Una entrevista de Ruth Prieto
El compositor español Ricardo Llorca acaba de ser nombrado Miembro del Comité de expertos en Cultura del Queen Sofía Spanish Institute de Nueva York, una institución que tiene como misión promover una mayor comprensión de la cultura española, pasada y presente, y su influencia en América a través de una variedad de programas culturales y actividades educativas, donde Ricardo Llorca se va a encargar del área de Música. Hemos hablado con él y esto es lo que nos ha contado.
Como nuevo Miembro del Comité de expertos en Cultura del Queen Sofía Spanish Institute de Nueva York y encargado de su área de Música. ¿Cuál va a ser su papel en el Instituto?
Estoy muy feliz porque ya trabajé allí en los años 90 y he colaborado en muchas ocasiones, pero nunca con esta responsabilidad, como miembro del comité de expertos y encargado del área de música, lo que me va a permitir impulsar proyectos interesantes y a los artistas españoles, porque hay muchos con un gran talento.
El “Queen Sofía Spanish Institute” (anteriormente “Spanish Institute”) comenzó su andadura en 1954 gracias al mecenazgo del Marqués de Cuevas, fundador de los famosos “Grand Ballets de Montecarlo” y uno de los grandes mecenas del mundo del arte durante la postguerra; y de su mujer, Margaret Rockefeller, otra gran benefactora de las artes en los Estados Unidos. El matrimonio fundó el Instituto y, además, lo dotaron con un palacio magnífico en Park Avenue, que ha sido la sede oficial del QSSI hasta su venta hace cuatro años.
El edificio se donó con la única misión de promover una mayor comprensión y conocimiento de la cultura española y latinoamericana en los Estados Unidos. Desde entonces el Instituto no ha cesado de organizar eventos, conferencias, clases de español, congresos, conciertos, y todo tipo de actividades siempre dedicadas a la cultura española y latinoamericana. El Queen Sofía Spanish Institute estuvo durante muchos años dirigido por Inmaculada de Habsburgo, aunque Su Majestad la Reina Sofía era (y es) nuestra Presidenta de Honor.
Como comenté al principio, yo empecé a colaborar allí en los años 90, justo después de mi graduación en Juilliard, y recuerdo exposiciones tan brillantes como una dedicada a los trajes de Mariano Fortuny y Madrazo; otra exposición de trajes de Cristóbal Balenciaga, comisariada por Óscar de la Renta y que tuvo muchísimo éxito. También recuerdo una exposición maravillosa con fotografías de Mario Testino, y conciertos fantásticos. Se trataba de dar la imagen de una España culta, sofisticada y alejada de tópicos. El programa de música del Queen Sofía Spanish Institute, antes de que entrara yo, lo llevaba magistralmente Sunny Carballeira, quien consiguió organizar recitales en una sala maravillosa, la “Sala Carlos IV”, hoy desaparecida, con invitados como Andrés Segovia, Victoria de los Ángeles, Alfredo Kraus y todos los grandes de la música española de aquella época.
Yo empecé a trabajar en el Queen Sofía Spanish Institute en el departamento de música en el año 1996 organizando varios seminarios sobre “Música contemporánea española”, y sobre “La ópera en el mundo hispano”, además de varias series de “Introducción al flamenco en los Estados Unidos”. También recuerdo haber organizado recitales con Alex Garrobé, Mac Maclure, Marisa Martins, Nancy Fabiola Herrera, Verónica Villarroel, Rosa Torres-Pardo, Giuliano Belotti, e incluso un concierto homenaje que le dimos a Federico Mompou, para el que trajimos a Nueva York a su viuda Carmen Bravo, una persona maravillosa que dio un recital inolvidable en la Sala Carlos IV y que también colaboró con nosotros en la representación de “Los Improperios”.
Ahora, después de cuatro años cerrados y gracias a Patrice Degnan-Erquicia, la nueva Directora Ejecutiva, y a Fernando Aleu, Presidente de la Junta Directiva, hemos vuelto a abrir las puertas y estamos llenos de entusiasmo y con muchos proyectos que esperamos que cristalicen pronto.
Fundado en 1954, el Queen Sofía Spanish Institute de Nueva York tiene como misión promover una mayor comprensión de la cultura española, pasada y presente, y su influencia en América a través de una variedad de programas culturales y actividades educativas. ¿Cuál va a ser su papel con respecto a la difusión de la música española?
