¿Considera que todavía no se le da relevancia suficiente es nuestro país?
Pienso que sí se le da. Por ejemplo, en Madrid tenemos un teatro dedicado exclusivamente a este repertorio. Tanto el concurso como el estatuto, está escrito que tiene como objetivo la divulgación y desarrollo de este género.
Me refiero al público consumidor de música. En ocasiones, se hacen más producciones al otro lado de nuestras fronteras.
En España, además de su gestión actual, fue director artístico del Festival Mozart de A Coruña. Conocerá por tanto muy bien, el modelo de gestión administrativo de los teatros, financiados ampliamente por el Estado.
Considero firmemente que el marco del teatro musical tiene que estar respaldado por la financiación pública. Nuestra realidad no es para nada la americana, ni social ni políticamente. El teatro es un servicio público. Un teatro que vive y funciona, es un elemento positivo para la sociedad, para la comunidad civil. Evidentemente, el problema es cómo se gestione dicho teatro. Ha de ser una labor eficiente y económica. El Estado tiene que facilitar a los directores artísticos, los instrumentos necesarios para que se pueda llevar a cabo con normalidad. Claro que una financiación privada ayuda, es algo beneficioso. Una nueva ley de mercenazgo como la que se está tratando puede no solo ayudar, sino también introducir una mayor flexibilidad y rapidez de decisión al modelo de gestión. La única diferencia que veo entre el modelo de La Coruña y el de Madrid es el tipo de festival. El festival Mozart era más pequeño, pero las decisiones eran mucho más eficaces. Aquí tenemos una mayor lentitud burocrática.
¿Qué retos se encuentra un director artístico a la hora de planificar una temporada?
Mi objetivo es el de difundir, promover y ampliar el repertorio del género musical español. Tanto en Venecia, como posteriormente en Lisboa o en La Coruña, fue importante para mi ofrecer una amplia oferta cultural. Muchas veces se arremete contra el público, pero hay que decir que el público es más curioso de lo que nos pensamos. La gran parte de las veces, esta acusación se hace para esconder la pereza y falta de imaginación de los programadores. Se dice que el público quiere ver siempre lo mismo, lo más famoso. Es falso. Lo que busca es calidad. Es evidente que si yo programo Luisa Fernanda no necesito gran publicidad. Si hago por ejemplo, Alma de Dios o Viento es la dicha de amor, que se conocen bastante menos, tengo que patrocinarlo para llegar al público. Por contra, si el espectáculo tiene la calidad suficiente, el público responde. Hay que ampliar el registro, desde la época de creación del género, a finales del siglo XVII, inicios del XVIII, hasta el XX y el XXI, aunque este último es más complicado.
Es cierto que el programa doble de José Serrano ofrecido durante el presente mes, ha tenido una fuerte acogida y un alto nivel artístico.
En efecto, ha funcionado muy bien. La clave es tener un proyecto claro y sólido. Por ejemplo, me parece fantástico queque haya que presentarse a concurso para acceder al puesto de dirección. Yo presenté un proyecto con unos títulos que estoy realizando en la actualidad y que se extiende hasta la próxima temporada. Es fundamental además, la colaboración del teatro con otras instituciones como el Museo de Bellas Artes de San Fernando, el Thyssen, el Reina Sofía o la Filmoteca. En definitiva, diferenciar la oferta, ya que el teatro ha de ser un organismo vivo, que ofrezca un servicio a la comunidad. Hay que pensar que el teatro, independientemente de que uno acuda o no, tiene un alto valor simbólico, como patrimonio artístico. Es como si hablamos de la Scala de Milán. Es un teatro que hay que presevar. Esto hay que defenderlo. Por ello, hay que hacer una estructura programadora que no sea únicamente el reflejo de una idiosincrasia estética del director.
¿De qué porcentaje de abaratamiento hablamos entre una nueva producción y una reposición o coproducción?
Depende de muchas cosas. Una nueva producción, con lo que implica encomendar la construcción de escenario, vestuario, coreografía...en comparación con retomar una producción existente, puede ser un 50 o 60% más barata. Puesto que estas producciones ya las tenemos en nuestros almacenes, lo único que habría que hacer sería restaurarlas, pintar o sustituir algún pequeño elemento que haya podido sufrir un desgaste de tiempo.
Parte de estas producciones, viajan en gira tanto al Teatro Campoamor de Oviedo, como al Teatro de la Maestranza de Sevilla. ¿Ha habido alguna ocasión de exportarlas al extranjero?
Hay varios proyectos y contactos en marcha. Aunque ya ha habido casos, como las veces que Emilio Sagi consiguió abrirse camino a nivel internacional. Plácido Domingo también llevó Luisa Fernanda a la Scala. Incluso el propio teatro exportó La Chulapona a París. Yo quiero continuar en esta línea. El principal problema es encontrar un título que pueda interesar a un teatro extranjero. Un título que tenga mucho diálogo en castellano, como por ejemplo Reina Mora, es difícil sacarla de España. por la comprensión lingüística. No obstante, no descartamos la posibilidad de llevarlo a cabo.
En su día también se habló de la posibilidad de una coproducción con el Teatro Real.
También estoy en conversaciones con ellos. Mantengo una óptima relación con Gérard Mortier, con Belenguer y con Marañón. Ya hablamos para encontrar una manera de colaborar. Digamos que somos dos asociaciones complementarias en la capital. El Teatro de la Zarzuela se encarga de defender el teatro lírico español. El Real es un gran teatro internacional. Hay por tanto, un espíritu de cooperación que tenemos que acrecentar.
