Una entrevista de Javier Labrada
Usted empezó muy joven como concertista. ¿Siempre tuvo claro que quería serlo?
La música empezó para mí con unos 4 o 5 años, no porque en mi familia ya hubiese algún músico, sino porque a esa edad me regalaron un piano de juguete. A partir de ese momento comencé a aficionarme. Estaba claro que aquello me gustaba. Más tarde formé parte durante un tiempo del coro de la catedral de Milán, lo que supuso mi primer acercamiento a la polifonía, para ya posteriormente, con trece años, ingresar en el conservatorio, teniendo claro que quería dedicarme a la música.
¿Fue esa temprana experiencia en el coro lo que le llevó a enfocar su carrera hacia la música antigua?
Si, efectivamente aquello fue determinante. No obstante no todo fue fácil; mi familia no era rica, y cuando con 17 años le pedí a mi padre...
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Foto: Walter Capelli
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