El Festival Internacional de Música y Danza de Granada acoge un concierto en el Palacio de Carlos V de la Alhambra protagonizado por el director español Pablo González y la Orquesta Sinfónica y Coro de RTVE. En el programa, la Tercera sinfonía de Mahler
Pablo González, excelente mahleriano
Por José Antonio Cantón
Granada, 19-VI-2022. Palacio de Carlos V de la Alhambra. LXXI Festival Internacional de Música y Danza de Granada. Orquesta Sinfónica y Coro de Radiotelevisión Española. Coro Infantil ‘Elena Peinado’. Solista: Wiebke Lehmkuhl (mezzosoprano). Director: Pablo González. Obra: Tercera Sinfonía de Gustav Mahler.
Dirigir una obra de las dimensiones de la Tercera Sinfonía en re menor de Gustav Mahler significa entrar en el universo musical más amplio imaginado por el compositor bohemio, que es como decir manejar la orquesta moderna en su más amplia función exponencial, ya que es una de las construcciones musicales más ambiciosas y originales del repertorio postromántico. El director ovetense Pablo González, al frente como titular de la Orquesta y Coro de la RTVE, había generado gran expectación con tal programa dado el reto que supone poner en acción esta partitura en la que parecen concitarse todos los estremecimientos que comporta la existencia entendida desde su pertenencia y conexión con el cosmos. Su interpretación supone entonces un ir más allá de la pura significación musical para que sus sonidos lleguen a abarcar ámbitos de sentimiento que pueden parecer inalcanzables.
Pablo González tiene sobrada experiencia desde su magnífica escuela británica para sintonizar con esos principios meta-musicales de los que partió el compositor para crear esta inmensa obra en instrumentación, detalles y extensión, donde parecen desentrañarse de manera místico-musical la condición humana y el destino del hombre en el mundo. Con tal pretensión apuntó el enérgico inicio del primer movimiento a cargo de los metales y la percusión, queriendo reflejar el despertar del día oponiéndose a la oscuridad de la noche. La orquesta presentaba sus credenciales con absoluta contundencia, que volvía a repetirse por las trompetas en esa especie de re-exposición en su parte central en modo mayor, particularidad que el director quiso enfatizar con contrastantes impulsos que volvieron a adquirir máxima tensión al acercarse la indicación «con toda la fuerza posible» que exige el autor en la esplendorosa dinámica de sus páginas finales.
Siguiendo la recomendación de Mahler, hizo una pequeña pausa antes de iniciar el variado segundo movimiento al que imprimió un sutil sentido danzante, determinando así una seductora y agradable escucha, incrementada por su refinada exposición que mantenía siempre la atención del oyente. Con un aire misterioso afrontó el tercer tiempo, destacando en éste la intervención del fiscorno fuera del recinto del amplio patio circular del palacio, lo que dejaba la apariencia de un inmóvil embeleso en el auditorio. La información que emitía el director era muy amplia en detalles expresivos, fundamentalmente por su mano izquierda, creando un dibujo pre-sonoro que no siempre tuvo la respuesta adecuada por parte de la orquesta.
Mejor reacción de los músicos hubo en el quinto movimiento, sustentada por sus alternantes combinaciones tímbricas y la efectividad canora de la mezzo-soprano alemana Wiebke Lehmkuhl en el hermoso lied tomado de la famosa obra Also sprach Zarathustra de Friedrich Nietzsche. Otro tanto ocurrió en el quinto con el lied extraído del ciclo de cantos populares titulado Des Knaben Wunderhorn (El cuerno mágico de la juventud) utilizando parecido dispositivo de balanceo con la coral infantil, que imitaba con gracia el repique de campanas sobre la orquesta y el coro femenino, generándose un momento musical de alegre y dulce efecto.
Con apacible sosiego, el maestro Pablo González, afortunadamente desde hace unas temporadas uno de los principales colaboradores y mentores artísticos de la Orquesta Ciudad de Granada, marcó el discurso del último tiempo afianzando desde un principio el sentido contrapuntístico que encierra como factor esencial de su desarrollo, que va de alguna manera reflejando el carácter sagrado de la naturaleza. Esta particularidad fue bien entendida por el director que supo aunar voluntades en cada sección instrumental y en el conjunto de la orquesta en su deseo de expresar las connotaciones programáticas que encierra al dejar que la música hablara por sí misma en su función de traductora poética en el progreso hacia su final, consiguiendo una profunda declaración de serena fuerza y profunda belleza, una asombrosa conclusión en la música sinfónica del autor.
Éste, en la batuta del director asturiano, adquiría plena justificación estética, convirtiéndose su Tercera sinfonía en un ejemplo de clara exposición de relaciones estructurales en las que se puede conseguir coexistan y perciban un variado tipo de patrones tímbricos, métricos, armónicos y rítmicos que dejan en el oyente una sensación unitaria del ya de por sí complejo y aparentemente segmentado proceso de creación de Gustav Mahler en esta obra. Este planteamiento lo manifestó sobradamente, demostrando un gran sentido mahleriano como, más allá del instrumento orquestal, acredita entender y materializar Pablo González.
Fotos: Fermín Rodríguez / Festival de Granada
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