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Crónica: El Carnegie Hall de Nueva York conmemora sus 125 años de vida

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Autor: Pedro J. Lapeña Rey
7 de mayo de 2016

CUMPLEAÑOS POR TODO LO ALTO

Por Pedro J. Lapeña Rey
Nueva York. Carnegie Hall. 6/V/2016. Martina Arroyo, Emanuel Ax, Michael Feinstein, Renée Fleming, Marilyn Horne, LangLang, Isabel Leonard, Yo-Yo Ma, ItzhakPerlman, James Taylor. Orquesta de St. Luke's. Director musical: Pablo Heras-Casado. Oratorio Society of New York. Dirigido por Kent Tritle. Obras de Georg Friedrich Haendel, FelixMendelssohn, Antonín Dvorak, Camille Saint-Säens, Manuel Ponce, Ernesto Lecuona, Richard Strauss, Jacques Offenbach, Georges Bizet, Leonard Cohen, George Gershwin, Irving Berlin, George Harrison y James Taylor.

   El 5 de mayo de 1891, con Peter Ilich Tchaikovsky interpretando su “Obertura 1812” y el mítico director germano-americano Walter Damrosch dirigiendo el estreno neoyorkino del “Te Deum” de Hector Berlioz, comenzó un festival musical de cinco días que marcaron la inauguración de la que con los años, se convertiría en la sala de conciertos más emblemática de América.

   La sala se había construido bajo los auspicios del magnate Andrew Carnegie, quién de niño emigró desde su Escocia natal al nuevo mundo, y con poco más de 30 años ya era inmensamente rico gracias a sus industrias en el sector del acero. Convencido de que tenía que devolver a la sociedad parte de lo que había ganado, se dedicó toda su vida y sobre todo los últimos años a actividades filantrópicas que permitieran extender la cultura a diferentes niveles. Su foto y la de su esposa Louise nos recibieron a todos los asistentes a la Gala, proyectadas sobre la pared central del escenario. El actor Richard Gere, quien ofició de maestro de ceremonias, le recordó al inicio de la misma.

   Aunque la visión del Sr. Carnegie fue construir una sala de conciertos que perdurara, no todo han sido luces en estos 125 años. En 1960 estuvo a punto de sucumbir a la piqueta para construir en su solar un rascacielos rojo. Su principal usuario, la Orquesta Filarmónica de Nueva York lo abandonaba para trasladarse al vecino Lincoln Center, y sólo la enérgica oposición de varios patricios neoyorkinos liderados por el violinista Isaac Stern paralizó el proyecto. La ciudad de Nueva York se hizo cargo del edificio y tras ser declarado monumento histórico primero, y pasar por una completa renovación después, ha llegado a nuestros días en perfecta forma. Su legendaria acústica, mucho mejor para orquestas que para solistas o voces, sigue siendo de primera.

   La velada de anteayer, celebrada exactamente 125 años después de la mencionada anteriormente, no fue un concierto aniversario sino una gran fiesta llena de estrellas que han tenido relación con el Carnegie Hall. La Orquesta de St Luke’s, con el español Pablo Heras-Casado en el podio, fue la encargada de llevar adelante la parte musical, mientras que la parte coral estuvo a cargo del Oratorio Society of New York, fundado en 1873 por Leopold Damrosch, el padre de Walter, y uno de los primeros usuarios de la sala.

   Arrancó la velada con el Himno americano tocado de manera muy vehemente por Pablo Heras-Casado y la orquesta, reforzada en los pasillos centrales y laterales del patio de butacas por bastantes instrumentos de metal, y cantado a pleno pulmón no solo por el coro sino por una gran parte del público.

   Tras una breve bienvenida de Richard Gere, orquesta y coro dieron una versión muy rítmica y marcada del “Himno de la Coronación n°1” de Georg Friedrich Haendel.

   Antes de dar paso a la parte camerística de la velada, se proyectaron imágenes comentadas por Richard Gere de muchos músicos que tuvieron una larga relación con la sala. Entre ellos, Ignacy Paderewsky, quien tocó en la primera temporada, Arthur Rubinstein, Vladimir Horowitz, Sviatoslav Richter, Van Cliburn, Alicia de Larrocha, Yehudi Menuhin, Jascha Heifetz, Pau Casals, Mstislav Rostropovich. El público aplaudió en especial las imágenes de Leonard Bernstein y de Isaac Stern.

