Crítica de Magda Ruggeri Marchetti de la ópera Un ballo in maschera en Bolonia, dirigida por Riccardo Frizza
Un drama bajo las máscaras
Por Magda Ruggeri Marchetti
Bolonia, 13-IV-2025. Teatro Comunale Nouveau. Un ballo in maschera [Giuseppe Verdi / Antonio Somma]. Fabio Sartori [Riccardo], Amartuvshin Enkhbat [Renato], Maria Teresa Leva [Amelia], Silvia Beltrami [Ulrica], Silvia Spessot [Oscar], Andrea Borghini [Silvano], Zhibin Zhang [Samuel], Kwangsik Park [Tom], Cristóbal Campos Marín [Primer juez], Sandro Pucci [Un criado de Amelia]. Orquesta y Coro del Teatro Comunale. Director de escena: Daniele Menghini. Director musical: Riccardo Frizza.
Un ballo in maschera se estrenó en el Teatro Apollo de Roma el 17 de febrero de 1859. La ópera deriva de Gustave III, ou Le Bal masqué de Eugène Scribe. La censura borbónica y el estado pontificio criticaron el argumento de la ópera e impusieron a Verdi importantes modificaciones, como el cambio de la ambientación de la ciudad de Estocolmo a la de Boston. El protagonista se convertía en un gobernador venerado por su pueblo, aparecían además una hechicera africana, un juez racista y una mujer que se consumía por un amor imposible, pero Verdi consiguió mantener inalterado el sentido de la trama. Queda claro que en la ópera hay una componente política y no solo por la presencia de conspiradores y porque Riccardo recuerda al rey Gustavo III de Suecia.
Las escenas de Davide Signorini con negros querubines que se ciernen en lo alto semejantes a murciélagos, el vestuario de Nika Campisi a mitad entre presente y pasado y las luces tétricas de Gianni Bertoli concurren a exaltar un espacio tenebroso de trono y cementerio con volúmenes ornamentales dominados por el color negro. Incluso el fondo está cerrado por una apretada empalizada que desciende como las estalactitas de una caverna. Hay cráneos presentes desde el comienzo, que en ordenado apilamiento aumentan en número hasta recubrir todo el trono en torno al cual los personajes se mueven tensos y se respira muerte en todo momento.
La ópera constituye un hito en la carrera del compositor. Riccardo Frizza sacó un gran rendimiento de una orquesta que es un conjunto seguro en la sonoridad y preciso en la ejecución, supo recoger la magnífica musicalidad de Verdi y logró una interpretación rigurosa y cuidadosa también en el acompañamiento a los cantantes. Supo expresar los múltiples detalles de una partitura que oscila entre lo festivo y lo trágico, entre lo lúgubre y lo pasional, consiguiendo revelar la gran teatralidad de la escritura verdiana. En el tercer acto la orquesta subrayó el dramatismo de la furia de Renato en contraste con la frivolidad musical que acompaña la entrada de Oscar. La batuta de Frizza resaltó otros momentos dramáticos como el dúo final entre Amelia y Riccardo así como la muerte de éste por mano de Renato. El coro preparado por Gea Garatti Ansini mostró un trabajo previo preciso y profesional.
De óptimo nivel el cast. El tenor Fabio Sartori encarnó a Riccardo exhibiendo una voz con un timbre cálido, emisión consistente en todos los registros y restallante en el agudo, un perfecto fraseo. Magnífico en el dúo con Amelia en el segundo acto y en la escena solista en el tercero. Se demostró también buen actor desenvolviéndose con naturalidad movido por dos razones una política y otra sentimental: su amor por Amelia, la esposa de su fiel amigo Renato. El papel de éste fue del barítono mongol Amartuvshin Enkhbat, con una voz de buen timbre, gran proyección y elegante e impecable dicción italiana. Óptimo actor, supo representar perfectamente el dolor por la traición de su mujer y del amigo con una presencia escénica inteligente y sobria. La soprano Maria Teresa Leva encarnó a Amelia con una voz de bello timbre y gran proyección, en especial en el registro agudo. Vocalmente dominó el personaje sin problemas, perfectamente a la altura de Riccardo en el citado dúo del segundo acto. La mezzosoprano Silvia Beltrami bordó la siniestra figura de Ulrica exhibiendo una voz de bello timbre con gran proyección y se demostró también buena actriz. La soprano Silvia Spessot fue Oscar con gracia y brillantez, recitativo alegre y jovial, derrochando simpatía en el escenario con su voz de agradable timbre, buen fraseo y óptima técnica. Competentemente representados los dos conjurados Samuel (Zhibin Zhang) y Tom (Kwangsik Park). Andrea Borghini interpretó bien a Silvano y correctos también fueron Cristóbal Campos Marín como primer juez y Sandro Pucci como criado de Amelia.
La ópera gustó mucho al numeroso público que abarrotaba la sala. A menudo los cantantes recibieron aplausos y ovaciones tras algunas arias y dúos. Al final grandes aplausos a todo el reparto y en especial a Fabio Sartori, Amartuvshin Enkhbat y Maria Teresa Leva.
Fotos: Andrea Ranzi