Crítica del concierto de Pablo González, en su despedida de la titularidad de la Orquesta Sinfónica y Coro de RTVE, con la Segunda sinfonía de Mahler en el programa
Pablo González y su especial afinidad con Mahler
Por Óscar del Saz | @oskargs
Madrid. 12-V-2023. Teatro Monumental. Raíces. Concierto B/20. Gustav Mahler: Los años Wunderhorn. Gustav Mahler (1860-1911). Sinfonía n.º 2 en do menor - Resurrección. Berna Perles (soprano), Gerhild Romberger (mezzosoprano). Orquesta Sinfónica de RTVE. Marco Antonio García de Paz, director del Coro de RTVE. Pablo González, director.
Asistimos a este concierto especial, que implica desgraciadamente la despedida de Pablo González (Oviedo, 1975) de su brillante era en RTVE como director titular, además con una obra paradigmática y bella donde las haya -tanto para la orquesta como para el coro-, de las más importantes del corpus compositivo de Gustav Mahler -junto con la Octava-, ya que aquella adelanta el hecho de que la música no escénica -la sinfonía, el Lied- puede lograr ser un refundido integral de todas las artes, alcanzando el rango de la universalidad, teniendo en cuenta -además de la complejidad y el conceptismo en la orquestación- el importante plus que aportan los textos.
Estos últimos comprenden el sustrato del mensaje a comunicar, los que aparecen en los textos de «La Luz Primigenia» o «La Resurrección», de los que luego hablaremos, sin olvidar el concepto de «La Muerte» en los versos añadidos por el propio Mahler -«Moriré para vivir»-. Se une a todo ello la armonización coral de las voces como substantivación del espíritu humano, en una ambientación que por lo general, en toda la sinfonía, se encuentra inmersa en unos caracteres que pendulan dinámicamente entre lo catastrófico, lo grotesco, lo tétrico y lo jocoso, incluso encontramos más de uno de ellos dentro de un mismo movimiento.
Pablo González realizó una magnífica versión de esta sinfonía, muy ajustada a unos tempi -Allegro maestoso, Andante moderato, Scherzo, para los tres primeros movimientos, en los que más tuvo que emplearse a fondo- que le llevaron a una temporización total de unos casi 95 minutos, aunque no olvidó el rubato y la destreza en entretejer melodías y contra-melodías de la cuerda consigo misma y con otras secciones.
Su lectura cumplió primorosamente con la diferenciación/diversificación en la ambientación y en el adecuado énfasis de los caracteres comentados, utilizando siempre una contemporizada y detallista gestualidad que conectó a la vez con los instrumentistas y el público. Fue seguido muy fielmente por todas las secciones de la orquesta, que estuvieron sobresalientes, ya que no hubo momento -y ello fue buscado con ahínco por ambas partes- para el resuello o la desconcentración.
Urlicht [Luz Primigenia], cuarto movimiento, es la luz que permite caminar hacia la eterna gloria, dado que es sabido que los Hombres sufren de gran necesidad. La experimentada contralto alemana Gerhild Romberger, cantando de memoria, con una voz de muy bello atractivo y carnosidad, exhibiendo denso timbre e ideal proyección y volumen, dibujó una página elegante, sensible y delicada, con un fraseo intenso e interiorizado, transmitiendo el dolor de la vida mundana pero con el anhelo de que viniendo de Dios todos regresaremos a él. Conseguir cantar como un niño celestial -o ángel-, como pide Mahler, cuando se es contralto tiene muchísimo mérito.
Destacar en este movimiento el coral -quinteto- de metales que, como comenta el propio Pablo González, «sintetiza el contenido semántico de toda la sinfonía, el viaje de las tinieblas a la luz, el camino de la redención a través del sufrimiento». Ciertamente, además de este quinteto, toda la sección de metales es importantísima en el lenguaje de Mahler. González consigue sublimarlo aún más desubicando en la sala a ciertos componentes, de modo que los sonidos llegan al escuchante -aunque parezca un contrasentido- de una forma tan irreal como sustancial.
