Crítica de José Antonio Cantón del concierto ofrecido por el coro femenino Psallentes, dirigido por Hendrik Vanden Abeele en el Festival de Música Antigua de Úbeda y Baeza
El canto como ejercicio místico
Por José Antonio Cantón
Baeza. 6-XII-2024. Iglesia Parroquial de Sn Pablo. XXVIII Festival de Música Antigua de Úbeda y Baeza (FeMAUB). Psallentes (grupo coral femenino). Director: Hendrik Vanden Abeele. Obras de Hildegarda de Bingen.
Uno de los conciertos de mayor atracción de la vigésimo octava edición del Festival de Música Antigua de Úbeda y Baeza [FeMAUB] ha sido el protagonizado por el coro femenino belga Psallentes dirigido por su fundador, el profesor Hendrik Vanden Abeele, musicólogo e intérprete que ha partido de su experiencia como cantor y pianista para desarrollar en las Universidades de Leiden y Lovaina una muy interesante investigación sobre el ritmo interno instalado en la memoria musical que ha de tener todo cantante que pretenda aproximarse a estilos corales antiguos de canto llano con sentido e instinto, como de los que han hecho gala las componentes de Psallentes, un grupo dotado de privilegiada musicalidad digna de máxima admiración. Materializando esta premisa ha presentado en el Festival un programa dedicado al excelso y místico arte canoro que surgió de una abadía integrada por mujeres consagradas de la reformada Orden del Cister lideradas por la famosa, por su polifacética personalidad cultural, científica y artística, la santa abadesa y Doctora de la Iglesia Hildegarda de Bingen, una de las más importantes reivindicadoras de la dignidad humana de la mujer, conocida como la “Sibila del Rin”.
Fue la antífona O magne Pater de esta importante religiosa del siglo XII, recogida en el Codex Dendermonde, con la que se inició el concierto que llevaba por título “O splendidissima Gemma”, denominación de la también antífona que abriría la segunda para de la actuación de este espléndido grupo vocal. El estilo monofónico brillaba en la preciosa acústica que brindaba el templo de la Iglesia parroquial de San Pablo de Baeza, perfecta para la dimensión sonora de conjunto que emitían las selectas siete voces femeninas.
Seguidamente cantaron el salmo Inclina Domine aurem tuam de anónima autoría en el que resaltaba el gregoriano sentido suplicante dado a la emisión del canto sensitivamente acorde con el contenido de su texto. Volvía a continuación la música de Hildegarda con el responsorio Spiritui sancto honor sit recogido en el códice antes mencionado en el que las fluctuaciones gestuales del maestro Hendrik Vanden Abeele materializaban en etérea sonoridad los éxtasis de la santa renana contenida en esta obra, donde interválicos saltos repentinos y gradual disolución de manera melismática adornando sucesivas vocalizaciones del texto determinaban la insuperable técnica empleada por la compositora cuya escucha llegaba a conmover materialmente al oyente. Con el himno Cum vox sanguinis dedicado a Santa Úrsula terminaba la primera parte, haciendo un tratamiento silábico de esencial belleza en su función de estructurar con fluidez la modulación del sonido vocal.
Varias antífonas ocuparon la segunda parte de esta preciosa cita vespertina del Festival empezando por la que le daba nombre a su programa, O splendidissima Gemma dedicada a la Virgen que las coralistas cantaron al unísono, dejando una sensación celestial en el recinto sacro del templo paulino como un reflejo del aliento del Sumo Creador. Continuaron con un hímnico cántico anónimo que lleva por nombre Hymnum cantemus domino sacado del bíblico Libro de Judith, ofrecido con esa intensidad emocional propia que requiere una de las alabanzas más conocidas a la grandeza y al poder del Altísimo que han quedado en la liturgia romana.
En la recta final del programa aparecían de nuevo obras Santa Hildegarda con la que se incrementaba el sentido místico de su contenido. Así las componentes de Psallentes transmitieron con máxima concentración e íntima expresividad el himno Ave generosa cuyo texto ensalza la pureza y santidad de María, destacando su conexión con Dios como madre de Jesús. Fue un momento esplendente del programa donde quedó reflejado la profunda espiritualidad y sacra devoción de la religiosa por la Virgen entendida como ejemplo y paradigma de vida cristiana.
Después de tres antífonas cantaron el himno In principio perteneciente a la importante obra Ordo Virtutum de esta santa abadesa alemana en la que creó todo un drama musical sacro como guía moral donde se representa la lucha del alma entre el bien y el mal, obras todas ellas contenidas en el Códice Wiesbaden depositado en la biblioteca estatal de dicha ciudad, que representa la mayor muestra manuscrita de las principales obras de Hildegarda de Bingen y que el maestro Hendrik Vanden Abeele sigue investigando para hacerlas cantar con el esplendor que ha demostrado en esta ocasión, una de las muestras corales más hermosa habidas en el historia de este Festival de Música Antigua de Úbeda y Baeza, puntero entre los más importantes en su clase en España, entre otras razones, por su marcada orientación musicológica.
Foto: Jesús Delgado Martínez
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