En concreto, yo estaré a cargo de todo lo que tenga que ver con la música. De momento, estamos organizando un recital de piano en el Lincoln Center con Rosa Torres-Pardo, Premio Nacional de Música 2017, en el que introduciremos al público neoyorquino algunas joyas de la música de Albéniz y también obras de Claude Debussy de inspiración española. También hemos otorgado una beca de estudios a una violinista norteamericana para que pueda estudiar en la Escuela Reina Sofía en Madrid, y hemos concedido otra beca a una estudiante española que ya está admitida en Juilliard. También queremos que en nuestros conciertos exista un cierto carácter pedagógico que aporte algo a la sociedad. Por ejemplo, nuestro próximo proyecto va a ser una serie de conferencias dedicadas a la relación entre música y Alzheimer en la que participaran profesionales españoles. Y, para terminar, estamos en negociaciones con la National Gallery de Washington para organizar un concierto dedicado a la música española, aprovechando la exposición sobre arte barroco español que la National Gallery está planeando para dentro de dos años.
¿Se conoce bien la música española en Estados Unidos?
La música española, sobre todo la contemporánea, se conoce muy poco en los Estados Unidos. Quizá algunos melómanos y músicos profesionales norteamericanos puedan conocer en detalle y apreciar la música de Isaac Albéniz, Enrique Granados, Manuel de Falla y Joaquín Rodrigo, pero no mucho más. Hasta, si me apuras, Federico Mompou y Xavier Montsalvatge han gozado de cierta popularidad en determinados círculos, pero, en líneas generales, el desconocimiento de la música contemporánea española después de la generación post-Falla es absoluto. Hay ciertas universidades e instituciones académicas que han publicado estudios sobre compositores y sobre música española contemporánea, pero ninguno ha tenido una excesiva repercusión, y las orquestas y solistas en USA siguen sin programar la música española de hoy. Hay un guitarrista excepcional, Adam Levin, que está encargando y grabando obras de casi todos los compositores españoles contemporáneos, y pienso que es una labor muy loable y que honra a Adam Levin.
También Octavio Vázquez está luchando por promocionar su música en los Estados Unidos y ahora mismo está trabajando en un proyecto con Cristina Pato que espero salga a buen puerto, porque los aprecio mucho a los dos. El problema es que en los Estados Unidos se ignora incluso la música de los compositores españoles que vivían aquí, tales como Nin-Culmell, Balada o Surinach, a los que casi ni se les programa, y, por cierto, algunos de ellos son muy buenos compositores.
Puede haber excepciones en Nueva York y en otras ciudades donde la cultura latina está muy presente. En Juilliard se estudia “Iberia” como obra obligada todos los años, y hay orquestas en Nueva York, en Texas, o en Florida, que a veces programan obras de la escuela nacionalista española. Hace cuatro años José de Eusebio dirigió magistralmente “La vida breve” y “El amor brujo” en la Manhattan School of Music y el éxito fue absoluto.
Es curioso, que en los Estados Unidos, la música latinoamericana haya tenido mucha más repercusión que la española, sobre todo la contemporánea, y creo que, en parte, es debido al éxito internacional que ha tenido el Sistema de Orquestas de Abreu, una idea que se ha exportado por todo el continente americano, en el yo he trabajado muy activamente gracias al apoyo de BID (Banco Iberoamericano de Desarrollo) y que conozco muy bien. Además, los compositores contemporáneos latinoamericanos tienen un lenguaje muy personal, muy fresco, y bastante menos rígido que la obra de algunos compositores europeos.
Te voy a poner un ejemplo: hace algunos años intenté organizar unos seminarios en Juilliard para introducir a los alumnos del Centro las últimas tendencias entre los compositores jóvenes de todo el mundo. Teníamos presupuesto así que decidí traer algunos compositores de España para esos seminarios. Recibí muchas partituras y grabaciones de compositores jóvenes españoles, algunas muy interesantes, pero cuando las enseñé al claustro de profesores (Milton Babbit y David Diamond) estos declinaron todas las ofertas que venían de España con la siguiente excusa: “casi todo lo que hemos escuchado es una copia de lo que ocurre en Alemania y, Sr. Llorca, lo que ocurre en Alemania no nos interesa lo más mínimo y, además, para eso ya tenemos a los alemanes”. Esto dicho por Milton Babbit, el padre del serialismo norteamericano, y David Diamond, el padre del neoclasicismo en USA y uno de los grandes alumnos de Nadia Boulanger.