Como nota al margen, comentaremos que la contralto tuvo que repetir su entrada ya que el maestro González tuvo que cortar el discurso sonoro porque una persona del público estaba hablando durante todo el concierto con un volumen muy alto que molestaba a todo el mundo y pidió que, por favor, esa persona permitiera disfrutar del concierto. Es inaudito que alguien con su mala educación pueda hacer que esta justa reprimenda tenga que ocurrir, pero bienvenida sea si sirve para reconducir a algunas personas que no saben cómo comportarse.
En el último movimiento, apoteósico, estremecedor y bello a la vez, con el coro que se incorpora finalmente sobre textos de Auferstehung [Resurrección], de Friedrich Gottlieb Klopstock (1724-1803), contempla una entrada del coro en pianísimo: «¡Resucitarás, sí; te levantarás, polvo mío, tras breve descanso! El que os llamó, os dará vida inmortal».
Se cumplió la dinámica en este caso, y el Coro de RTVE (30 hombres y 32 mujeres) acometió toda esta parte sentado, si bien se vio un tanto deslucido en proyección, sobre todo en la cuerda de bajos, que tendría que haberse empleado más a fondo para que su sonido resultase mucho más presente. Afortunadamente, la afinación estuvo muy en su sitio. Más adelante, en los fortes, conjuntamente con la orquesta y en las partes más agudas, todas las cuerdas cumplieron sin más. Por supuesto, consideramos insuficiente el número de componentes, 62, para acometer esta obra, que resultó en este caso con un énfasis expresivo limitado y alicortado de trascendencia.
La soprano malagueña Berna Perles, que cantó al lado de Romberger -ambas ubicadas delante del coro en el lado derecho observadas desde el público- se mostró nerviosa, abriendo y cerrando reiteradamente la partitura previamente a sus entradas. Además, sus prestaciones vocales no fueron las acostumbradas y que nosotros recordamos de otras ocasiones, realizando una versión apocada, con una dicción emborronada y corto calado espiritual, resultando mucho menos audible que su compañera contralto, y no logrando nunca elevar su canto por encima del conjunto. Verdad es que en los fortes orquestales más coro, ambas resultaron totalmente inaudibles.
En el final, Pablo González volvió a ser protagonista de la situación, tomando los mandos del tempo y la dinámica como sólo su temperamento sabe hacerlo, abordando el último y furioso gran clímax y el superlativo postludio orquestal de forma especialmente efectista, terminando con una dosis de potencia sonora proporcional. Alguna de las razones que permiten obtener estos buenos resultados sobre el cuidado en el sonido -obviamente, además de los ensayos-, en parte tendrían que ver con que González siempre presta mucha atención a la colocación de la orquesta, en este caso permutada con contrabajos a la izquierda, violonchelos en el centro y violas a la derecha. Igual que hemos felicitado a la sección de metales lo hacemos sin reservas a toda la sección de cuerdas y a la de percusión, ambas de cuidadas sonoridades, y que se prodigaron en cortes de sequísima factura con el conjunto.
Esta versión de la 2.ª de Mahler obtuvo un esplendoroso éxito de público a todos los niveles, y se premió con vítores y prolongados aplausos, haciendo salir varias veces a solistas y a los maestros Marco Antonio García de Paz y al propio Pablo González, levantando éste sucesivamente, una por una, a todas las secciones de la orquesta y al Coro de RTVE. Nos consta que el maestro Pablo González ha llegado a ser uno de los más queridos por la OyCRTVE. Que nosotros sepamos, durante mayo y junio dirigirá a la Dresdner Philarmonie y a la Bochumer Simphoniker, respectivamente. Como hecho relevante, el maestro se presentará en Ibermúsica el 25 de enero de 2024, con la Dresdner Philarmonie, con un repertorio en torno a Beethoven (Concierto para piano n.º 3 ) y Strauss (Una vida de héroe). Desde estas páginas deseamos lo mejor a Pablo González en su devenir artístico a partir de ahora.
Fotos: OSCRTVE
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