Pablo Rus Broseta dirige a la Sinfónica de Castilla y León

Pablo Rus: «La danza y el ritmo están presentes en todas las obras del concierto, pero en cada una de forma diferente»

Un reportaje de Agustín Achúcarro
«La palabra que siempre sale es liderar, pero yo prefiero empezar por ayudar antes que guiar. Escucho lo que recibo, desde ahí ayudo y luego empiezo a liderar. No intento nunca llegar a un grupo con el que voy a trabajar e imponer mi manera de ver las cosas, pues como he dicho prefiero escuchar, reflexionar en mi interior y después encontrar un punto en común». Quién así se expresa es Pablo Rus Broseta, un pujante director español, formado en Francia, Países Bajos y Alemania, que vuelve a dirigir en su país, después de dos o tres años sin hacerlo. Él ha sido el encargado de dar forma al programa de la Orquesta Sinfónica de Castilla y León -que se interpreta los dos primeros días de diciembre, en el Auditorio de Valladolid- formado por compositores húngaros. «La propuesta-expone Rus-vino porque la violinista Vilde Frang quería tocar el Concierto para violín nº2 de Bartók, y como yo adoro esa obra, no lo dudé. Luego, había que pensar qué otros compositores y obras se unían, y así surgieron los nombres de Kodály y Ligeti, y del primero se escogieron las Danzas de Galanta y del segundo Concierto rumano». Aún se uniría una obra más de Bartók, concretamente sus Bocetos húngaros. Definido el programa, Rus convino en que «era redondo» y tras los ensayos comprobó que «la orquesta estaba encantada con tocarlo».

   Para el director se trata de partituras que «aun siendo conocidas, no pertenecen al repertorio habitual de una orquesta» y por lo tanto no son de las que «se tocan todos los días». «La Sinfónica de Castilla y León sí las conocía y mi trabajo ha sido de puesta a punto». Estoy sorprendido con esta orquesta, pues es una de las más flexibles con la que me he encontrado y como director esto resulta muy agradable».

   A la hora de ver cómo iba a ser la labor con la OSCyL y qué deseaba obtener, el director no parece dudar. «Me gusta tener un sonido muy pulcro, muy limpio, muy claro, desde el punto de vista de la articulación, y además es un enfoque que ayuda a este tipo de repertorio». Por lo tanto, Rus se ha empeñado en «limpiar líneas» y que «el contrapunto se entienda perfectamente», algo que en su opinión, concretamente en el caso de Bartók, «es muy importante».

   El director valora el contar con la violinista Vilde Frang en el Concierto para violín de Bartók. «Vilde es una solista top, es la primera vez que trabajo con ella, y toca de manera superexpresiva, pero con cierta distancia, que para Bartók es lo ideal, pues es una música que la pide».  

   Si a Pablo Rus se le propone que entre en el juego de comentar algo de las obras, que las defina, tras pensar un instante responde lo siguiente: «El Concierto de Bartók se asemeja a esa idea de una pieza redonda, que yo solamente lo encuentro en el Concierto nº2 de piano de Brahms; de principio a fin hay una línea, una expresividad que te lleva. El Concierto rumano de Ligeti, a pesar de ser un compositor que para cierto público puede crear algo de distancia, no es el caso con esta obra, que sorprende porque es muy cercana; en el primer movimiento hay música medieval, hay danzas, aunque ya se intuye el Ligeti que vendría después». Aún deja una pincelada sobre las Danzas de Galanta. «Esta partitura de Kodály es como una fiesta para orquesta, con melodías hermosas. Realmente la danza y el ritmo, están presentes en todas las obras, pero en cada una de forma diferente. Bartók es lo racional del contrapunto, el pensamiento, J. S. Bach está en su música, Ligeti es la fantasía y el color, y Kodály la danza en estado puro», subraya Rus.

   El director se despide recordando El Retablo de Maese Pedro, que dirigió en el Palau de les Arts de Valencia, y mira al futuro cuando piensa en los conciertos que dará en ciudades como Bilbao o Córdoba. Pero el presente le habla de la Sinfónica de Castilla y León. «Creo que son muy afortunados por tener una orquesta así, y no lo digo por expresar el típico cumplido».