Óscar del Saz entrevista en Codalario al bajo español Rubén Amoretti
RUBÉN AMORETTI: «Es un escándalo que la zarzuela no sea ya Patrimonio de la Humanidad»
Una entrevista de Óscar del Saz | @oskargs
Rubén Amoretti forma parte del reparto de La Dolores que del 27 al 12 de febrero se puede ver en el Teatro de la Zarzuela de Madrid. En plenos ensayos, el bajo español nos recibe tras participar el pasado 7 de enero en el Concierto XXII Gran Gala Solidaria de Zarzuela de Año Nuevo, a beneficio de FEDER y PRINCESA RETT, en el Auditorio Nacional de Música de Madrid.
Como primera pregunta una inquietud. ¿Por qué vive en Suiza?
Porque me fui a Suiza a estudiar. Empecé tarde en el mundillo de la ópera. De hecho, mi primer contacto con la música fue en grupos de rock, tenía también un grupo de tango, me fui a Buenos Aires a especializarme. La música moderna y ligera es lo que de verdad me gustaba. La inquietud por músicas distintas vino más tarde, al entrar a formar parte del Orfeón Burgalés y en la Tuna de Obras Públicas de Burgos.
En un festival internacional que se hizo en mi ciudad, el director del teatro vino a felicitarme y me dijo que tenía una voz de tenor. Él junto a mi padre, me animaron a ir a Madrid y escuchar una ópera. Entonces las óperas se hacían en el teatro de la Zarzuela. La casualidad quiso que fuera Los cuentos de Hofmann, cantados por Alfredo Kraus, mi primer contacto con la ópera.
Recuerdo que en un momento de la representación, el gran tenor canario se dirigió al público para pedir un aplauso para su colega José Carreras que se acababa de recuperar de su enfermedad y estaba en uno de los palcos. En fin, fue una experiencia emocionante que marcó el devenir de mi vida. Decidí probar fortuna en Suiza donde estudié con el barítono Dennis Hall, gran profesor y mejor persona.
Continué mis estudios en la Universidad de Indiana con el tenor Carlos Montané y regresé a Suiza para perfeccionarme con el gran tenor Nicolai Gedda, a la vez que entré en la compañía de la Ópera de Zürich.
Otro hito importante es que por la historia de su enfermedad, la acromegalia y el cambio de tenor a bajo, ello haya servido para poder argumentar un guion para una película. ¿Como está ese tema?
Fue el guionista y escritor americano Gregory Jordan quien supo de mi cambio de voz y de mi historia. En principio su idea fue escribir un libro. Me propuso que le contara mi vida en tres actos. Yo estaba en Madrid en ese momento, bastante liado con ensayos de La villana, y le dije que no sabía cuándo iba a poder mandárselo. Pero ese mismo día por la noche me puse a ello. Relaté mi vida desde que era pequeño, familia, amigos y aquello que me rodeaba. En dos noches casi sin dormir y con lágrimas en los ojos terminé el escrito. Es un ejercicio que recomiendo a todo el mundo; no importa la edad que se tenga, porque si lo haces desde la sinceridad, hay un trasfondo importantísimo en el que uno va entresacando todas las claves de tu propia vida. Cuando escribí el punto y final, estuve delante del ordenador varios minutos dudando si dar al clic o no. Había contado todo, quizás demasiado. Finalmente lo envié. Gregory me llamó y me dijo: «esto no es un libro, es una película…». Hemos trabajado muy duro desde entonces, intentando transmitir lo esencial y toda la verdad, centrándonos en esta historia de supervivencia y de superación personal, donde todo gira alrededor de la música y de la enfermedad que cambió para siempre el devenir de mi vida. Parece que ya estamos cerca de empezar el rodaje. No puedo todavía desvelar todo, pero es una colaboración principalmente entre España y Estados Unidos.
«Estamos cerca de empezar el rodaje de una película sobre mi vida»
Pues nos alegramos enormemente. Y con los ensayos de La Dolores, ¿qué tal?
Muy bien. Es una ópera que no conocía. Cuando me la propuso Daniel Bianco para hacer el sargento Rojas, no tenía claro si iba bien para mis características vocales. Pero sí, es muy interesante. Es un personaje divertido donde la faceta actoral es también muy importante. En esta ópera todos los roles son relevantes, todos los que están alrededor de Dolores, no sólo por la trama, también por la intensidad vocal de cada personaje. Solo por la maravillosa jota vale la pena ver esta obra, pero evidentemente es mucho más. El reparto es espectacular, las coreografías, etc. Animo al público a que vaya a disfrutar de esta gran música.
