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Crítica: Estreno de 'Quartett' de Francesconi en el Teatro del Liceo de Barcelona

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Autor: Robert Benito
7 de marzo de 2017

DE RESULTADOS DISCUTIBLES

 Por Robert Benito  
Barcelona, 3-III-2017. Gran Teatro del Liceo. Quartett, libreto y música de L. Francesconi sobre la obra teatral homónima de H. Müller. Puesta en escena: Àlex Ollé (La Fura dels Baus). Escenografía: Alfons Flores. Vestuario: Lluc Castells. Iluminación: Marco Filibeck. Vìdeo: Franc Aleu. Realización informática musical-IRCAM: Serge Lemouton. Ingeniero de sonido- IRCAM: Sébstien Naves. Producción informática musical IRCAM: Benoît Meudic. Grabación, edición y mezcla de la grabación del coro y orquesta del Teatro alla Scala: Julien Aléonard. Intérpretes: Robin Adams (barítono) y Allison Cook (soprano). Orquesta del Teatro. Dirección musical: Peter Rundel.

   Si hay algo que a los aficionados a la ópera del s.XXI nos tendría que entusiasmar sería el nuevo repertorio, los frutos de la inspiración de nuestros compositores vivos, es decir la contemporaneidad. Sin embargo a pesar de los esfuerzos de programadores, registas, intérpretes algo falla para esta simbiosis lírica y podríamos hacer un discurso social, pedagógico… pero no sería más que una falsa capa que disimula la no inspiración comunicativa de los compositores con respecto a su público.

   Y es lo que ha pasado con esta producción del compositor italiano Luca Francesconi que como Wagner asume la parte de dramaturgo y compositor de la adaptación de la obra de H.Müller pero que no llega a conectar con el público  quedándose más en la epidermis de una producción espectacular fruto de la estética más cuidada de La Fura del s Baus que entrar en la música.

   Una de las definiciones que se ha ofrecido en los medios para promocionar esta ópera viene de la boca del mismo compositor que la declara como “no apta para cobardes, ya que es violenta, sexual, blasfema y sin piedad”. A priori esto funcionaría para crear morbo antes de comprar la entrada pero una vez vista la propuesta musical e incluso escénica queda bastante lejos de ser más novedosa que cualquier ópera barroca como Agrippina o L’incoronazione di Poppea en la manipulación, bastante menos sexual que Lulú, mucha más blasfemia y sin piedad encontramos en Benvenuto Cellini, Giani Schicci, Tosca u Otello que en esta propuesta.

   Uno de los problemas de la ópera como arte total hoy día es que no puede pretender ser tan realista como el cine tanto por su cercanía como por su propio lenguaje que no es la imagen sino la música y es lo que nuevamente se pone de manifiesto en esta propuesta. No se consigue escandalizar, ni siquiera hacer una reflexión filosófica o de manipulación con este lenguaje musical que queda a medio camino entre las vanguardias que el mismo compositor criticó como superadas por su parte en la presentación de la ópera al público y cuyo lenguaje en ningún momento pudo o quiso explicar ni en dicha presentación ni en el programa de mano donde se pierde en disquisiciones dramatúrgicas pero ni una sola palabra para explicar el tratamiento compositivo.

   He aquí otro de los males de la ópera contemporánea en su incomunicación con el gran público que no se trata de textos o filosofía sino de música que no acaba de funcionar. Esto es lo que se percibió en los tibios aplausos que tras los ochenta minutos de obra se ofrecieron en algunas de las representaciones que me forcé a escuchar para ver si desde la repetición mi impresión podría cambiar. Tristemente para mí no fue así sino que público y el firmante se reafirmaba en esta opinión de haber visto una obra de nuestro tiempo que no conmovió ni le movió ninguna fibra de las anunciadas en la promoción y anteriormente mencionadas. La gente, representación tras representación, alababa la puesta en escena por su espectacularidad de la primera media hora, pero cuando ni el discurso dramático, ni sobretodo el musical te mantiene en tensión, tampoco lo hace una espectacular caja escénica suspendida en el aire ni las continuas proyecciones por grandiosas que parezcan pero que nunca pueden superar una película con las últimas tecnologías.
Nadie se quedará con una película que sólo es bonita sino hay una historia que atrapa, lo mismo ha pasado con esta ópera,… no sé si muchos volverían a ver una propuesta musical de Francesconi sin un envoltorio tan atrayente como el de La Fura.

   Dicho todo esto no queda sino agradecer el esfuerzo y calidad de interpretación de la Orquesta del Liceu que salieron victoriosos de un reto de esta magnitud donde se mezclaba música en directo con música pregrabada que Peter Rundel supo guiar mezclando energía y lirismo en la medida que la partitura se lo permitía. Igualmente el público supo agradecer el esfuerzo de los dos solistas, Robin Adams y Allison Cook que se entregaron a la defensa de la obra y que nuevamente nos hace cuestionar la escritura vocal que no ayuda sino impide aquello que tanto defiende que es el texto con frases interrumpidas, palabras entrecortadas, registros que hacen incomprensible cualquier texto tanto por los sobreagudos de la soprano como por los afalsetamientos del barítono. Un último apunte que un abonado me hizo a la salida de una de las representaciones de Quartett. Es de agradecer el esfuerzo del Liceu por traer la ópera contemporánea a su público pero ¿por qué antes de presentar esta ópera, que más parece una concesión a La Fura que a la música, no se presentan óperas de compositores europeos con más tradición operística como Britten, Janaceck, Sciarrino, Adès, Henze, Zimmermann o sobretodo de otras latitudes como Estados Unidos donde hay todo un repertorio que se hace y valora con óperas de Adam, Barber, Bernstein, Floyd, Tan Dum y un largo etc…? Quedamos a la espera de la respuesta en las próximas temporadas.

Foto: A. Bofill

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