¿Cuáles van a ser sus objetivos en el QSSI?
Muchos pero sobre todo visibilizar a los músicos y a los compositores españoles en los Estados Unidos intentando ser abierto a todos los estilos y sin centrarme exclusivamente en una sola estética.
Uno de los grandes retos de nuestra cultura y de sus instituciones ha sido siempre la internacionalización de sus artistas, ¿qué tiene pensado hacer sobre esta cuestión?
La internacionalización es crucial, porque en España hay mucho talento y es una pena que no se conozca más el mundo musical español contemporáneo. Hay mucho por hacer pero te adelanto que me gustaría entrar en contacto y colaborar con festivales e instituciones tan maravillosas como la Quincena Musical de San Sebastian, el CNDM, que ha hecho un papel tan loable divulgando la música contemporánea española, CulturArts, etc.
Usted es además profesor de la prestigiosa escuela Juilliard e imparte desde hace años numerosos seminarios sobre compositores y composición contemporánea. En concreto este año está con dos, ¿qué nos puede contar sobre estos seminarios?
Yo me gradué en The Juilliard School en el año 1993 y llevo trabajando allí como profesor desde el año 1996. Durante muchos años fui profesor “full time” en Juilliard pero hace tiempo que ya solo trabajo a tiempo parcial por motivos profesionales, ya que necesito más tiempo para componer y también para trabajar en otras instituciones tales como “The New York Opera Society”, de quien soy compositor en residencia; el grupo de danza contemporánea “Sensedance”; o el Queen Sofía Spanish Institute. Este curso 2018-19 estaré colaborando con The Juilliard School organizando unos seminarios sobre “John Williams”, que ya han comenzado el pasado 13 de septiembre, y para Octubre imparto una serie de cinco clases sobre “Diaghilev y los Ballets Rusos”. Ya para el primer semestre de 2019, unos seminarios sobre “Música contemporánea española y latinoamericana”.
El año pasado se estrenó en Sao Paulo Brasil su última ópera Tres Sombreros de Copa, con música y libreto suyo basado en la obra homónima de Miguel Mihura, ¿qué nos puede comentar de este proyecto?
Después de la representación de mi primera ópera Las Horas Vacías en Sao Paulo, la New York Opera Society me ofreció escribir una nueva ópera para estrenar (también en Sao Paulo) durante la temporada 2017-18. La idea original fue de Jennifer Cho, la directora de la New York Opera Society, que es una gran experta en el teatro del absurdo y que fue quien sugirió la idea de hacer una ópera basada en alguna obra del teatro del absurdo español, tan brillante y tan poco conocido internacionalmente. Me decidí por Tres Sombreros de Copa porque tiene un libreto muy sugerente, aunque he cambiado algunas cosas, y porque básicamente, es una obra maestra de lirismo, humor, buen gusto y con esa nostalgia y amargura que uno siempre encuentra en las obras de Miguel Mihura. Musicalmente en Tres sombreros de copa he usado como fuente de inspiración temática elementos tomados de la música del sur de Italia. Durante el verano de 2015 estuve en Apulia, el tacón de Italia, visitando algunos conservatorios para documentarme en detalle sobre el folklore autóctono de la zona, que es muy rico y prácticamente desconocido fuera de sus fronteras locales. En Apulia descubrí una música muy interesante, especialmente las “Tarantas”, que todavía se bailan en las fiestas públicas y en celebraciones privadas de los pueblos de la zona. También descubrí las “Ninna nannas”, que son canciones de cuna italianas muy interesantes. Además en Tres Sombreros de Copa hay elementos de la música de circo, solos de trompeta, mucho metal, y mucha percusión, algo que ya es una constante en mi música. De esta manera van a aparecen, tomadas de este tipo de músicas (la música napolitana y la música de circo) células melódicas a veces reconocibles y a veces no, combinaciones polirrítmicas y armonías de carácter bitonal aunque la base siempre es tradicional. Para el estreno en Sao Paulo he contado con la colaboración imprescindible de Rosa Torres-Pardo, en el piano solista, y de Alexis Soriano, que estuvo a cargo de la dirección de orquesta, solistas y coro.
