La próxima semana la Real Filharmonía de Galicia interpretará en primicia en España la Suite sinfónica Galaica de Luis Taibo García (1877-1954). La cita tendrá lugar en Vigo el jueves 25 de mayo a las 20:30 y al día siguiente en un concierto especial en Santiago de Compostela con motivo de la Fiesta de la Ascensión, a las 20 h. en la Plaza de la Quintana. Jonathan Webb, principal director invitado de la orquesta, será el encargado de desarrollar un programa que, además de la obra de Taibo, incluye Scheherezade, op. 35 de Nicolái Rimski-Kórsakov (1844-1908). La recuperación de la obra coincide con el centenario de su composición. La edición crítica de la Suite sinfónica Galaica es de la colaboradora de CODALARIO Beatriz Cancela y Alberto Cancela.
Luis Taibo García
Taibo nace en Santiago de Compostela el 29 de abril de 1877. Inicia sus estudios como niño de coro de la catedral bajo los auspicios de Juan Trallero, maestro de capilla. Continúa su formación en el seminario con Santiago Tafall hasta que abandona la carrera eclesiástica para adentrarse en los estudios de medicina, que termina satisfactoriamente en 1906.
Durante los años universitarios desarrolla una importante labor en la dirección del Orfeón Vasco-Navarro, al igual que comienza a destacar en el campo de la composición. De esta época son los premios que obtiene en el concurso organizado por el Círculo Católico de Pontevedra en 1900, en tres de las cuatro categorías; en 1902 es agraciado por la Sociedad Filarmónica de Santa Cecilia de Cádiz por una suite para sexteto; o en 1903 cuando es su obra Arts la reconocida en el concurso musical de tandas de valses de El Heraldo de Madrid.
Al igual que otros muchos artistas e intelectuales gallegos, su vida quedará marcada por la huella de la emigración. Culto y formado, con conocimientos de inglés, francés y portugués, desembarca en el puerto de Veracruz el 26 de mayo de 1908. Allí, en la capital mexicana, desarrollará una impecable carrera como reputado médico, abriendo una clínica privada que no tarda en alcanzar gran prestigio. Su buen hacer lo llevará también a ser médico agregado en la Embajada de España, facultativo de la Sociedad de Beneficencia Española e incluso llegará a dirigir la Cruz Roja Española.
Pese a que la mayor parte de su vida transcurre en México, el compromiso con Galicia permanecerá latente en su obra compositiva, con partituras tan simbólicas como el himno Deus Fratesque Gallaeciae (1911) con letra de Alfredo Brañas o a través de la elaboración de un gran corpus musical en torno a poemas de Rosalía de Castro. Aunque, como él mismo apuntará en plena madurez compositiva: «mi labor más intensa ha sido en Música de Cámara», donde destacan sus dos cuartetos Céltigas, para violín, viola, violonchelo y piano; y sus tres Cuartetos de cuerda, el último de ellos homenajeando a los compositores españoles más importantes de su tiempo: Bretón, Usandizaga, Albéniz y Granados. Todas estas obras fueron estrenadas por la Sociedad de Música de Cámara de México dirigida a la sazón por el maestro catalán -también afincado en el país americano- José Rocabruna (1878-1957).
Tras una larga enfermedad y sin poder cumplir el deseo pasar los últimos días en su Galicia natal, fallece en la capital mexicana el 17 de abril de 1954. Desgraciadamente su legado, que debería haber sido depositado en la Real Academia Galega tal y como había dispuesto en su testamento y donde su hermano, el escritor Victoriano Taibo, se encargaría de defenderlo y difundirlo, jamás fue devuelto a su tierra, permaneciendo hasta nuestros días prácticamente ignorado.
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