La Voz de Asturias (Domingo, 4/3/12)
ILUSIONES RENOVADAS
El primer concierto del búlgaro Rossen Milanov al frente de la OSPA, tras haberse hecho público su nombramiento como titular del conjunto para los próximos cinco años, ha dejado varias cosas buenas y alguna que otra para reflexionar. Uno de los aspectos más llamativos del concierto es que, la primera parte, que estuvo dedicada a la música contemporánea -un repertorio que a priori suele ser menos atractivo de cara al público-, acabó siendo más estimulante y estando mejor interpretada que la segunda, la conocida Sinfonía "Del Nuevo Mundo" de Dvořák. Fue muy agradable observar la generosidad y pasión interpretativa de los músicos durante toda la noche. Se nota que Milanov ha caído bien en el seno del conjunto y que éstos están muy ilusionados ante la nueva etapa que se abre. Es natural que así sea, ya que ellos han sido los principales responsables de su llegada a Asturias. Desde este punto de vista, la escucha de "Last round" de Osvaldo Golijov resultó una experiencia muy gratificante. La intensidad rítmica impuesta por Milanov obtuvo una respuesta pareja en la orquesta, que consiguió una versión que fue más allá de la solidez, para acabar resultando estimulante y apasionada. El director búlgaro estuvo espléndido sobre la tarima, marcando a la perfección y encontrando la exacta efusividad de una obra de vitalidad contagiosa. Pero la sorpresa llegó justo después, con la interpretación del "II Concierto para clarinete y orquesta" del joven compositor alicantino Óscar Navarro, que estuvo presente en la sala y que se vio obligado a subir al escenario en dos ocasiones, en medio de una sonora ovación. Su obra gustó muchísimo. Navarro, que es clarinetista, ha escrito una composición preciosa, repleta de interesantes y sugerentes posibilidades expresivas, en la que predomina lo tonal, y un sentido melódico de refinada emotividad. La orquesta también dio la sensación de disfrutar recreando la obra, y eso se notó en el espectacular resultado final. Por supuesto, parte del mérito fue del excelente clarinetista Jose Franch-Ballester, que ofreció una versión llena de sensibilidad, resolución técnica y plenitud sonora. Hay que celebrar la inclusión de esta obra en el programa. No todos los días el auditorio acoge el estreno absoluto de una partitura de un compositor español, aunque también sería de agradecer que, de vez en cuando, se diese una oportunidad a alguno de los más de 30 compositores asturianos vivos. La segunda parte del concierto gustó menos. La versión de la sinfonía de Dvořák de Rossen Milanov resultó un tanto decepcionante. Milanov demostró tener muchas ideas, pero no todas funcionaron. La versión resultó rebuscada e inestable. El director optó por destacar ciertas líneas orquestales que no siempre resultaron afortunadas. También encontró gusto en acelerar o retrasar fraseos, una opción que funcionó en algunos pasajes y, en otros, no. Los trompas, por ejemplo, parecían algo desorientados ante las variaciones dinámicas propuestas. Ya su primera intervención ofreció un volumen excesivo y fuera de lugar. Tampoco parece adecuado refrenar unos finales de movimiento que deberían haber resultado espectaculares en su expansión. En realidad, la propuesta del director no terminó de funcionar. Fue una versión pictoricista sin duda, en una obra que, con todo el color y pasión que se le quiera poner, debe tener una gran consistencia sonora de fondo y homogeneidad en su estética y estructura. Lo más positivo fue la contagiosa intensidad gestual del director, que movió a los músicos hasta altos niveles de exigencia rítmica. Por último, nos ha resultado llamativo el hecho de que, a pesar de la importancia del concierto, los aficionados no llenasen en absoluto el Auditorio. Esperemos que Rossen Milanov traiga bajo el brazo todas las respuestas que la entidad necesita.
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