Rosa Torres-Pardo, que acababa de conseguir un merecidísimo Premio Nacional de Música 2017, es una pianista con una curiosidad y con un interés inagotable por todo lo nuevo, especialmente por la música y por el arte contemporáneo, y con quien he colaborado en muchas ocasiones anteriormente. Entre otras cosas, Rosa ha interpretado en el Lincoln Center y en San Petersburgo mi ópera Las Horas Vacías y también me encargó una versión para piano solista de Borderline, mi obra para batucada y orquesta sinfónica que se interpretó el pasado 23 de Septiembre de 2017 con la Orquesta del Vallés en el Palau de la Música Catalana de Barcelona. Por otro lado, Alexis Soriano es un gran director de orquesta y un gran valedor de mi música. El dirigió Las Horas Vacías en San Petersburgo y en Sao Paulo y hemos trabajado juntos en muchísimas ocasiones. Alexis es un director muy eficaz y con un gran sentido de la musicalidad que transmite muy bien a la orquesta. Gracias al esfuerzo de todos el estreno en Sao Paulo de Tres Sombreros de Copa fue todo un éxito, incluso mucho más de lo que yo había esperado, y ahora nos han llamado para representarla en la Gran Opera del Amazonas (Manaos) el próximo mes de Mayo de 2019, y se estrenará en España en el Teatro de la Zarzuela el mes de Noviembre de 2019, así que estoy muy satisfecho con cómo han salido las cosas después de casi más de cuatro años de dedicación exclusiva a componer esta ópera. Creo que ha merecido la pena.
Hablando de Las horas vacías, otra ópera suya, se estrenó en Berlín y se ha interpretado en San Petersburgo, Washington, y Nueva York, ¿para cuándo en España?
Efectivamente mi primera ópera, Las horas vacías, nunca se ha hecho en España en versión de escena, a pesar de haberse representado más de doce veces en el extranjero; a pesar de haber grabado un disco de gran calidad con Columna Música; a pesar de haber tenido muy buenas críticas en el New York Times, en el Wall Street Journal, y en el Washington Post; y a pesar de haberse representado en la Catedral de Berlín, con un lleno absoluto; en el Auditorio de las Naciones Unidas, en el Lincoln Center de Nueva York, en el Festival “Tardes de España” de San Petersburgo, Teatro Sao Pedro de Sao Paulo, etc. A veces si miramos las webs de los músicos y de los compositores (incluyéndome a mí) parece que todo ha sido un camino de rosas, y no ha sido así en absoluto. Es muy frustrante, y sé que muchos compositores sabrán de lo que hablo, el tener que ir, partitura en mano, de despacho en despacho, de manager en manager y de editorial en editorial, y siempre teniendo el “no” por respuesta. En el caso de Las Horas Vacías, la historia roza lo grotesco. Recuerdo que en el mes de marzo pasado me reuní en Nueva York con Jane Hermann, que había sido manager de Rudolf Nureyev, quien después de mirar mi curriculum me preguntó, incrédula: ¿Y todo esto lo ha conseguido usted solo, sin editorial ni manager de ningún tipo? Y le tuve que decir que si, que todo eso lo había conseguido a base de esfuerzo personal y sin editorial ni manager de ningún tipo. Pues bien, en el caso de Las Horas Vacías, yo me he reunido ya con algún gerente que me dijo que yo venía de Estados Unidos y que mi música estaba muy influida por John Adams y que John Adams no le interesaba en absoluto. La verdad es que he querido reunirme con infinidad de directores artísticos de diversos teatros españoles de la ópera en España y el resultado siempre ha sido muy frustrante.
¿Cuentan las estéticas y las escuelas a la hora de programar o hay más libertad ahora en el siglo XXI?
En Europa en mi opinión a la hora de programar a un compositor cuenta demasiado la relación de amistad y el contacto personal que tenga el compositor con el gobierno y con las instituciones culturales de turno, ya que la mayoría de los teatros y orquestas en Europa son públicos y dependen de la clase política.
En los Estados Unidos la situación es diferente y últimamente lo que cuenta es la pertenencia (o no) del compositor a una minoría social o cultural si lo que se quiere es conseguir apoyo por parte de instituciones que así justifican el patrocinio que otorgan en base a criterios extramusicales e independientemente que la música de este compositor sea buena o mala. En otras palabras: si un compositor ha llegado en patera huyendo de Fidel Castro es una razón más que suficiente para darle el Premio Pulizter.