En paralelo a lo que canta de zarzuela le hemos escuchado cantar Carmen en español… ¿Qué pensó cuando se lo propusieron y qué le aportó o sintió al cantar Escamillo en otro idioma?
Al principio era un poco escéptico, pero la traducción me pareció muy buena. El francés es mi segundo idioma y la ópera francesa encaja perfectamente en mis características vocales. Hacer Escamillo en España, en Madrid y en español me pareció una gran oportunidad.
O sea, que no huye de ese tipo de reformulaciones en el repertorio.
No, aunque depende de qué obra. Estamos hablando en este caso de una ópera casi española, en colores y ambientes, con una música maravillosa y el hacerlo en español me pareció una gran oportunidad, si bien es una excepción. Siempre me he preguntado como sonaría el Don Quijote de Massenet, que es una de mis óperas favoritas, en español. Pero por supuesto depende mucho de cómo esté traducido el libreto original.
En estos momentos, ¿quién cree que gobierna su carrera, usted, su voz, los agentes, los lobbies…?
Bueno, creo que principalmente yo mismo y mi voz. Pero evidentemente, están los teatros y las agencias de quien dependemos en gran medida.
¿Pero está yendo por dónde quiere?
Bueno, uno siempre quiere mejorar e ir evolucionando. Hay teatros en los que -para mí inexplicablemente- nunca he cantado, pero le pasa a la mayoría de los artistas. Pero yo no me puedo quejar, teniendo en cuenta además de dónde vengo. Empecé a cantar de bajo con unas cuerdas vocales nuevas, con un repertorio nuevo. Todo fue un descubrimiento. Ahora estoy instalado como cantante a nivel internacional, aunque me costó mucho esfuerzo entrar de nuevo en el circuito operístico. Tengo todavía muchas cosas por hacer Algunas ya se están cumpliendo, como mi próximo debut en La Scala de Milán, y otros objetivos ya están en marcha.
¿Cómo se gestó ese debut?
Hace tres años cambié de agencia. Esta ha sido una de mis decisiones más acertadas desde que cambié de voz. Ahora estoy trabajando con Giorgio Trucco, con quien tengo una relación profesional y personal extraordinaria. Hablamos cada semana e intercambiamos ideas y pareceres con el objetivo de mejorar cada día. Creo que así debe de funcionar una relación entre un artista y su agente. En realidad somos socios y en este caso además amigos y buscamos lo mejor para los dos.
Él me convenció para hacer una audición en La Scala. Y realmente, me fue muy bien. Me propusieron inmediatamente participar en la ópera Thais, pero no fue posible puesto que tenía ya un compromiso con la Ópera de Liège. Me hablaron entonces del personaje de Roucher, el bajo en la ópera Andrea Chénier, y por supuesto no lo dudé ni un instante. Será una gran producción dirigida por el Maestro Armiliato y tendrá como protagonista a Jonas Kaufmann.
¿Qué tipo de bajo es usted?
Un bajo, con eso basta. La extensión de mi voz y el color hacen que pueda abordar la mayoría del repertorio escrito para mi voz.
«Ahora estoy instalado como cantante a nivel internacional, aunque me costó mucho esfuerzo entrar de nuevo en el circuito operístico»
¿Y la pretensión de cruzar el charco y debutar en el MET?
Tuve una bonita experiencia en 2017 haciendo de cover en L’italiana in Algeri, con el maestro James Levine. Él me comentó que volverían a contar conmigo. Me propusieron seguidamente hacer otros dos contratos también de cover y consideré que no era interesante. Quién sabe, más adelante.
¿Y cómo ha enfocado y trabajado la psicología de los personajes de bajo viniendo de ser un tenor?
Lo primero que hice cuando descubrí que mi voz había cambiado considerablemente fue llamar a mi amigo y gran cantante Roberto Alagna, con quien acabo de realizar dos maravillosos conciertos en Neuchatel. En verdad yo pensé que me había transformado en barítono. Pero después de un encuentro en Francia donde exploramos toda la tesitura de mi voz, Roberto, realmente asombrado me dijo: «En realidad no eres tenor, pero tampoco barítono. Tienes una voz de bajo. Es inexplicable pero no hay duda».
Me recomendó que trabajara yo solo el cambio de voz pues nadie mejor que yo podría encontrar el camino, la solución. Y eso es lo que hice. Me compré todos los discos del gran bajo Cesare Siepi y a través de él, de su voz, pude entender mi nueva tesitura. Siempre digo que aunque él nunca lo supo, Siepi fue mi último profesor.
