Por Aurelio M. Seco
Los concursos musicales, cuando se plantean con coherencia, honestidad y un alto nivel de exigencia, valen para mucho. Es cierto que, en los últimos años, algunos de los más importantes concursos nacionales e internacionales han perdido algo de interés por la escasa entidad de los galardonados y por las dudas que a veces suscitan las decisiones del tribunal. No en pocas ocasiones, los concursos, cursos, festivales y puestos de responsabilidad dan la impresión de ser un medio para perpetuar a ciertos tribunales, profesores o directores de orquesta. Yo te invito a éste y así tú vienes a este otro, es la frase que a veces se nos viene a la mente cuando observamos los nombres de algunos jurados o miembros de determinados festivales. Esto es demasiado frecuente y una costumbre de la que hay que huir. Claro que también hay premios y jurados que trabajan con seriedad para promocionar el talento, y gestores que ponen su festival por delante de sí mismos, como no puede ser de otra forma.
La semana pasada tuve el privilegio de formar parte del tribunal de los Premios fin de carrera “Ángel Muñiz Toca”, que el Conservatorio Superior de Música de Asturias (CONSMUPA) tiene a bien conceder anualmente a sus alumnos más destacados. Durante dos días se sucedieron las pruebas de un puñado de alumnos de gran talento, que interpretaron, con sus virtudes y defectos, obras de gran dificultad técnica y expresiva, por lo que felicitamos a sus profesores, que incluso les acompañaron en algunas interpretaciones.
Nunca son suficientes las veces que se destaca el valor que tiene un artista para subirse a un escenario y ofrecerse a los demás, sin ningún sitio en el que esconderse. Qué gran responsabilidad supone hablar del trabajo de los artistas -y qué complicado encontrar a un buen profesor que te guíe por el buen camino-. Pero hay que hacerlo, porque a veces quien se expone pierde la perspectiva sobre sí mismo, o los demás sobre él, para bien o para mal. He visto a grandes artistas pasar desapercibidos y a músicos mediocres recibir grandes ovaciones. Así es el mundo desde siempre. Por eso debe existir la crítica, si de verdad es fundamentada y únicamente persigue la calidad.
El Conservartorio Superior de Música de Asturias (CONSMUPA) fue un modelo de diligencia y honestidad en el planteamiento del concurso. Desde el primer momento tuve la constatación de encontrarme ante un procedimiento transparente y respetuoso con el criterio de los miembros del jurado, y un control para que esto realmente fuera así. Creo que no se puede pedir más, salvo que otras entidades tomen ejemplo.
De entre todos los aspirantes, quien conquistó el aplauso mayoritario del tribunal y a la postre resultó ganador del concurso, fue el pianista Andrés Martínez Gutiérrez, quien se hizo con el galardón tras interpretar brillantemente el primer tiempo del Concierto para piano y orquesta nº 2 de Chopin y parte de la Sonata en si menor de Liszt. No sería mala idea que hubiera un compromiso por parte de la Oviedo Filarmonía o Sinfónica del Principado para ofrecer un concierto al ganador del concurso como parte del premio. Sería un buen apoyo para una de las entidades musicales más importantes de Asturias, como es el CONSMUPA.
El jurado estuvo compuesto por Fernando Agüeria, director del CONSMUPA, Yolanda Vidal, Concepción Fernández Besteiro, Ana Novo Romero, Raquel Fernández Berdión, Alexei Mijlin, Inmaculada Quintanal, Juan María Martínez Cué, Jorge Carrillo, Alberto Castelló y quien firma.
Foto: Web del CONSMUPA
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