De todas formas hoy en día, y esto ocurre tanto en Europa como en los Estados Unidos, también estamos asistiendo a la dictadura de las grandes agencias de managers (y de algunas editoriales) a la hora de programar a algún compositor o a algún interprete. Yo he trabajado con orquestas de primera línea que, debido a sus compromisos con tal o con cual agencia de management habían contratado a un director de orquesta (o a un intérprete, o a un compositor) que, claramente, no daba la talla pero venia de la agencia X y había que trabajar con él. Creo que la manipulación por parte de las grandes agencias con las orquestas y teatros de ópera es una de las causas más claras del empobrecimiento de la música clásica hoy en día.
¿Cuáles son sus próximos proyectos?
Muchos, así que no me puedo quejar. Ahora mismo acabo de impartir un seminario de composición en los “XXX Cursos Internacionales de Música en Benidorm” y, la verdad, es que todo ha ido muy bien. La mayoría de los alumnos matriculados vienen de las bandas de la zona y me parece maravilloso ver como la cultura de las bandas, tan común en toda la región Valenciana, está creando el interés musical que existe en toda la comunidad. La cultura de las bandas es algo muy arraigado en esta zona y, para mí, significa la música como algo vivo, la música como parte de la vida cotidiana de la gente joven. Además, sin la cultura de las bandas habría sido imposible la existencia de compositores tan brillantes y tan preparados como Rubén Jordán, Fran Sánchez Barajas, Luis Seguí que vienen del mundo de las bandas y que están haciendo un trabajo muy interesante.
Ahora, después de los cursos en Benidorm, he regresado a Nueva York en donde ya he comenzado a impartir unos seminarios en Juilliard sobre “John Williams”, que ha atraído a mucha gente joven; y otro seminario sobre “Diaghilev y los Ballets Rusos”, que comenzaremos en octubre y que ya está lleno. Más tarde, durante el segundo semestre académico, estoy programando unos seminarios sobre “Música Española y Latinoamericana”. Eso en lo que se refiere a clases. En cuanto a conciertos no me puedo quejar porque el Gran Teatro del Amazonas de Manaos ha anunciado la representación de mi última durante el próximo mes de mayo de 2019; y también está programado el estreno en España de Tres Sombreros de Copa en el Teatro de la Zarzuela para el próximo 14 de Noviembre de 2019, así que todo va muy bien.
También tengo firmada una gira durante el mes de Mayo 2019 por Colombia y Carolina del Norte para hacer mi obra “Borderline” (para piano solista, batucada y orquesta) con Mac Maclure; y también la vamos a hacer con Rosa Torres-Pardo, que fue quien la encargó y el “alma mater” de esta obra, en el Festival de Málaga el año que viene, y en Sao Paulo y en Rio de Janeiro también con Rosa Torres-Pardo. Otro proyecto que ya está aprobado es la representación de mi Concierto Italiano, para flauta, guitarra, clave continuo y orquesta de cuerdas durante el Festival de San Juan de Alicante el mes de Mayo que viene; y se estrenará mi ópera Las Horas Vacías en versión de cámara en la National Gallery de Washington dentro de dos temporadas. Y si alguien me pregunta aquello que me comentó Jane Herman hace algún tiempo: ¿Y todo esto lo ha conseguido usted sin manager ni editorial? La respuesta seguiría siendo “sí”.
Con tantos proyectos ilusionantes, ¿en qué momento se encuentra como compositor?
La verdad es que me encuentro muy ilusionado aunque, a pesar de tanta actividad, siempre intento encontrar tiempo para poder componer. Muchas veces, pase lo que pase y si no tengo que dar clases, cierro el móvil y me encierro en mi estudio (de 3 a 9 de la noche) para poder estar solo y componer, ya que, dada mi personalidad hiperactiva, me cuesta mucho concentrarme y cada obra me lleva mucho tiempo. Yo soy de esos compositores que escriben y luego borran todo lo que han escrito al día siguiente y así hasta que ¡por fin! Llego a una idea que me convence de verdad. Es un proceso muy duro y sé que la mayoría de los compositores estarán de acuerdo conmigo. Pero, a pesar de eso, estoy contento porque el año que viene tengo proyectos y estrenos muy interesantes y, además, estoy seguro que, entre los seminarios que voy a organizar en Juilliard y mi nuevo trabajo en el Queen Sofía Spanish Institute voy a tener la oportunidad única para demostrar al público norteamericano que en España se están haciendo cosas muy interesantes y que merece la pena que se difundan porque muchas son de una calidad excepcional.
Foto: Enrique Pastor
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