   A continuación, salieron Itzhak Perlman, Yo-Yo Ma y Emanuel Ax para hacer una preciosa interpretación, con un vibrato muy cálido del “Andante” del “Trío con Piano n° 1” de Felix Mendelsshon. Emanuel Ax en la parte grave del piano y Lang Lang en la alta se compenetraron bastante bien en la “8ª danza eslava” de Antonín Dvorak, y a continuación, se les unió Yo-Yo Ma quien “cantó” “El cisne” del “Carnaval de los animales” de Camille Saint-Säenscon un “legato” de alta escuela. Terminó esta parte Lang Lang con una versión acaramelada del “primer Intermezzo” de Manuel Ponce, y con una vibrante “y la negra bailaba” de Ernesto Lecuona.

   La parte vocal empezó de nuevo con una galería de imágenes. En 1893, dos años después de su inauguración, Sissiretta Jones se convirtió en la primera artista afroamericana en cantar en la sala. Tras ella nombre míticos como Enrico Caruso, Maria Callas, Leontyne Price, Joan Sutherland, Montserrat Caballé, Beniamino Gigli, Ezio Pinza, Luciano Pavatotti o Placido Domingo.

   A continuación, salió a escena Renée Fleming para dar una excelente versión del “Morgen” de Richard Strauss con el impagable violín de Itzah Perlman. Se le unió la mezzo neoyorkina Isabel Leonard para cantar juntas la “Barcarolla” de los “Cuentos de Hoffman”, quien posteriormente se quedó sola en una vibrante y seductora “habanera” de “Carmen”.

   Uno de los momentos más emocionantes de la noche fue cuando salieron al escenario dos leyendas como Marilyn Horne y Martina Arroyo. Hablaron de sus respectivas Fundaciones y de lo competitivo que es el mundo de las voces. Un servidor que guardaba la esperanza de oírles “entonar” alguna frase, tuvo que conformarse con verlas compartir recuerdos y dedicarse elogios mutuos. Al terminar presentaron una intervención grabada de la Primera Dama estadounidense, Michelle Obama, quien resaltó la importancia del Carnegie Hall como lugar emblemático de la cultura en los Estados Unidos.

   Se colocaron micrófonos, altavoces, un contrabajo y una batería, y Renée Fleming cantó micrófono en mano el “Hallelujah” del cantautor canadiense Leonard Cohen. A continuación, Richard Gere recordó que el Carnegie no solo había sido un lugar dedicado a la música, sino a otros aspectos culturales y que a sus tablas se subieron personajes históricos como Winston Churchill, Albert Einstein, Eleanor Roosvelt o Groucho Marx. Luego siguió el repaso al Rock’n’ Roll, al Jazz, al blues o al folk. Las grandes voces americanas como Frank Sinatra, Billie Holiday o Harry Belafonte dieron paso al popular cantante Michael Feinstein quien empezó con el “Strike up the band” de George Gershwin. Se le unió Isabel Leonard, en su faceta pop, para interpretar un medleyde canciones de Irving Berlin y Jerome Kern que en su día llevaron a la pantalla Fred Astaire y Ginger Rogers.

   Por último, salió al escenario el guitarrista y cantautor James Taylor, quien acompañado por Yo-Yo Ma interpretó el “Here comes thesun” de George Harrison. Después dos versiones orquestales de sus canciones “You and I again” también con Yo-Yo Ma y del “Showerthepeople” al que se sumaron Renée Fleming, Isabel Leonard y Michael Feinstein.

   Con todos los participantes en el escenario y el público enardecido, la fiesta terminó como no podía ser de otra manera con el “The Joint Is Really Jumpin’ in Carnegie Hall” de Judy Garland donde todos tuvieron su momento solista, desde Perlman y Ma, hasta Lang Lang y Enmanuel Ax quienes se turnaban al piano y tocaban los riffs con menos gracia que en su día lo hizo José Iturbi, pero con las mismas ganas de divertirse que el resto de sus compañeros. Para la mayoría, la gala terminó ahí. Para los que se apuntaron a la cena posterior, a 4000$ el cubierto, terminó en el Gran Ballroom del Waldorf Astoria.

Fotografía: Web de Pablo Heras-Casado

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