Por Alejandro Martínez
El pasado 17 de octubre, el barítono italiano Rolando Panerai cumplía 90 años de edad, atesorando a sus espaldas seis décadas de actividad sobre los escenarios de los principales teatros. Quien cantó junto a Callas, Tebaldi, Del Monaco, Bergonzi y compañía, es hoy un hombre admirablemente cuerdo, de una simpatía y franqueza que admiran. Su conversación destila inteligencia y un amor íntimo e irrenunciable por el canto, al que no en vano ha consagrado su vida. El gran Rolando Panerai conversa aquí en exclusiva con los lectores de Codalario Premium. La presente conversación fue mantenida el 22 de septiembre de 2014.
Desde sus comienzos a hoy, ¿cómo diría que ha cambiado el mundo de la ópera?
Han pasado casi 70 años desde los comienzos de mi carrera y en este tiempo ha habido un cambio global, en todo el mundo, no sólo en la lírica. En el caso de la ópera este cambio ha tenido muchas consecuencias. Verá, esta mañana he comprado el diario y me he encontrado con una noticia impactante, con la renuncia del maestro Muti a dirigir en la Ópera de Roma. Este es un problema político, claramente. La política ha invadido el mundo del arte hasta tal punto que los problemas administrativos tienen consecuencias artísticas. Este es probablemente el mayor cambio que nos encontramos en el mundo de la ópera, que es cada vez más un hecho político y social y no sólo cultural o artístico. La lírica hoy es más un asunto de sindicatos y administraciones que de artistas y eso, poco a poco, supone que el teatro se ve destruido por las pésimas administraciones y gobiernos que vamos teniendo. Hay algunas excepciones, claro, pero en Italia la tragedia es evidente. Los políticos impiden que los grandes artistas trabajen. ¡Cómo puede llegarse a una situación en la que el más importante director italiano en activo, y uno de los mejores del mundo, decide renunciar a dirigir en un teatro tan importante como la Ópera de Roma! En mis tiempos esto era inimaginable.
La ópera en Italia, ¿ha dejado de ser un motivo de orgullo nacional?
Me temo que sí… Por supuesto, queda mucha gente que ama la ópera visceralmente, desde lo más profundo de su alma, pero son una minoría. Cada vez más la ópera es una tradición amenazada y en decadencia. Incluso desde dentro mismo de la profesión hay quien parece trabajar por destruirla. No podemos olvidar que la ópera vive sobre todo de las tradiciones. La ópera es de algún modo como un museo. Cuando uno va a los Uffizi, al Louvre o a la National Gallery de Londres, va en busca de algo antiguo que allí se conserva. Nadie sale de allí diciendo que lo que se expone es algo viejo y trasnochado. Al contrario, millones y millones de personas buscan precisamente ver lo antiguo. La ópera es algo viejo, sí, antiguo, tradicional. No podemos aspirar a que sea un espectáculo moderno porque nunca lo va a ser. Su atractivo está precisamente en su tradición. [...]
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