Don Pasquale (Donizetti).Teatro Real, 13/05/2013
La RAE define el "mutismo" como un "silencio voluntario o impuesto". Sin embargo, cabría sugerir una segunda acepción, emparentada con ésta: "dícese del estado de consenso que genera cualquier representación dirigida por Muti". Y es que siempre que Riccardo Muti ejerce en el foso nos quedamos con la sensación de que la representación ha sido tomada en serio, de que se ha ejecutado música sin contemplaciones, naderías o rutinas. Y al mismo tiempo, esa sensación disuade a la hora de matizar y criticar éste o aquél extremo de la representación. Muti genera tal sensación global de satisfacción que cuesta atreverse a matizar cada uno de las individualidades, todas ellas, paradójicamente, lejos de cubrir con creces con las demandas de sus respectivas partituras. Este Don Pasquale que ha presentado el Teatro Real es un ejemplo paradigmático de este singular mutismo. La batuta de Muti dirige todo con firmeza, claridad y sentido, pero, ¿hubo algo más aparte de la batuta de Muti? Francamente, muy poco. Y es que el equipo de cantantes dispuesto por el propio director napolitano quedó lejos de satisfacer las, por otro lado, exigentes demandas de una partitura de engañosa ligereza.
Comenzando por el protagonista, Nicola Alaimo, al que habíamos escuchado ya como Ezio en el Attila que Muti dirigió en Roma el año pasado. Alaimo posee un instrumento leñoso, sin empaque y ajeno por completo al lenguaje de esta partitura. Su Don Pasquale fue esforzado en lo teatral, pero insuficiente a todas luces en el sillabato y bastante primario en el fraseo. Echamos mucho de menos al gran Chausson, en una página que domina a placer. Tampoco Korchak, al que recientemente escuchamos en un estimable Lenski, satisfizo plenamente en su recreación del papel de Ernesto. Estamos ante una escritura vocal comprometida, siempre sobre el pasaje, con una escena de gran demanda al comienzo del acto II, el "Cercherò lontana terra", coronada además por una cabaletta de esforzada recreación. La voz de Korchak se adecua al rol, por naturaleza tímbrica, pero su técnica adolece de una general inconsistencia para el canto ágil, ligero y a un tiempo romántico que demanda la parte. La esporádica belleza de algunos sonidos no compensa ante la irregularidad general, con no pocas tiranteces, sonidos abiertos y sonidos caprinos. El belcantismo de esta partitura demanda una técnica mucho más en regla que la que Korchak mostró en el estreno. Sin duda su mejor desempeño tuvo lugar en el "Com´e gentil" y en el bien empastado dúo posterior con Norina, el "Tornami a dir". Quedó en conjunto algo desdibujado su Ernesto, pues, por una técnica irregular e insuficiente para esta parte.
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