Crítica: 'Coppelia' de Delibes en el Teatro del Liceo de Barcelona

UNA BUENA ELECCIÓN PARA NAVIDAD

   Por Robert Benito
Barcelona, 20-XII-2016, Gran Teatro del Liceo. Ballet Coppelia (Leo Delibes). Bailarines solistas: Ariele Gomes (Swanilda), Ciro Tamayo (Franz)Daniel Galarraga (Dr.Coppelius), Paula Penachio (Aurora), Nina Queiroz (Plegaria). Ballet Nacional Sodre de Uruguay. Orquesta del Gran Teatro del Liceo. Director: Martín García. Coreografía de Enrique Martínez.

   El Teatro del Liceu no se ha caracterizado en los últimos decenios por programar según la época del año por lo que se agradece que en las vísperas de Navidad se haya optado por un ballet fresco y alegre, más allá del repertorio ruso típico.

   Este acierto se ha visto refrendado con un éxito casi total de público en número y edades ya que se ha seguido la consigna del director artístico de la compañía convidada, Julio Bocca, de que es un espectáculo para todas las edades y para verlo en familia.

   El ballet Nacional Sodre de Uruguay es un verdadero milagro de tenacidad frente a las adversidades y de buen tacto a la hora de elegir hace ya seis años a su actual director artístico, el exbailarín argentino Julio Bocca que ha remontado a esta compañía en una trayectoria ascendente con un reconocimiento internacional.

   Estrenado en 1870 en la Ópera de París con una bailarina protagonista de 16 años, Giuseppina Bozzachi, se convirtió en uno de los ballets insignia de la Ópera Garnier desde su estreno más allá de guerras. Basada en un relato bastante oscuro de E.T.A. Hoffmann se edulcoró en la versión danzable que idearon Arthur Siant Léon, primer coreógrafo junto con Charles Nuitter, libretista y la inspirada música de Léo Delibes.

  En el Liceu hemos podido ver una versión recortada pero sabiamente coreografiada en la década de los sesenta del siglo pasado por Enrique Martínez y conserva la frescura y la comicidad del ballet original.

   A destacar los telones pintados a la manera antigua y de cuento junto con un colorista y rico vestuario, ambos de la inspiración de José Varona y una correcta ilumación, a veces un poco monótona de Paulo Cesar Medeiros.

   Ariele Gomes fue una Swanilda de lujo desde su primera salida en el primer acto hasta la apoteosis final. Destacó en sus variaciones del primer acto con unos movimientos delicados y elegantes que le confieren la delicadeza propia de su personaje pero sin perder una teatralidad contagiosa a los demás bailarines de la compañía sobre todo en un brillante segundo acto acto.

   Ciro Tamayo fue un Franz de lujo. Masculino, alegre, romántico, técnicamente inmejorable y con una actitud que trascendía la técnica por una visualización del joven enamorado de la autómata y de su aldeana. Su agilidad le permitió demostrar su lucha contra la gravedad ya en la fiesta del primer acto pero sobretodo en los solos del final del tercero donde junto a Gomes crearon un ambiente de fiesta y calidad que hizo de la velada algo tan ligero como admirable.

   Destacar igualmente la cómico-trágica interpretación del Dr.Coppelius de Daniel Galarraga sobre todo en el segundo acto, así como la sutileza y elegancia de los solos y conjuntos de las bailarinas de los personajes de Aurora y Plegaria del tercer acto.

   La sincronía y alegría del cuerpo del baile uruguayo hace que se gane al público desde las primeras csárdás del primer acto hasta llegar a la eclosión del final con toda la compañía en el escenario.

   La versión musical ofrecida por Martín García, titular de la compañía tuvo momentos brillantes pero sobresalió más por la monotonía que la inspiración, y se evidenciaron fallos graves en la parte de las trompas así como algunos desajustes en la cuerda brillando el viento madera.

   Ojalá cada Navidad podamos ver espectáculos de tan buen gusto y calidad, así como apropiados a las fiestas de fin de año como el que ha cerrado la actividad del coliseo barcelones del año 2016.

Foto: A. Bofill