Crítica: Pablo González, Francesco Piemontesi y la Filarmónica de Dresde en Ibermúsica

Doble héroe

Por Raúl Chamorro Mena
Madrid, 25-I-2024, Auditorio Nacional. Ciclo Ibermúsica. Concierto para piano núm. 3, op. 37 (Ludwig van Beethoven), Francesco Piemontesi, piano. Ein Heldenleben – Una vida de héroe, op. 40 (Richard Strauss). Dresdner Philarmonie – Orquesta Filarmónica de Dresde. Director: Pablo González. 

   Ausente desde 1994, la Orquesta Filarmónica de Dresde regresaba al ciclo Ibermúsica. En aquella ocasión, fue el inolvidable Yuri Temirkanov quien se puso al frente de la agrupación, por lo que el evento que aquí se comenta se dedicó a la memoria del Maestro ruso, fallecido el pasado mes de noviembre y que fue asiduo visitante del ciclo, habitualmente con la Orquesta Filarmónica de San Petersburgo.

   Rafael Frühbeck de Burgos fue titular de la Dresdner Philarmonie entre 2004 y 2011, por lo que puede considerarse que el ovetense Pablo González evoca en esta gira esa titularidad española de una orquesta que no atesora el nivel de la gloriosa paisana Staatskapelle Dresden, pero que demostró notables calidades con un sonido suntuoso, compacto y vigoroso, muy alemán. 

   Protagonizaba el concierto la música de dos héroes en el concepto de genio individual y único que marca una época, como explica Teresa Cascudo en su artículo del programa de mano. Por una parte, Ludwig van Beethoven, que, además, con su tercer concierto para piano sienta las bases de su período llamado, precisamente, «heroíco». Por otra, Richard Strauss, que describe la vida de un héroe en su monumental poema sinfónico, situándose él mismo como protagonista del mismo, lo que le valió aceradas críticas de quiénes, mucho menos sabios que él, no captaron la profunda ironía y el sarcasmo. Por supuesto, la ironía es patrimonio de personas inteligentes. 

17:59:00   En el espléndido concierto para piano número 3 el clasicismo vienés pugna, consciente de su cercana derrota, con la energía de ese impulso transformador del héroe Beethoven, que abre nuevos caminos a la música y de la que son apropiados ejemplos la larga introducción orquestal y la incandescente coda del primer capítulo. El pianista Francesco Piemontesi, que la pasada temporada triunfó en Ibermúsica con el concierto de Schumann, mostró desde los primeros acordes, expuestos con energía, su bello sonido, no especialmente caudaloso, pero cuidado, sedoso y rutilante. El  pianista suizo combinó en el primer movimiento intensidad con un fraseo clarividente, refinado, sustentado en una digitación impecable y fluida, que culminó en una cadencia que demostró su solidez técnica. Los pasajes de gran virtuosismo surgieron limpios, sin borrosidad alguna, desde el aplomo y la sobria seguridad. Piemontesi desgranó el hermosísimo segundo movimiento con efusivo lirismo y musicalidad, esa melodía ornamentada surgió bien cantada e impecablemente delineada, además de dialogar, siempre atento y concentrado, con la orquesta. La destreza y vivacidad de los rápidos pasajes del tercer movimiento fue una muestra más de la consistencia técnica de un pianista, Piemontesi, que no puede presumir de grandes medios, pero sí de un sonido bello y bien cuidado, así como de musicalidad, elegancia, refinamiento y aquilatado fraseo. Como propina el artista de Locarno ofreció una hermosa traducción del preludio de la coral Wachet auf ruft und Stimme de Johann Sebastian Bach. 

   A falta de matices, un mayor vuelo y fantasía en el segundo movimiento y un tercero que resultó un tanto embarullado, la dirección de Pablo González resultó solvente apoyada en un buen sonido orquestal.

   El director musical asturiano realizó, micrófono en mano, una charla introductoria al poema sinfónico, estrenado en 1899, Una vida de héroe en la que expuso que según su autor Richard Strauss, Don Quijote y el héroe de la composición serían dos caras de la misma moneda. González demostró, ya desde su discurso introductorio, que conoce bien y ama la obra. Dirección entusiasta y vital la suya, en la que predominó el aparato y vigor orquestal, sobre las sutilezas, así como la exuberancia sonora de una buena orquesta, sobre los matices. Se echó en falta perfilar mejor las transiciones, unas texturas orquestales más limpias, así como diferenciación de planos y mayor claridad expositiva, pero batuta y orquesta expusieron la composición con entrega, esplendor y vigor orquestal, muy bien tocada, de manera que se apreció la gloriosa orquestación Straussiana. Destacó la intervención del violín concertino Wolfgang Hentrich, evocando la compañera del héroe, y que también se lució en el espléndido final en diálogo con la trompa, bellamente expuesto. 

   Hay que agradecer a González que tocara como propina un fragmento tan emblemático de nuestro género lírico, como es el intermedio de La boda de Luis Alonso de Gerónmo Gimenéz. Resultó un placer ver a los músicos alemanes tocar con entrega, entusiasmo e incandescencia el zapateado, tanto, como escuchar la obra interpretada con tal exuberancia sonora. 

Fotos: Rafa Martín / Ibermúsica