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Roberto González-Monjas cierra la temporada de la Sinfónica de Castilla y León con un programa ambicioso

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Autor: Agustín Achúcarro
24 de junio de 2022

Roberto González-Monjas dirige el concierto de clausura, con obras de Ravel y Stravinski. La solista será la pianista Yeol Eum Son

Roberto González-Monjas

Roberto González-Monjas: «Con estos programas es importante no caer en lo básico, en el tópico»

Un reportaje de Agustín Achúcarro
Los días 24 y 25 de junio concluye la Temporada 2021-2022 de la Orquesta Sinfónica de Castilla y León, y lo hace con la presencia en el podio de Roberto González-Monjas, uno de los directores que más ha conectado con la OSCyL, con la que ha conseguido destacados triunfos, y con su público. En el Auditorio de Valladolid interpretarán obras tan conocidas como exigentes. «Estos programas-considera González Monjas-suenan familiares, pues el público conoce el Bolero de Ravel o la Consagración de la primavera de Stravinski, por lo que creo que hay que afrontarlos con el mismo nivel de curiosidad y preparación que, por ejemplo, se haría con una novena de Beethoven o una primera de Mahler». Algo que ha hablado con los músicos y le ha llevado a valorar lo siguiente: «Se trata de leer estas obras tal y como están escritas, no como la tradición dicta, lo que hace que de alguna manera se encuentren colores diferentes y se consiga que se mantengan frescas, como cuando se estrenaron, pues con estos programas es importante no caer en lo básico, en el tópico». 

   González-Monjas califica al Bolero de Ravel como «una contradicción en sí mismo», y lo hace en función de que «no solamente no le gustaba nada al compositor», sino que además «se quejaba de que fuera su pieza más famosa y argumentaba que no tenía nada de música». Pero al director vallisoletano le fascina la obra y subraya su mecanicismo. «Lo que me gusta es que es una especie de maquinaria que se pone en marcha desde un piano y no para, y cada treinta segundos se activa una nueva parte de esa maquinaria, que se va haciendo más fuerte, más grande, hasta que lo hace toda la masa orquestal. Es una carta de amor a la orquesta, escrita para que todo el mundo se luzca, tenga su solo, y se muestre lo que es el color orquestal», puntualiza González-Monjas.  

   La segunda obra que se interpreta es también de Ravel, concretamente el Concierto para piano en sol mayor. Sobre ella González-Monjas recuerda que «Ravel escribe que no quiere que sea profunda, que lo que le importa es que guste» y esto queda reflejado incluso en el hecho de que «quiso llamarlo divertimento en vez de concierto». González-Monjas deja un primer apunte sobre el estilo de su música: «Es una mezcla de folclore vasco, jazz, melodía francesa, una especie de popurrí, en que todo el mundo se lo pasa fantástico», para a continuación recalcar que «en realidad en muchos momentos la orquesta es la solista y el piano está acompañando». «El clarinete, el arpa, los fagotes, la trompeta, tienen un montón de solos, y el piano se pasa haciendo el acompañamiento, es como quitarle el papel de solista y dárselo a la orquesta, lo que resulta muy divertido como concepto».

   La solista será la pianista Yeol Eum Son. «Es una superstar en Corea, y cuando toca allí, en minutos se acaban las entradas, es una gran virtuosa del piano, de una elegancia tremenda». Una valoración profesional sobre la pianista, a la que el director suma la faceta humana: «Es una persona de una humildad extraordinaria».

   Y para terminar, La consagración de la primavera, obra sobre cuya interpretación González-Monjas se plantea todo un reto. «Mi intención es buscar que se conecte con la idea de la tierra, la humanidad, buscar su relación con la danza, con los cantos rusos, lo que hace que la obra se convierta en un caleidoscopio de culturas, de cosas arcaicas que suenan modernas y de cosas modernas que suenan arcaicas, un diálogo entre el pasado y el futuro, muy visionaria, de una obra que sigue siendo de una modernidad rabiosa, y así evitar que se quede solamente en una partitura contemporánea, fría y calculada». «Su problema-añade el director- es que es muy difícil, sobre todo rítmicamente, por lo que supone un reto enorme».

   El año que viene González-Monjas volverá en junio para dar un solo concierto, con el que concluye la temporada 2022-2023. Esperemos que no haya que lamentar el haber dejado pasar la oportunidad de que fuera titular de la OSCyL y que su talento artístico se desarrollara en este Comunidad, máxime cuando lo va a ver hacer muy cerca, y que esta ocasión perdida no sea la definitiva. Al margen de este comentario, González-Monjas expresa su satisfacción por ponerse al frente de la OSCYL el curso que viene. «Tengo muchas ganas de hacer este programa con el Concierto nº1 para piano de Beethoven y la Sinfonía nº1 de Mahler, que es un monumento de la música orquestal». A esto suma la ilusión que le hace contar con el pianista Kirill Gerstein. «Es un gran amigo mío, al que respeto muchísimo». «Y estoy encantado-agrega el director-de poder seguir colaborando con la OSCyL y poner mi granito de arena en la próxima temporada, con ese proyecto artístico que comienza, ya que conozco al nuevo director titular Thierry Fischer y al director asociado Vasily Petrenko».  

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