Siempre he pensado que hay demasiadas funciones por título. Quizás reduciendo el número, se podría mejorar aún más, la calidad de los artistas.
Esto es un tema que está sobre la mesa. De todas formas, este año ya se han reducido el número de funciones en comparación con temporadas anteriores. Progresivamente me gustaría reducirlas, no tanto por mejorar la calidad de los cantantes, sino más bien, con el fin de añadir un mayor número de títulos a la programación. Por ejemplo, se van a ofrecer 25 funciones de Marina con tres repartos. Un menor número de funciones también ayuda a reducir gastos. Un cantante que canta quince funciones, en comparación con uno que canta cinco, se nota. Los ensayos van a ser los mismos y va a tener que cobrar igualmente por ellos. Por tanto, la idea es buscar el equilibrio entre el público que acude a estas funciones y su interés por las mismas, con la capacidad de ofrecer algún título más. Pongamos como caso, una temporada de teatro dramático, o los musicales. Se ofrecen los títulos por semanas. Los teatros líricos, en cambio, planean por días. El Teatro de la Zarzuela se encontraba en un punto intermedio. Yo quiero encaminarlo hacia la planificación de los teatros de ópera.
Es evidente que la zarzuela tiene una gran influencia belcantisca. Tomemos como ejemplo, El Relámpago de Barbieri que se pudo ver la pasada temporada.
¡Incluso
el mismo Gatzambide!. Es evidente que hay una clara influencia italiana
en el primer periodo de la zarzuela hacia 1850-1870. Gatzambide,
Barbieri, Arrieta, Rafael Hernando tienen en sus composiciones,
reminiscencias sobre todo, de Donizetti, Bellini y el primer Verdi. Hay
una característica muy interesante en la zarzuela clásica. En la ópera
italiana siempre hay una diferencia entre las familias y las clases
sociales, tanto en la delineación del personaje, como a nivel vocal.
Pensemos por ejemplo en La Cenerentola. Empieza con una canción que
canta la Cenicienta, "Una volta, c'era un re...". Es una canción que
denota la humildad del personaje. Un personaje noble no se puede
presentar con este tipo de piezas. Se tiene que presentar con un gran
escena, con su estructura de introducción-tempo d'attacco- aria- tempo
di mezzo- cabaletta, porque se trata de una figura importante. En la
zarzuela no pasa. Un noble puede cantar lo mismo que un sirviente. En
estas partituras, hay elementos propios del folclore español. El
Gatzambide que hicimos refleja esto. Se aprecia el lenguaje operístico
italiano, pero también hay una musicalidad típicamente española, con
utilización de cadencias andaluzas y alternancia de ritmo
binario-ternario. La Condesa puede cantar una canción con el mismo
estilo que una criada. Después, es a finales del XIX, cuando la zarzuela
adquiere sus propias características con romanzas muy típicas, ganando
una dimensión muy específica, arraigada en la música popular.
Ha
apostado, además de por grandes cantantes, por directores de orquesta
españoles como Juanjo Mena o Guillermo García Calvo, que aún no habían
dirigido en este teatro, ¿piensa seguir en esa línea?
Sin duda.
Los contactos que me he ido labrando a lo largo de mis años de carrera,
son la mayoría los mismos. Obviamente aquí cambian, porque las
características del teatro y su programa son muy específicas y por
tanto, la mayoría de los trabajadores son españoles. Lo que quiero
subrayar es que para mi es importantísimo trabajar con buenos directores
de orquesta, ya que la parte musical es fundamental. Defiendo que la
zarzuela es música y teatro. Pero nunca se puede concebir esta música,
como mero acompañante de la acción. Nunca lo fue y nunca lo será. En un
espectáculo como es el caso del díptico de Serrano, en Alma de Dios
concretamente, hay tan solo quince minutos de música. Pero tienen una
gran relevancia, tienen que estar servidos de la mejor manera posible.
Esa frescura se está logrando por la difusión que se da en las redes sociales o por los descuentos en el precio de las localidades.
Sí, es necesaria la divulgación por las redes sociales, por Twitter, Facebook, Youtube, es la manera que tiene la gente ahora de comunicarse. Respecto a los descuentos, además de mantener los ya existentes, se ha iniciado este año, una campaña de entradas de último minuto, con un 60% de descuento el mismo día del espectáculo.
Se ha dispuesto igualmente, un ciclo de conciertos, recitales, exposiciones, en torno a las distintas actividades del teatro.
Sí, siguiendo con lo que comentábamos, hay que promover actividades paralelas a lo puramente musical, como ha sido la reciente exposición de José Serrano en el cine. Pienso que el cine en España ha tenido unos fuertes lazos con respecto a la zarzuela, y queremos seguir por este sendero.
Se empiezan a conocer algunos títulos de futuras temporadas. Se habla acerca de un programa formado por Black el payaso, e I Pagliacci. ¿Se puede adelantar algo?
Es secreto de estado (ríe). Claramente hay cosas que ya se saben, estamos moviendo hilos con los cantantes, los directores musicales y de escena. Ya se anunciará en un futuro, con datos concretos, con la temporada cerrada y organizada.
Eso quiere decir que se garantiza su continuidad al frente del teatro...
- (Se lo piensa). Bueno, en principio no hay ningún indicio para lo contrario.
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