cantantes, con las que usted ha trabajado, y de pianistas de cantantes.
María Bayo: es la elegancia y el respeto a la música; Arteta: animal de escenario; Nancy Fabiola Herrera: la persona que más aprovecha sus cualidades; Gerald Moore: un referente. Carlos Álvarez: una persona estupenda; Felix Lavilla: el maestro; Mariola Cantarero: la alegría lírica; Geoffry Parson: el número uno histórico, con su elegancia sonora; Zapata: el timbre más importante que ha dado este país en mucho tiempo; Wolfram Rieger: el mejor pianista actual, que siempre está y siempre tiene un toque de sorpresa estando en segundo plano; Mª José Montiel: La personalidad; Measha Brueggergosman: una fuerza de la naturaleza total, una personalidad desbordante.
En su profesión cuales cree que son las mayores las mayores dificultades y qué le proporciona las mayores satisfacciones.
Lo que me hace más feliz es el próximo concierto, tener la suerte de vivir de lo que más me gusta es un absoluto privilegio, y soy muy consciente de ello. El pero que pondría es lo difícil que es para un pianista español, latino, posicionarse a nivel internacional. Es un espacio muy cerrado, sobre todo el mundo austríaco, inglés y alemán. No lo digo en concreto por mí, pero si no lo defienden y no lo dan su lugar en tu propio país… hay críticas en el que ni se le menciona al pianista. Existe un condicionamiento de que ésta en una profesión de segunda, esa cultura hace que juguemos en desventaja con otros países, en el que el pianista de cantantes es muy importante. Al final un pianista de cantantes, nos guste o no nos guste, y más en España, es quien es por con quien trabaja.
¿Cómo ve en España el futuro para los cantantes?
Siempre ha habido y siempre habrá cantantes, pues España es un país de una gran tradición de buenos cantantes, y, en general, de buenos músicos. Seguramente las instituciones tendrían que estar a la altura de la calidad musical que hay, y ahí si tenemos un problema con lo de sacar la música de las escuelas, que es una vergüenza absoluta, y el tema del IVA, que es un desastre. Necesitamos una ley de mecenazgo para que las empresas privadas puedan poner dinero en la cultura teniendo unos beneficios fiscales, pues si dependemos solo de lo público estamos jodidos. Se hizo un trabajo fundamental de construcción de auditorios, pero ahora estamos cayendo en picado. Hablo de la música y de la cultura en general. No sé si nos damos cuenta de que en el periodo de entreguerras en Europa la música fue el alimento espiritual de la gente. Al final el fallo está en la educación.
¿Qué puede decirnos de sus incursiones en el mundo discográfico?
Acaba de salir un disco titulado Ensueños de A&M records con Nancy Fabiola Herrera, fundamentalmente para Hispanoamérica, y estoy inmerso en una integral de las 40 canciones de Granados con la soprano Elena de la Merced, la mezzo Carol García, y el barítono David Menéndez. Es increíble que no exista en este país esa integral, y hablando con García Morante, concreté que era necesario contar con tres voces diferentes, pues seis canciones originales son para barítono y las Currutacas modestas son para dos voces. Se presentará en La Pedrera el 13 de diciembre con el sello IBS classical. Y tengo una sorpresa, de la que me siento feliz, y es que en el 80 aniversario de la muerte de Lorca, IBS Classical sacará Live con Carlos Álvarez. Se trata de un recital de 2007 en La Monnaie de Bruselas que lo grabó en 2007 la Radio clásica belga, que en la primera parte dedicado en la primera parte a canciones de García Lorca y Miquel Ortega con textos de Lorca. Además la salida del cd coincide con los 50 años de mi grandísimo amigo Carlos. Es curioso que ahora que soy padre parece que me interesan más los discos, el grabar, algo a lo que antes no hacía caso. Le doy vueltas a que mis hijos se sientan orgullosos de su aita. Y también están pendientes el disco con María Bayo, que espero que salga en breve, y un DVD con Ainhoa Arteta, que recoge el Concierto de la Cueva de Nerja sobre García Lorca.
¿Qué proyectos le rondan por la cabeza?
Estoy muy interesado en la música de Manuel García, personaje fundamental, el amigo de Rossini que estrenó El Barbero de Sevilla, padre de la Viardot y la Malibran. Pienso que se ha hecho muy poco por él en este país. En sus últimos años en París compuso cinco óperas de cámara con piano para sus alumnos y ya hice L´isola disabitata y este año voy a hacer Un avvertimento ai gelosi con El Auditorio Nacional y el Maestranza de Sevilla, y con el Teatro de la Zarzuela y la Fundación March Le Cinesi (en enero de 2017). Me gustaría recuperar esas cinco obras de Manuel García, pues hay que ponerlas encima de la mesa, ya que por su carácter se pueden hacer en muchos sitios, incluidos centros educativos.
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