El vallisoletano Roberto González-Monjas regresa al pódium acompañado del pianista Kirill Gerstein, para dirigir obras de Beethoven y Mahler.
Roberto González-Monjas: «Me apasiona dirigir a un Beethoven intentando ser Mozart»
Un reportaje de Agustín Achúcarro
Roberto González-Monjas será el encargado de poner punto y final a la Temporada 2022-2023 de la Sinfónica de Castilla y León. Su presencia en el Auditorio de Valladolid, en su ciudad natal, despierta grandes expectativas y todavía más, aún si cabe, este año en el que llega con dos nombramientos nuevos del nivel de la dirección titular de la Sinfónica de Galicia y de la Orquesta del Mozarteum de Salzburgo. Para este programa-días 23 y 24 de junio-ha elegido un concierto para piano de Beethoven considerado el nº1, que realmente sería el nº2 del autor, y la Sinfonía nº1 de Mahler. Una obra que cierra un tiempo, casi en el umbral del siglo XIX, y otra que abre otro, precisamente cuando ese siglo se acaba. Un repertorio que González-Monjas ha escogido premeditadamente. «He dirigido con la Orquesta Sinfónica de Castilla y León una serie de obras maestras, como Cuadros de una exposición de Músorgski, el Concierto para orquesta de Lutoslawski o La consagración de la primavera de Stravinski, y curiosamente mi cuna es el repertorio de las escuelas vienesas, pues estudié en Salzburgo y ahora voy a ser director del Mozarteum de dicha ciudad, por lo que en este momento me interesa meterme con esa música centroeuropea». Al director le apasiona señalar ciertas paradojas de estas obras, en el contexto del programa. «Beethoven intentando ser Mozart y Mahler buscando cambiar el mundo sonoro de las sinfonías; La primera nos habla del cambio de siglo, de la decadencia de un tipo de estilo, en el que Beethoven ya no entiende la música como algo mozartiano, y aunque intenta seguir ese camino se ve en su obra las nuevas tendencias y su deseo de cambiar de estructura». «En el caso de Mahler-prosigue González-Monjas- está inventando el nuevo poema sinfónico, la nueva sinfonía, por lo que creo que ambas partituras van bien juntas en un concierto». En la obra de Beethoven intervendrá como solista el reputado pianista Kirill Gerstein.
Los ensayos con la OSCyL han empezado con la partitura de Mahler, y el músico vallisoletano ha hecho especial hincapié en un aspecto. «Creo que esta sinfonía está muy malentendida, si se atiende al sentido de cómo la escribió Mahler». «El compositor la dirigió durante 20 años y, cada vez que lo hacía, realizaba correcciones antes y después del ensayo y de los conciertos o sea que hay que imaginarse la de capas que le dio de pintura». Esto le lleva a hacer prevalecer ciertas ideas al respecto: «Creo que esta sinfonía se toca siempre un poco igual, con los mismos tempos, con las mismas ideas, que en muchos casos no tienen nada que ver con lo que está escrito en la partitura; algo que en mis primeras interpretaciones yo también hacía» Así que ahora González-Monjas trata de variar algunas cosas. «Entre tradición y tradición solo hay una letra, entonces lo que estoy intentando hacer es cambiar un poco esa idea, empezar a analizar lo que escribió Mahler y por qué lo hizo, sobre todo en lo referente al último movimiento, que se suele tocar muy rápido, de manera que no se entiende nada». Su empeño también se detiene en subrayar ciertas influencias tales como «la que tiene de la Sinfonía Dante de Liszt, con la idea del castigo, el infierno, el purgatorio y luego la llegada al paraíso». Un trabajo con el que, dados los resultados obtenidos en los ensayos, se siente muy satisfecho.
Cuando a Roberto González Monjas se le nombran dos ciudades como La Coruña y Salzburgo, su cara dibuja una imagen de satisfacción. «¡Cómo han cambiado las cosas desde que vine a Valladolid la última vez!». Seguirá dirigiendo la Orquesta del Musikkollegium Winterthur en Suiza y a esto se suman dos apasionantes retos. A partir de septiembre de 2023 estrenará el puesto de director titular de la Sinfónica de Galicia, y en la temporada 2024-2025 asumirá la dirección de la Orquesta del Mozarteum de Salzburgo. «He tomado la decisión de reducir mucho la parte de director invitado, es un trabajo muy bonito y me encanta trabajar con orquestas como la Sinfónica de Castilla y León, pero en muchos casos me parece que a veces es una labor algo superficial, pues cuando no conoces a la orquesta te quedas un poco a medias, ya que no puedes realizar tu trabajo al 100% en un solo concierto, para que la orquesta no se lleve una impresión demasiado intensa de ti, lo que supone dejar muchas cosas en el tintero», comenta el director en lo que es toda una declaración de intenciones. «La Sinfónica de Galicia-añade- es una orquesta maravillosa y la de Salzburgo la fundaron los hijos de Mozart, incluso en mi contrato con ella lo primero que dice es que tengo que ser custodio de la herencia del compositor».
A la hora de preguntarle sobre sus planes de trabajo con las dos orquestas confiesa que «en realidad él no es mucho de planes preconcebidos», por lo que lo primero que desea «es conocer bien a las dos formaciones». «En el caso de la de Sinfónica de Galicia tenemos una primera temporada muy ecléctica, con el fin de poder ver por dónde ir y a partir de eso haré temporadas más a medida.» sostiene González Monjas, mientras que en Salzburgo parece tener más un guion preestablecido. «El trabajo en el Mozarteum será algo diferente, porque hay mucho Mozart, la Semana Mozart, el Festival de Salzburgo, las giras, grabaciones... «En el futuro voy a grabar con ellos todos los conciertos para violín de Mozart y tenemos importantes grabaciones con cantantes para Deutsche-Grammophon, y giras por Asia y Europa». A pesar de tener una agenda tan comprometida no dejará de dirigir a la orquesta de su tierra y de momento al curso que viene vuelve con un programa que él considera «muy autobiográfico». «Comprende Las fuentes de Roma y Los pinos de Roma de Resphigi, escrita para la Orquesta Nacional de la Academia de Santa Cecilia de dicha ciudad, de la que fui director, el Concierto para violín nº4 de Mozart, compositor con el que estoy muy relacionado y del que nunca había dirigido nada de él aquí y ya tocaba, y La alondra ascendiendo de Vaughan Williams, que me recuerda a mis años de Londres». «La verdad es que no me puedo quejar, estoy súper contento y muy ilusionado de tomar todas estas responsabilidades», reconoce satisfecho González-Monjas.
Foto: Marco Borggreve
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