RENDIRSE ANTE NUCCI
TEATRO DE LA MAESTRANZA - SEVILLA. RIGOLETTO - G. VERDI. 20/06/13. Duque de Mantua Ismael Jordi/Celso Albelo*. Rigoletto Juan Jesús Rodríguez / Leo Nucci*. Gilda Mariola Cantarero/Jessica Pratt*. Sparafucile, Dmitry Ulyanov. Maddalena, Mª José Montiel. Marullo, Fernando Latorre. Borsa, Manuel de Diego. REAL ORQUESTA SINFÓNICA DE SEVILLA. Dirección musical: Pedro Halffter. Dirección de escena: Stefano Vizioli. CORO DE LA A.A. DEL TEATRO DE LA MAESTRANZA
Hasta mediados del siglo XX, la voz había sido absoluta protagonista del palcoscenico y para ella se componía. El cometido musical estaba más enfocado a introducir la acción y abrir o cerrar escenas. La partitura carecía de una labor descriptiva, de sentido dramático. Por el contrario, Verdi decide dar mayor peso a la orquesta, se aleja del artificio y apuesta por el compromiso narrativo. Rigoletto ha pasado a la historia como una de las primeras muestras de esta evolución (antes lo había probado con Macbeth). (Este importante aspecto narrativo no lo entendió el director musical de la producción. Pedro Halffter no llega a hacerse entender con Verdi e interpreta los tempi a su manera. La representación, todo un éxito a nivel vocal y propia de los mejores teatros internacionales, quedó sin el cum laude a causa de la batuta, si bien es cierto que el aficionado se olvidó de Halffter -que pasó a un segundo plano- y disfrutó del gran espectáculo lírico en el escenario).
A partir de esta obra, el de Busetto buscará historias donde poder cultivar diferentes giros argumentales que den fuerza a la música en favor del drama. Una de sus grandes contribuciones fue la consolidación del barítono, que no existía a comienzos del siglo. Las voces rossinianas habían abordado al contraltino, luego al baritenore y posteriormente al bajo. El barítono verdiano debía moverse cómodamente en la octava superior del registro del bajo y tener facilidad para abordar el fa3-sol3, notas típicamente tenoriles. A ello debía añadir un timbre amplio y denso para competir con la orquestación. Esto dio como resultado el barítono verdiano, que será la figura sobre la que el compositor construya su ideal dramático. De esta forma, el tenor se convertirá en el símbolo de la pasión y el ardor mientras que el barítono es el espejo del drama interior, el eje de la acción en sus obras.
Efectivamente, esta cuerda debe a Verdi algunos de los mejores papeles de toda la ópera romántica italiana. En el caso de Rigoletto, como señala el maestro Muti - uno de los mejores conocedores del momento del concepto verdiano- el epicentro de toda la composición recae en la nota do, que desarrolla todos los aspectos de la naturaleza humana: sentimientos, alma, amor, celos, venganza, pasión muerte o hipocresía.