Alagna decía últimamente en una entrevista realizada en Suiza: «Rubén es un violín que se transformó en contrabajo». Es quizás la mejor definición de lo que me ocurrió. Abordar los papeles de bajo no me ha supuesto ninguna dificultad. Al contrario, desde la madurez es más fácil entender los personajes destinados generalmente a nuestra voz.
¿Qué opina del estado actual de la cuerda de bajos? ¿No cree que abundan los bajos que, en realidad, son barítonos con facilidad para el grave? Eso se nota mucho en papeles como Attila o en el Réquiem de Verdi…
Durante toda la historia de la ópera siempre ha habido barítonos que han cantado de bajos. Probablemente antes había más voces graves. Ahora hay muchos colegas que no llegan a esa profundidad y a ese color. Luego hay voces que se fabrican para que suenen como bajos. Pero también hay colegas con muy buen nivel. Actualmente hay un par de cantantes jóvenes españoles que están empezando a hacer una carrera interesante. Bueno, creo que es una cuestión sobre todo de épocas pero también de estudio y paciencia antes de abordar según qué tipo de repertorio. Hay que ser muy cuidadoso y muy exigente con sigo mismo.
¿Cómo trabaja para mantenerse técnicamente a punto?, ¿tiene a alguien para que le escuche periódicamente?
Yo, después de haber estudiado con Nicolai Gedda y -como le decía-, aunque fuera a través de las grabaciones con Cesare Siepi, comprenderá que no necesito más profesores (risas). Soy muy exigente porque hay cosas que no están como yo las quisiera. Estamos en constante aprendizaje y debemos de ser conscientes de que nunca llegamos ni llegaremos a la perfección. Esto está inventado hace ya mucho tiempo. Llegan profesores que te quieren cambiar casi todo, que tienen una varita mágica. Pero los milagros no existen. En mi opinión hay tres cosas fundamentales: utilizar convenientemente los resonadores faciales, mantener la laringe baja y aplicar la respiración diafragmático-intercostal. Y además, trabajo y paciencia.
Cantar no debería de ser muy difícil como decía Gedda, «porque hay mucho tonto que canta muy bien» (risas). Bueno, en serio creo que no hay que intelectualizar demasiado el canto, hay que sentirlo. Y hay que tener la suerte de encontrar al profesor que sepa comprender tu voz, que te oriente correctamente. Pero sin duda, el esfuerzo y trabajo personal es lo más importante.
«Hay teatros en los que -para mí inexplicablemente- nunca he cantado»
¿Tiene como objetivo artístico la mayor longevidad vocal que pueda tener?
Sí, es un deber. La técnica tiene que servir para que uno cante de la forma más natural posible, y eso ha de hacer que uno pueda cantar toda su vida. Yo aspiro a morirme en el escenario, dicho como metáfora.
¿Cuál es la cosa más cruel que ha visto hacer a un cantante de ópera?
Bueno, evidentemente se hacen muchas barbaridades, muchas injusticias. Una de las mas feas que conozco es que un agente potente te llame para trabajar con él y que en realidad lo que haga es intentar bloquear tu carrera. Créame que esto existe.
¿Qué relación mantiene con sus colegas de cuerda, si es que la mantiene?
Muy buena con todos. Conozco bien a Simón Orfila, también a Ildar Abdrazakov, con quien trabajé en el MET, también con Erwing Schrott con el que coincidí hace poco en la ópera de Budapest. En general, me llevo muy bien con mis colegas en España y en el extranjero.
¿En qué ocupa su tiempo libre? ¿Alguna afición?
Tiempo libre muy poco porque tengo cinco hijos y el tiempo libre del que dispongo es para estar con la familia, mi mujer, y estar con los amigos, una vida normal de salidas al cine, teatro, etc.
Algo más que quiera destacar de sus próximos proyectos?
Pues afortunadamente, hay muchos proyectos pendientes, y además de mi debut en La Scala, interpretar el personaje de Vidal de la Luisa Fernanda en el Teatro de la Zarzuela, es un reto muy importante para mí.
¿Cree que este año conseguiremos que los papeles se muevan desde el Ministerio de Cultura para que la Zarzuela consiga el Patrimonio de la Humanidad?
En pocas palabras: Es un escándalo que la zarzuela no sea ya Patrimonio de la Humanidad.
¿Hasta cuándo tiene firmadas compromisos?
Junto con mi agente estamos mirando ya las temporadas 25 y 26.
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